Por Dolores Caviglia
El teatro recuperó todo su esplendor, tras más de tres años de restauración. Fue una noche extraordinaria, que fue seguida por millones de argentinos que volvieron a contar con un símbolo de lo mejor del país. Infobae.com fue testigo de los pormenores de un acto cultural único e histórico
Crédito Foto: GCBA
Luego de más de tres años, el telón del teatro se levantó para volver a deslumbrar a un país que ya lo extrañaba. Fueron muchas las personalidades que se acercaron para presenciar en El lago de los cisnes y La Bohème la recuperación de un edificio mundialmente reconocido. La cita era a las 20:30, pero una hora antes la alfombra roja desplegada por la calle Libertad ya recibía a las personalidades del mundo de la política y la cultura que se acercaban para disfrutar de esta histórica apertura. En primera instancia, los anfitriones y las autoridades máximas del teatro.
El director general y artístico, Pedro Pablo García Caffi, fue uno de los primeros en arribar y al respecto del evento declaró: “Más que expectativas, porque sé lo que va a pasar, porque trabajamos mucho, quiero expresar agradecimiento de que hayan trabajado los mejores hombres de la Argentina en la recuperación conservativa de este edificio, porque los cuerpos artísticos, esceno-técnicos y administrativos sufrieron una transformación de recursos humanos y lo comprendieron y superaron. Hoy en día tenemos un teatro que no solamente abre sus puertas como un edificio histórico sino que abre con el contenido de una programación que va a llevar 183 producciones desde pasado mañana hasta mediados de diciembre, por lo tanto mi sentimiento es de agradecimiento”. Pero su discurso no terminó allí: “Me siento afortunado, porque el trabajo sabía que no iba a ser un lecho de rosas, fue muy arduo, pero las estrategias que pusimos en marcha dieron resultado”. El tema del sonido del teatro no podía estar ausente: “La acústica es de las mejores del mundo, trabajaron los mejores para hacerla. Como estaban los mejores y sabían lo que hacían han recuperado la acústica al nivel que tenía, estamos muy contentos por ello”.
Una vez ingresado el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, se abrieron las puertas del Colón para dar ingreso a los invitados a la función de gala, quienes en su mayoría hicieron honor a esta palabra. Políticos como el presidente de Uruguay, José Mujica; el vicepresidente Julio Cobos; el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti; el presidente del radicalismo, Ernesto Sanz; el senador Carlos Reutemann; y Francisco De Narváez, entre otro; historiadores como Pacho O’Donnell, personalidades como Susana Giménez, Mirtha Legrand, Graciela Borges; los empresarios Luis Pagani, Cristiano Ratazzi; y dos de los bailarines de ballet más importantes de nuestro país, Eleonora Cassano y Julio Bocca, pisaron la alfambra roja para dejar sus huellas en una apertura que quedará en el libro de la Argentina.
El ingreso a la sala duró más de lo esperado, uno de los últimos en hacerlo fue Ángel Mahler, que ante una pregunta que quizá esperaba una respuesta con tintes artísticos prefirió la metáfora: "Solamente pude ver qué estaban haciendo en el teatro por internet, pero me parece que tiene que ser una alegría muy grande para lo argentinos desde ya, y ojalá algún día logremos sonar como una orquesta que suena bien, o sea que no estén peleadas las distintas secciones sino por el contrario que suene armónicamente y que podamos justamente sonar como una orquesta, creo que la orquesta es un buen ejemplo de sonar bien".
La función arrancó más de 15 minutos luego de lo pactado, pero el tiempo atrasado pareció necesario, era mucha la gente y las ansias se sentían. Antes de las 21, entonces, comenzó a sonar el Himno Nacional, todos se pusieron de pie e hicieron vibrar sus cuerdas vocales, las voces sonaban, no eran labios mudos. Al término del mismo, antes de una performance de la danza de Huemac (de Pascual de Rogatis) por parte de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires -comandada por Javier Logioia Orbe-, se escucho un gritó eufórico: “Viva la Patria”, y la gente respondió con un fuerte “viva”.
A continuación llegó la hora de El lago de los cisnes, pero sólo del acto III. El escenario resultó imponente. La obra de Tchaikovski fue representada con escenografías y colores impactantes, llenos de luminosidad, hasta aquel de los cisnes negros, donde se destacaron no sin razón Alejandro Parente y Silvina Perillo. Cuando se cerró el telón -restaurado sí, pero no aquel que se pensaba iba a reinaugurar el escenario, el ganador del concurso que se armó para tal fin- para indicar la pequeña parte de tamaña obra había concluido, la ovación al Ballet Estable del Teatro Colón, liderado por Lidia Segni, fue total. Los más de 40 bailarines salieron a saludar y a recibir una merecida melodía de palmas. Entonces llegó una pausa para beber alguna que otra copa de champagne, que duró más de 50 minutos, los indicados para saludarse, eran más de 2.500 los invitados.
A las 22:30 comenzó la representación del acto II de la ópera La Bohème de Puccini, en esta ocasión con los músicos de la Orquesta Estable del Teatro dirigidos por Stefano Ranzani. Los calificativos se repiten, la escenografía era imponente, hasta se superponía. Y los artistas, incluidos niños y hasta un pequeño perro, deslumbraron al auditorio, que aunque por menos tiempo estuvo tan hipnotizado por los bohemios parisinos como por los cisnes.
Fue una noche de sincronización corporal, de movimientos secos y amplios de una batuta que consiguió lo que buscaba, de sonidos aglomerados pero musicales en su completitud, de empeines extendidos, casi planos. Fue la noche del Teatro Colón, que con esta reinauguración entró en el futuro, dejó atrás un tal vez corto pasado de mudismo y escribió otra página de la historia argentina.
Fuente: Infobae.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios mal redactados y/o con empleo de palabras que denoten insultos y que no tienen relación con el tema no serán publicados.