Por Pablo Adreani Para LA NACION (*)
Intuyendo o tomando nota de que "la cosecha de soja en América del Sur superará los 135 millones de toneladas", los chinos comienzan a aplicar todo tipo de estrategias con el objetivo de "provocar la baja en los precios de los productos que ellos importan".
En el caso del aceite de soja, China es el primer importador del mundo y la Argentina es el principal exportador de ese commoditie al país asiático. No debe llamar la atención entonces la sugerencia del gobierno chino a sus importadores, de limitar las compras de aceite de soja proveniente de la Argentina.
Se habla de represalias por las medidas antidumping impuestas por la Argentina dos años atrás. También se dice que China quiere aplicar una normativa que rige del 1° de abril de 2003 que establece un nivel máximo de 100 partes por millón de residuos de solventes en el aceite crudo de soja que ingrese en dicho país. En ambos casos se trata de medidas algo tardías, y por eso parece más una simple estrategia de los chinos para lograr un impacto bajista en los mercados. El hecho por destacar es que se está asestando un duro golpe a uno de los sectores más competitivos y de mayor influencia en el ingreso de divisas y de retenciones que tiene la Argentina, el complejo industrial aceitero.
Ahora corren serio riesgo tanto los productores de soja, como la industria aceitera exportadora y el mismo Gobierno. Los productores podrán ver resentido su ingreso ante una potencial caída en los precios de la soja. La industria aceitera podrá ver reducida su capacidad de procesamiento, provocando un aumento de sus costos operativos y aumentando la posibilidad de tener que parar plantas, con el lucro cesante que ello implica y el riesgo de afectar la demanda laboral. El Gobierno verá reducida en forma sustancial el ingreso de divisas, menos dólares en el circuito financiero, y de la misma forma se podrá reducir también el ingreso por retenciones. En términos de hipótesis, una reducción en 500.000 toneladas en las exportaciones de aceite de soja de nuestro país, sumado a la baja que ya se produjo en el precio del aceite FOB puertos argentinos, produciría una caída en el ingreso de divisas de US$ 523 millones. Con respecto al ingreso de retenciones se vería reducido en US$ 168 millones, sólo considerando la merma en las exportaciones y el precio ya ocurrido en el aceite de soja.
En términos de mercado China sabe muy bien que es el principal comprador de aceite de soja de la Argentina y esto lo hace sentir con estos anuncios, que ya tuvieron lugar en el pasado. Mientras tanto la industria aceitera corre el riesgo de tener que reducir fuerte su actividad, en un año que apuntaba a superar todos los records de molienda y exportaciones. Cosa que sí está sucediendo en Brasil, donde marzo cerró con exportaciones record de soja por 3 millones de toneladas.
La falta de demanda de exportación tendrá impacto negativo en los precios de la soja perjudicando a productores y al Gobierno por partes iguales. Con este escenario, cada vez esta más cerca el fantasma de la soja de 200 dólares. Con una baja de 20 US$/t en el poroto, la baja que ya se produjo en el aceite más una potencial baja de 10 US$/ton, el ingreso de divisas se verá disminuido en casi US$ 700 millones. Lo sucedido con el complejo soja en esta campaña nos debe servir de experiencia para no depender en el futuro de los ingresos de un solo producto. La política del Gobierno acentuó la sojización pues el productor se vio obligado a incrementar su producción en aquello que realmente puede vender. Ahora se deberían aplicar políticas que hagan más equilibrada la canasta agropecuaria.
(*)El autor es presidente de AgriPac Consultores
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