En marzo vence el plazo para finalizar el financiamiento de la obra; podría rescindirse el contrato o pagarse con fondos públicos
Hace un poco más de un año, la presidenta Cristina Kirchner, encabezó un acto en la Casa Rosada. Todavía eran épocas en las que no se utilizaban los jardines de Olivos como escenografía de fondo y en los que la compulsión por los anuncios no se había manifestado. Fue el 16 de enero del año pasado.
Hace un poco más de un año, la presidenta Cristina Kirchner, encabezó un acto en la Casa Rosada. Todavía eran épocas en las que no se utilizaban los jardines de Olivos como escenografía de fondo y en los que la compulsión por los anuncios no se había manifestado. Fue el 16 de enero del año pasado.
En ese momento, la Presidenta estaba acompañada por gran parte del gabinete y el ministro de Transporte de Francia, Dominique Bussereau. Se anunció la adjudicación del tren de alta velocidad, que se llamaría Cobra y que uniría las ciudades de Buenos Aires con Rosario en 85 minutos, y con Córdoba, otros 90 minutos más.
"La firma [del contrato] no es sólo un acto de comercio ni una obra pública entre ambas naciones -dijo la Presidenta-, sino un salto importante a una modernidad diferente, a una Argentina diferente, que viene a complementar un desarrollo en materia de articulación vial, de comunicación, de transporte que se desarrolla en todo el país."
En 90 días, se envalentonó el Gobierno, empezaría la construcción. Y en 30 meses, Rosario y Buenos Aires, estarían unidas por esta maravilla del transporte mundial. La obra fue adjudicada al consorcio Veloxia, un grupo liderado por la francesa Alstom, las argentinas Iecsa (del empresario Angelo Calcaterra) y Emepa (de Gabriel Romero), y la española Isolux Corsan.
Pasaron 10 meses... y nada. Más aún, el proyecto transita los últimos 50 días clave como para saber si será la Argentina el primer país de América latina en contar un tren de alta velocidad.
Sucede que desde aquel acto optimista hasta ahora varias cosas han cambiado. No sólo la crisis externa alejó más que nunca la posibilidad de que la Argentina consiguiera que alguien aceptara financiar un proyecto de algo más de 4000 millones de dólares.
Internamente, la incertidumbre económica que se instaló en el país en el último año hizo aún más difícil el fondeo del proyecto. Lo cierto es que desde aquella adjudicación originaria, que preveía que fuera el banco Société Générale el que aportara el dinero necesario para la construcción, se ha pasado a otra que establece que sea el Natixis, otro banco francés, el que fondee la obra. Pero nunca terminó de firmarse el esquema de financiamiento. Y entonces, sin financiamiento firme, pues el contrato de construcción ha quedado stand by .
¿Qué sucede ahora? Pues que el 23 de marzo vence el plazo de un año que se estableció en pleno mandato del ex ministro de Economía, Martín Lousteau, para que dentro de un año se termine de cerrar el esquema. ¿Qué podría suceder el 23 de marzo? Hay cuatro opciones: o se firma el financiamiento con el Natixis, o se prorroga el plazo, o se financia con fondos propios del Estado o se rescinde el contrato. Así de simple.
Cerca del consorcio hay algo de escepticismo. Nadie cree que el proyecto tiene chances de que salga tal como se lo había planteado hace más de un año, cuando se confeccionaron los pliegos. "Habría que modificarlo, ser menos ambicioso, empezar a pensar en poner trenes de alta prestación [que llegan a 200 kilómetros en vez de 300] o hacer un tramo para después empezar el otro. Pero es muy difícil que en las condiciones actuales se pueda realizar la obra de la manera que se creía", resumió una fuente que está relacionada con el proyecto.
Stéphanie Brun-Brunet, directora general del sector transporte de Alstom en la Argentina, habló con LA NACION. Cuenta que la empresa apuesta al país. "Nuestras propuestas tienen como valor agregado el alto contenido local que en todas ellas consideramos, lo que garantiza capacitación, fuentes de trabajo, calidad certificada por normas internacionales y desarrollo de pymes", cuenta. Y agrega: "Ante la actual situación económica internacional, países como Estados Unidos, Francia y Brasil han decidido invertir en obra pública e infraestructura ferroviaria para no frenar su desarrollo y sostener sus economías, para generar un círculo virtuoso esencial en estos tiempos de crisis. Por eso, hoy más que nunca, en medio de una coyuntura económica como la que vivimos, consideramos que proyectos como el TAVE (tren de alta velocidad) deben ser llevados adelante."
Pablo Amorrortu es vocero de Veloxia. Confía en que el tren se realizará. "Entendemos que cerrar su financiamiento hoy es difícil, pero creemos que sería factible conseguirlo si el proyecto se realizara por etapas, tal como se ha hecho en otros países. De este modo, con una primera etapa en ejecución, se pondrían en marcha obras de infraestructura y un primer servicio comercial, mientras se espera una mejor coyuntura internacional para la financiación de las etapas posteriores. Pero ésta es una decisión que no nos corresponde a nosotros. Por el momento, a fines de marzo vence el plazo hoy estipulado para la puesta en vigor de la financiación y el Gobierno se pronunciará al respecto", sentenció.
En el Gobierno no hay palabras sobre el asunto. Como se sabe, el proyecto fue defendido a capa y espada por Néstor Kirchner cuando era presidente electo. Si bien los plazos no se cumplieron en la forma prevista, el proceso avanzó hasta la adjudicación de la construcción. En el medio hubo varios planteos de por lo menos dos ministros de Economía (Lousteau y Miguel Peirano) respecto de las fórmulas financieras que se establecerían y rumores de emisión de un bono soberano, pero no se pudo avanzar.
"La Argentina prometió hace algunos meses pagar al Club de París y eso podría haber destrabado el financiamiento. Pero como tantas otras promesas, no pasó nada", dijo un economista que miró de cerca el proyecto. En medio de la crisis internacional, se profundizó la necesidad fiscal Argentina y poner la billetera oficial para empezar a plantar los durmientes parece lejano, tanto como ver al Gobierno volver sobre sus pasos y admitir que quizás el proyecto era muy ambicioso y deberá concretarse en etapas.
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-Un año atrás: Cristina Kirchner adjudicó la obra al consorcio Veloxia y en el Gobierno indicaron que en 90 días empezaría la construcción
-Financiamiento: el banco que acompañó al consorcio, el Société Générale, se retiró y en su lugar llegó el Natixis.
-Comodidad: "Uno accede en el centro de la ciudad a una estación de trenes, tiene que llegar solamente un minuto antes de que parta del andén y llega también al centro de la ciudad", dijo la Presidenta.
-Sin obras: pese a la promesa, las obras aún no se iniciaron. Pocos creen que el Estado aporte fondos propios como para financiar el proyecto del ferrocarril.
Fuente: Por Diego Cabot - LA NACION
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