Por Silvia Pisani - La Nación
Elimina la política de los ataques preventivos; apuesta a las alianzas
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llegó a una conclusión: la fuerza militar de la superpotencia es necesaria pero no suficiente para garantizar la seguridad. Por eso, ayer lanzó una nueva estrategia que, en lo central, declara el abandono de las decisiones unilaterales y de la guerra preventiva practicada por su predecesor, George W. Bush. En cambio, pone énfasis en una "estrategia de seguridad" que, sin prescindir del poder militar, se centra en la diplomacia, en la cooperación internacional y en la necesidad de una "economía fuerte" que haga al país "menos vulnerable".
También innova en lo directamente operativo, al eliminar el enfoque de "guerra contra el terrorismo" para apuntar a la red internacional Al-Qaeda como enemigo. Con igual determinación, habla de la atención que se debe prestar al enemigo que pueda haber "dentro de casa", en alusión a la creciente presencia de "ciudadanos norteamericanos radicalizados" en ataques de la organización terrorista.
"Abordaremos la solución de los problemas globales mediante la cooperación con nuestros aliados", dijo el viceconsejero de Seguridad Nacional, Ben Rhodes, al presentar la nueva política, expresada en un documento de 52 páginas que fue enviado al Congreso, tal como se exige por ley a cada presidente. "Eso se suma al compromiso de profundizar nuestras relaciones con potencias emergentes como China, la India, Rusia, Sudáfrica y Brasil", dijo el funcionario, que señaló que la nueva política implica un "giro de 180 grados" para hacer frente al terrorismo internacional y doméstico, así como el cambio climático y la proliferación nuclear.
La presentación del ambicioso plan no llegó a despejar aparentes contradicciones. Entre ellas, el hecho de que se pondere el liderazgo de Brasil y, en forma simultánea, se admitan "serios desacuerdos" con su política de acercamiento a Irán, según subrayó la secretaria de Estado, Hillary Clinton.
En lo relativo a América latina, el consejero de Seguridad Nacional, James Jones, afirmó que Washington pone "mucho interés" en la región. La enumeración regional no incluyó a la Argentina ni a la reciente presencia de la presidenta Cristina Kirchner en esta ciudad para participar en la cumbre sobre seguridad nuclear convocada por Obama. También mirado desde América latina, otro de los puntos llamativos es el reconocimiento del G-20 como grupo de desarrollo económico, por encima del G-8, un giro que empezó a notarse con la llegada de Obama al poder y que, en lo diplomático, da más juego a la Argentina, que es uno de sus integrantes.
Según la Casa Blanca, se trata de la primera estrategia de seguridad nacional que integra la seguridad interna dentro de la estrategia global. De hecho, reconoce la necesidad de prevenir actos terroristas perpetrados por ciudadanos de este país o extranjeros que se encuentren en territorio norteamericano, tal como ha ocurrido recientemente. "La experiencia demuestra la amenaza que representa la presencia aquí, en casa, de individuos radicalizados", dice el documento. Y esa nueva situación también pasa a ser parte del foco.
El informe menciona específicamente a la red terrorista Al-Qaeda como el gran enemigo de Estados Unidos y señala también los programas nucleares de Corea del Norte y de Irán, al tiempo que afirma que no hay una guerra contra el mundo musulmán.
Pese a su declarado giro, Estados Unidos no renuncia a ejercer la supremacía militar, a la que considera imprescindible como factor de influencia en el exterior. "Nuestra estrategia comienza reconociendo que nuestra fuerza y nuestra capacidad de influencia en el exterior se inician con los pasos que demos en casa", subraya, sin embargo, Obama, al presentar la nueva doctrina. La primera declaración oficial del presidente sobre sus objetivos de seguridad nacional intenta un equilibrio entre el poder militar y la diplomacia. Pero innova al incorporar la necesidad de contar con una economía sana como instrumento indispensable para la seguridad. "En el centro de nuestros esfuerzos está un compromiso para renovar nuestra economía, que funciona como la fuente de la potencia americana."
Alerta también contra el peligro de querer extender la supremacía norteamericana a todos los rincones del planeta. Eso, más allá de los esfuerzos del país por el desarrollo democrático en los dos países con los que se encuentra comprometido en guerra: Irak y Afganistán. "Para triunfar tenemos que afrontar el mundo tal como es. Las cargas de este joven siglo no pueden caer sólo sobre las espaldas de Estados Unidos", advierte el texto.
El documento firmado por Obama no hace más referencia a la expresión "guerra contra el terrorismo", utilizada durante la anterior administración. "Intentaremos quitar legitimidad al uso del terrorismo y aislar a aquellos que lo practican", indica el documento. "Pero no es una guerra mundial contra una táctica -el terrorismo- o contra una religión -el islam-. Estamos en guerra con una red específica, Al-Qaeda, y contra los terroristas que la apoyan", subrayó el documento. Entre las primeras reacciones hubo cierto escepticismo sobre la traducción que la ambiciosa declaración pueda tener en lo pragmático, sobre todo, si se tiene en cuenta el fracaso en coordinar la acción de las distintas instancias burocráticas de la seguridad nacional.
LOS CAMBIOS EN SEGURIDAD NACIONAL
- Compromiso diplomático. La nueva doctrina de seguridad nacional anunciada ayer rompe con el unilateralismo de la era Bush y apuesta por la cooperación global, el desarrollo de alianzas amplias y el fortalecimiento de los organismos internacionales.
- Potencias emergentes. Se priorizará la profundización de las relaciones con países como China, la India, Brasil y Sudáfrica.
- Disciplina económica. El refuerzo del crecimiento económico y la puesta en orden la situación fiscal deben ser considerados prioridades de seguridad nacional.
- Terrorismo. El documento pone énfasis en la lucha contra el terrorismo, especialmente los radicales enraizados en Estados Unidos, después de que se detectara una serie de incidentes protagonizados por extremistas nacidos o residentes en el país.
- Enemigos. El documento menciona específicamente la red terrorista Al-Qaeda como el gran enemigo de Estados Unidos, y señala también los programas nucleares de Corea del Norte y de Irán.
- Diálogo. Confirma la determinación de Obama de intentar involucrarse y dialogar con los denominados "países hostiles", pero advierte a Corea del Norte e Irán que tiene "múltiples formas" para aislarlos si ignoran las normas internacionales.
- Potencia militar. El documento formaliza el propósito de Obama de hacer hincapié en la diplomacia multilateral por sobre el poderío militar. La fuerza debe ser el último recurso, una vez agotada la vía diplomática, diferencia radical con la doctrina de la guerra preventiva en que basó Bush su política exterior después del 11 de Septiembre.
Fuente: Diario La Nación
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