Lo dijo el economista Jacob Ryten. El especialista en estadísticas canadiense dice que «la línea de pobreza es una mezcla de consideraciones objetivas y políticas».
Hace dos años y medio, cuando comenzó la intervención en el INDEC, Jacob Ryten fue entrevistado por primera vez por este diario. En ese momento, este especialista en estadísticas canadiense, que asesoró a la Argentina en la elaboración del IPC (antes de que desembarcara el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno), vaticinó: «Una vez empezada la manipulación, no se tiene cómo retroceder». Y no se equivocaba.Hoy, luego de que se profundizó la intervención en el instituto de estadísticas, Ryten descree que el Gobierno intente dar mayor credibilidad al instituto. «El gran problema de la mentira es que es fácil entrar, pero difícil salir». «Para empezar a retomar lo perdido, tendrán que pensar en un cambio radical. Hay un montón de medidas que son obvias que hay que tomar», sentenció Ryten, que preparó el último Manual de Organización Estadística que distribuye la ONU.
Pobreza
Periodista: ¿Habría que modificar la metodología de medición de la pobreza?
Jacob Ryten: El problema fundamental de la medición de la pobreza es la credibilidad, no la manera de elaborarla. Si la metodología es buena o mala, es el menor de los problemas. En sí, la línea de pobreza es una determinación estadística que está llena de emociones y consideraciones políticas. Es difícil elaborarla para cualquier instituto del mundo que tenga una trayectoria de trabajo bien hecho, por lo que para el INDEC es incluso peor.
P.: ¿Cuáles son las dificultades para elaborar una buena medición?
J.R.: Existen por lo menos tres, que van más allá de los problemas de credibilidad. Por un lado, realizar la encuesta de hogares implica un trabajo que involucra al menos a 500 técnicos, además de experiencia. Hoy el INDEC está tan debilitado que con los recursos que tiene no puede llevar a cabo esta tarea de manera correcta. En segundo lugar, es necesario que la sociedad acepte los métodos seleccionados de medición de la pobreza.
Entonces, lo prudente es que antes de poner en práctica una nueva metodología haya un debate abierto de cómo debe medirse en el que participen académicos. Por último, hay que considerar el hecho de que la línea de pobreza no es una línea objetiva. Es una mezcla de consideraciones objetivas y políticas. Normalmente, una oficina de estadísticas no es quien la fija, sino que la ejecuta. Es el Gobierno el que debe definirla.
La encuesta da la distribución de gastos e ingresos y luego es el Gobierno el que debe decir cuál es la línea de pobreza por tomar. Eso es al menos lo que sucede en países serios, como en Canadá o Francia, por ejemplo. Pero estos tres problemas se dificultan aún más, ya que el INDEC está debilitado; además de que no existe una discusión abierta previa ni el Gobierno está preparado para definir qué es pobreza.
P.: ¿Entonces, sería mejor continuar al menos con la actual?
J.R.: Decir que hay que medir la pobreza de una u otra forma es sólo retórica, no es real. Me hace recordar cuando hace dos años decían que el INDEC iba a adoptar el método de cálculo del IPC de Estados Unidos. A nivel internacional todos saben de la manipulación de estadísticas en la Argentina. El INDEC es sinónimo de mentira.
Problema
P.: ¿Serviría dar a conocer la metodología de elaboración del IPC?
J.R.: No creo, porque aunque digan la verdad, es difícil transmitirla. El gran problema de la mentira es que es fácil entrar, pero difícil salir. Supongamos que con buenas intenciones el ministro de Economía explica la metodología; ahora nadie le va a creer. El tema es cómo llegar a una convergencia en las cifras. Para empezar a retomar lo perdido tendrán que pensar en un cambio radical. Hay un montón de medidas que son obvias que hay que tomar.
P.: ¿Qué opina de la creación de un Consejo Académico para evaluar al INDEC?
J.R.: Es un paso razonable. Ahora hay que saber cuáles son las condiciones en las que ese consejo va a trabajar. Existe un montón de etapas en el proceso que hay que ver si se cumplen. Si el Consejo Académico tiene toda la libertad, entonces sí representaría un progreso. Pero supongamos que este cuerpo encuentra errores; en ese caso, el problema es cómo recuperar el pasado para unirlo con el futuro. Lamentablemente, no hay precedentes de situaciones de este tipo, entonces no existen libros que indiquen cómo volver a tener estadísticas cuando no hubo durante dos años.
Fuente: Entrevista de María Iglesia para Ambito.com
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