Por Tini Tran - Agencia AP
Pekín ya es el mayor inversor extranjero en Afganistán; para Kabul, es un socio estratégico
El pequeño negocio de Gul Akbar está repleto hasta el techo, con cables eléctricos y enchufes de todos los tamaños. Prácticamente todo viene de China, lo mismo que los aparatos electrónicos que vende en el concurrido mercado Nader Pashtun, de Kabul.
No lejos de ahí, el nuevo hospital Jamhuriat, de 10 pisos, se yergue en medio de la capital afgana, devastada por la guerra. Pekín aportó 25 millones de dólares y los trabajadores chinos que construyeron la clínica.
Cada día, los afganos forman largas filas frente a la embajada de China, en busca de visas que les permitan cruzar la frontera para realizar actividades comerciales. En momentos en que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN combaten en busca de la estabilidad en Afganistán, China ha ampliado su presencia económica, con varias inversiones cuantiosas y proyectos de reconstrucción. En 2007, Pekín se convirtió en el mayor inversor extranjero en este país, cuando ganó un contrato por 3500 millones de dólares para explotar minas de cobre en Aynak, al sudeste de Kabul.
Estados Unidos está a favor de la inversión china. "Puede ser algo beneficioso. Alentamos a toda la comunidad internacional para que se interese en el desarrollo económico de Afganistán´´, dijo el vocero del Departamento de Estado norteamericano, Gordon Duguid. "Tratamos de establecer una economía de mercado viable en Afganistán. Esta es una forma de alejar a la gente de las actividades ilícitas y de combatir la ideología de los terroristas", consideró.
Para China, la recompensa no es sólo un mayor comercio y acceso a los recursos naturales, sino que constituye una medida de seguridad para su frontera occidental, la vasta región de Xinjiang, donde opera un movimiento separatista de la minoría uigur, según dijo Liu Xuecheng, del Instituto Chino de Estudios Internacionales, grupo investigador de la cancillería china.
"Nuestro interés es claro. Necesitamos un vecino pacífico porque tenemos nuestros propios problemas en Xinjiang", dijo Liu. "Si tenemos un país amigable en Afganistán, puede ayudarnos a manejar asuntos sobre los separatistas, la seguridad y la integridad territorial. Queremos que Afganistán tenga éxito."
Aunque los dos países siempre han tenido buenas relaciones, estas han florecido en los últimos años. En marzo, el presidente afgano, Hamid Karzai, hizo su cuarto viaje a Pekín, donde firmó acuerdos de cooperación económica, capacitación técnica y menores aranceles para los productos afganos. La alianza emergente está dando a Kabul una alternativa frente a sus relaciones con Occidente, normalmente tensas. Ambos vecinos comparten una estrecha frontera montañosa, el Corredor de Wakhan, y tienen vínculos que se remontan a varios siglos atrás, cuando las caravanas de té, especias y otras riquezas recorrían la Ruta de la Seda.
Afganistán está "muy consciente de que Estados Unidos probablemente sólo sea un aliado temporal, de modo que busca un socio de largo plazo en la región. China sería una opción obvia´´, dijo Christian Le Mière, analista de seguridad.
China atrajo gran atención mundial cuando la empresa estatal China Metallurgical Group Corp. ganó la licitación para operar una de las mayores reservas no explotadas de cobre en el mundo. Ese acuerdo, que incluyó compromisos para construir una planta eléctrica, una vía férrea, un hospital y una mezquita, y para emplear a miles de afganos como mineros, eclipsó las inversiones de todos los demás países en Afganistán, incluido Estados Unidos. "China es el mayor comprador de materias primas en el mundo, ya sea en Africa, Asia o cualquier otra parte del mundo. De ese modo, si China quiere venir a Afganistán, ¿por qué no debería hacerlo?´´, preguntó Ghullam Mohamad Yalaki, ministro afgano de Industria y Comercio. Los minerales no explotados del país, incluidos el oro, el hierro, el cobre y el cobalto, están valuados por Estados Unidos en casi 1 billón de dólares. Los funcionarios afganos dicen que, en realidad, es el triple de esa cifra.
Para Yalaki, que encabezó el grupo de dirigentes gubernamentales y empresariales afganos que viajó a China el mes pasado, la contribución de Pekín es tan importante como la que brindan las fuerzas militares de Occidente. "Si podemos generar empleos, los jóvenes no recurrirán a los talibanes. Una buena economía tiene también el impacto de la estabilidad´´, dijo.
El comercio entre los dos vecinos ha crecido en la última década de 25 millones de dólares en 2000 a 215 millones en 2009, de acuerdo con cifras chinas. El ministerio de Yalaki estima que la cifra real, incluido el comercio fronterizo extraoficial, podría ser el doble. En los puestos repletos del mercado de electrónicos en Kabul se muestran los frutos de ese comercio: computadoras, celulares, cámaras, planchas, calefactores y lavadoras. En un pequeño espacio está Suliman Electric, el negocio de la familia de Gul Akbar. "Cuando empecé a viajar a China, mi negocio creció un 50%."
Fuente: Diario La Nación
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