Por Pablo Stefanoni - Diario Clarín
Las Fuerzas Armadas bolivianas lanzaron un polémico y aún algo misterioso programa de entrenamiento para civiles cuestionado por la oposición y defendido por los militares y el gobierno con el argumento de difundir y legitimar la doctrina del patriotismo en la sociedad civil.
“Se trata de civiles de las filas de los movimientos sociales, especialmente de las comunidades rurales y ayllus (indígenas)”, dijo el comandante de la Séptima División de Ejército, Herlan Ampuero, quien aseguró que no ve nada de malo en esa relación cívico-militar. Sin embargo, los sindicatos rurales más influyentes –como los cocaleros o la federación de mujeres campesinas– negaron estar participando de la instrucción.
Unos sesenta hombres y mujeres iniciaron el martes pasado su formación teórica y práctica con los “Rangers” de Santa Cruz, como parte del proyecto “Entrenamiento de patriotas” que cubrirá todo el país. El comandante de la Octava División con base en esta región del oriente boliviano, el general Ramiro Siles, señaló que la instrucción a los civiles es para “defender la Patria ante cualquier eventualidad”.
Por su parte, el vicepresidente Alvaro García Linera intentó calmar a los críticos señalando que estos entrenamientos son como un servicio militar ampliado, que no deberían generar preocupación. Para el gobierno, se trata de refrescar la capacitación de los reservistas activos, los que –según los críticos– sólo son convocados en situaciones de conflicto. Además, las mujeres participan de los entrenamientos. “Estamos haciendo entrenamiento con varios ciudadanos que han venido a la guarnición de Cochabamba, hasta ahora tenemos alrededor de unas 200 ó 300 personas”, informó a los medios el comandante Ampuero.
Uno de los críticos fue el sacerdote Marcial Chupinagua, portavoz del Cardenal y máxima autoridad católica Julio Terrazas, quien consideró que estos proyectos crean “un clima de constante apronte, guerra, desconfianza e inestabilidad que no es favorable ni positivo para un país que quiere construirse con base en la unidad y vencer flagelos como el narcotráfico, corrupción y la pobreza”. Y consideró un despilfarro las adquisición de armas, en referencia implícita a la proyectada compra de armas a Rusia por más de 100 millones de dólares acordada por el gobierno boliviano.
En el mismo sentido, el ultraopositor presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Luis Núñez, sostuvo que a la gente se le debe enseñar “a leer, a escribir y a trabajar, y no a matar”. Y el gobernador cruceño acotó que “con imposiciones e intolerancia no se hace patria ni se logra unidad”. Algunos medios comparan este programa con las milicias bolivarianas de Hugo Chávez, entrenadas para la “guerra popular”.
Desde su llegada al poder en 2006, Evo Morales ha puesto en pie una suerte de pacto indígena-militar. Afecto a la escenificación del patriotismo, el mandatario boliviano ha fomentado los desfiles cívico-militares en momentos emotivos como la inauguración de la Asamblea Constituyente en 2006 o los festejos patrios de este fin de semana, y ha dicho varias veces que fue “en el cuartel” –durante el servicio militar– donde aprendió a “amar a la patria”.
Cada lunes el mandatario se reúne con el Alto Mando militar, algunos ex militares ocupan puestos en el gobierno y las FFAA participaron activamente de varias nacionalizaciones y políticas sociales de la administración Evo. Anteayer, el mandatario indígena convocó a los militares a dar batalla contra el narcotráfico y el contrabando, dos amenazas al “proceso de cambio” identificadas por Morales, quien este año festejó en Santa Cruz la fiesta de la independencia sin incidentes.
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