Investigadores del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores sostuvieron que hay mecanismos de control biológico para erradicar al mosquito, y especialmente las larvas, que permiten acciones de regulación
El Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (Cepave) depende de la Universidad Nacional de La Plata y sus profesionales propusieron el uso de recursos naturales para desarrollar una estrategia a largo plazo que permita evitar la propagación del dengue.Los expertos aseguraron que la naturaleza tiene armas para controlar la propagación de las especies, por lo cual conocerlas permitirá desarrollar estrategias a largo plazo.
El Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (Cepave) depende de la Universidad Nacional de La Plata y sus profesionales propusieron el uso de recursos naturales para desarrollar una estrategia a largo plazo que permita evitar la propagación del dengue.Los expertos aseguraron que la naturaleza tiene armas para controlar la propagación de las especies, por lo cual conocerlas permitirá desarrollar estrategias a largo plazo.
En sus laboratorios desarrollaron investigaciones en búsqueda de mecanismos de control biológico para erradicar al mosquito, y especialmente las larvas, utilizando "enemigos naturales" que permiten acciones de regulación y control. Dentro de la gama de los patógenos se descubrió un hongo llamado Leptolegnia Shermani, que en las pruebas de laboratorio demostró tener gran efectividad en la eliminación del mosquito. "La ventaja de esta alternativa, el control biológico, es que no afecta a otras especies animales ni vegetales", explicó Juan José García, y subrayó que "hay componentes del ambiente que se encargan" de frenar la proliferación de cada especie.
Las investigaciones realizadas recién superaron la etapa de laboratorio, por lo cual "ahora se deberán efectuar los estudios de campo -se estima que pueden durar más de un año- para evaluar si su efectividad se mantiene cuando el hongo es liberado en ambientes naturales", sostuvo el especialista.También se realizaron ensayos con depredadores naturales que se alimentan de larvas y otros estados inmaduros de los mosquitos."Por ejemplo, se logró determinar que los copépodos -pequeños microcrustáceos que habitan los mares y lechos de agua dulce- pueden dar excelentes resultados si se los aplica en tanques o cisternas de agua utilizadas por el hombre para su consumo en aquellas poblaciones que no cuentan con redes de agua corriente", explicó García.
En los laboratorios del Cepave también se hicieron pruebas exitosas con Planarias, un pequeño gusano de forma plana que se alimenta de larvas y funciona muy bien en receptáculos de agua. "No obstante, este depredador es de acción limitada ya que no tiene la capacidad de trasladarse de un lugar a otro y colonizar así los diferentes criaderos", manifestaron. Para espacios más grandes, como fuentes o piscinas, "se ha demostrado la conveniencia de sembrar mojarritas. De hecho, con apenas un par de estos pequeños peces se puede controlar y erradicar las larvas de estos espejos de agua", sostuvo.
De todas maneras, los especialistas de la UNLP insistieron en remarcar que "estos mecanismos de control biológico son de uso limitado y quedan restringidos a casos puntuales y específicos". Arnaldo Maciá, investigador del Cepave, expresó que "la llegada del invierno y la consecuente desaparición de los mosquitos termina por transformarse en un arma de doble filo porque se relajan los sistemas de control y las políticas sanitarias y de prevención"."El Aedes aegypti cuenta con una adaptación natural que resulta clave a la hora de instrumentar mecanismos de control de la enfermedad", dijo."Los huevos de esta especie de mosquito tienen la capacidad de pasar largos períodos de hibernación en diapausa, es decir, que no eclosionan hasta que la temperatura media del ambiente no supere los 14 grados centígrados y gracias a esta cualidad los embriones pueden mantenerse con vida aún en lugares completamente secos a la espera de agua y calor", agregó.
Si bien el dengue se había declarado erradicado de Argentina en 1963, desde 1989 la población del mosquito comenzó a expandirse de nuevo en la región.Científicos del Cepave detectaron su presencia en la provincia de Buenos Aires y en la ciudad de La Plata en 1996. A partir de allí, este Centro realizó mediciones semanales de densidad y desplazamiento de las poblaciones de Aedes aegypti durante más de dos años."En el 2000 presentamos un informe detallado a las autoridades sanitarias anticipando que esto que vivimos hoy podía ocurrir", concluyó Maciá.
Fuente: Infobae.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios mal redactados y/o con empleo de palabras que denoten insultos y que no tienen relación con el tema no serán publicados.