viernes, 6 de febrero de 2009

La CNEA empezó a encarar la construcción del Carem, un reactor de diseño nacional

El Ministerio de Planificación instruyó a la Comisión Nacional de Energía Atómica a encarar sin demora el proyecto Carem, la minería del uranio y la reactivación del enriquecimiento de ese mineral.

La localidad bonaerense de Lima va en camino de transformarse en un polo de actividad nuclear En cumplimiento de una directiva impartida por el Ministerio de Planificación a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), ese organismo pasó a redoblar sus esfuerzos en tres diferentes objetivos. El lanzamiento del proyecto Carem, la reactivación del enriquecimiento de uranio y la reactivación de la extracción de ese mineral cuyas labores sufrieron en los últimos años fuertes embates ambientales.

Para un país que en seis o siete años va en camino de contar con más de 3.200 MW disponibles en cinco reactores de potencia, la provisión local de ese mineral pasó a ser un factor absolutamente prioritario, máxime si se cuenta con las reservas uraníferas adecuadas en el subsuelo.

Como punto de partida de la política de Estado de reposicionamiento de la actividad nuclear en la CNEA se resolvió hacia mediados del 2006 la inmediata creación de una Gerencia Carem porque el diseño de un reactor de tecnología nacional promete convertirse en mediano plazo en un producto de exportación de gran potencialidad en los mercados del exterior. En una primera instancia en el seno de la CNEA se generó un fuerte debate sobre si ese organismo científico y de investigación tenía aptitud como para desenvolverse como un proveedor industrial. Para mayor inconveniente la prosecusión a velocidad crucero de las obras de la usina de Atucha II privó al proyecto Carem de valiosos recursos humanos.

En vista de los desafíos que afronta la actividad nuclear por lo pronto en Lima, donde desde 1973 funciona Atucha I, en quince meses hará lo propio Atucha II y en un plazo de siete años habrá de operar una cuarta usina nuclear del tipo Candú. También será el lugar elegido para emplazar el Carem por construirse sobre un predio de 14 hectáreas que ocupó una ex planta experimental de agua pesada que fue desmantelada.

Justamente sobre esos terrenos hoy la CNEA negocia con la Universidad Tecnológica Nacional la realización de los respectivos estudios de impacto ambiental del Carem sobre esa zona de Lima, así como los imprescindibles relevamientos de la geología del subsuelo del lugar. A tal punto se aceleraron los tiempos del Carem que ya existe la idea de empezar con las obras de su construcción en el segundo semestre de 2010, a la vez que ya se formuló a Industrias Metalúrgicas Pescarmona una consulta inherente al precio de la fabricación del reciente de presión de ese reactor, que tendrá un potencial de 25 MW.

Siempre en línea con los desafíos que se avecinan, la CNEA salió en la actualidad a reclutar la incorporación de (50) graduados en distintas especialidades universitarias que revistarán en la dotación de un Centro de Servicios a las Centrales Nucleares que se establecerá en Lima.

A la luz de todos los cambios que vienen registrándose en el campo atómico, la CNEA suscribió inclusive un Protocolo Adicional con la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) que, si bien todavía no está vigente, al menos servirá como salvaguardia de que ninguno de los desarrollos científicos y tecnológicos que puedan materializarse en los años que vienen sufra desvíos ajenos a las aplicaciones pacíficas que son esperables de esos proyectos.

Sin haber comenzado todavía a existir físicamente el reactor Carem, ya despertó el interés de una empresa minera canadiense (Boralex) interesada en poder contar con una fuente de generación en un emplazamiento geográfico aislado de ese país del Norte. Llevados de la mano por la gente de la Atomic Energy of Canada Limited (AECL), cuyos profesionales están desde hace muchos años familiarizados con el sector nuclear argentino por su carácter de haber sido los proveedores del reactor Candú construido en Embalse en la década del ochenta, los técnicos de esa compañía minera se les hacía problemático poner en marcha una usina convencional en un alejado punto del vasto territorio canadiense por los esfuerzos que demandaría el traslado de grandes volúmenes de gasoil o fuel oil.

En cambio, el futuro reactor de diseño argentino sólo requerirá de unos pocos elementos combustibles al año cuyo tamaño apenas llegan al metro y medio de longitud, lo que simplificaría sensiblemente sus problemas logísticos además de que el funcionamiento del Carem no entrañaría ningún impacto ambiental como no fuera el desmantelamiento obligado de esa instalación cuando hubiera cumplido su ciclo de vida útil.

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