sábado, 12 de marzo de 2011

En agosto, un nuevo museo porteño

Silvina Premat - Diario La Nación


El libro y la lengua tendrán un lugar que albergará registros sonoros y donde se exhibirán ejemplares históricos
Foto: El arquitecto Clorindo Testa proyectó el edificio que se ubica en la avenida Las Heras 2555. / Marcelo Gomez.

Las diferentes tonadas y ritmos con que se habla el castellano en cada región argentina y las históricas discusiones en torno del lenguaje podrán escucharse y revivirse en un mismo espacio en plena ciudad de Buenos Aires. Las autoridades de la Biblioteca Nacional anunciaron ayer que a mediados de agosto inaugurarán el Museo del Libro y de la Lengua, cuya creación había sido anunciada oficialmente en enero del año pasado.

"En España hay un museo del libro, que está adosado a la biblioteca nacional de ese país, y en San Pablo (Brasil) hay un museo de la lengua, pero el nuestro tendrá características propias", dijo el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, en una conferencia de prensa en la que anunció la programación 2011 de esa bicentenaria institución (ver aparte). "Será una de las grandes obras de 2011. La ciudad de Buenos Aires no será la misma con este museo", anticipó el funcionario.

A pocos metros del salón donde transcurría el encuentro con la prensa, el calor no amedrentaba a los albañiles que acarreaban baldes y levantaban pesados hierros para la construcción del edificio de tres plantas en avenida Las Heras 2555, casi en la esquina con Austria, en una manzana histórica del barrio de Recoleta.

De estilo moderno y diseñado por Clorindo Testa, el mismo arquitecto que proyectó el original inmueble donde funciona la Biblioteca Nacional, el nuevo museo costó $ 11 millones al Estado nacional. La directora del nuevo museo, María Pía López, dijo: "El arte y el juego tendrá un lugar central [en el planteo del nuevo museo] y agregó: "No se limitará al ámbito libresco".

En las tres plantas del edificio se distribuirán los contenidos de la lengua (planta baja), el libro (primer piso) y las exposiciones temporarias. La mayor riqueza artística seguramente estará en cuatro murales realizados en el taller de arte mural en los años cuarenta del siglo pasado, para decorar los lunetos de las Galerías Pacífico por Juan Carlos Castagnino, Lino Enea Spilimbergo, Manuel Colmeiro Guimaraes y Demetrio Urruchúa. Cuando en agosto el museo abra sus puertas, los visitantes podrán asistir al proceso de restauración de esos murales.

Las autoridades aspiran a que el público se acerque a los problemas y tesoros de la cultura argentina a partir de juegos interactivos, recursos estéticos y producciones intelectuales. Por eso, se propondrán desafíos como el cerebro mágico, el bingo de voces, la sopa de letras o la palabra desconocida, que intentan responder preguntas frecuentes sobre la lengua; reconocer la sonoridad, similitud y diferencias de las lenguas que se hablan en el país; conocer la etimología de palabras de uso común y dar a conocer términos de otras latitudes y épocas.

"El acceso a la información será a través de los juegos", dijo López a La Nacion, y agregó que el sector destinado al libro no aludirá a la historia del libro como objeto, sino que se abordarán algunos títulos a partir de nudos problemáticos de la cultura argentina. Entre ellos, figuran el libro como pedagogía política, como el Nunca más o Nuestra patria , de Carlos O. Bunge; escrituras de emergencia, como Facundo , de Domingo F. Sarmiento; Operación Masacre , de Rodoflo Walsh, o Paso de los libres, de Arturo Jauretche. Otros nudos problemáticos o recorridos son los diccionarios, las "hogueras y prohibiciones", las traducciones, los manuscritos del pasado y el Martín Fierro y su crítica.

Para facilitar al visitante que haga experiencia de la lengua y se reconozca como hacedor de ella, se instalará una sala con superficies espejadas, pantalla semicircular, piso de humo seco y un techo especial. Con la dirección de la cineasta Albertina Carri, el proyecto incluye la proyección de una ficción filmada en Las Lomitas (Formosa), con escenas en las que se incluyen habitantes de la comunidad pilagá y recursos de animación. "No queremos que sea un lugar de tránsito, sino el umbral que abra paso al visitante hacia la Biblioteca Nacional", dijo López.

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