viernes, 12 de diciembre de 2008

Friedrich Bergius, inventor del petroleo sintetico a partir del carbón, Premio Nobel, científico nazi y mentor del Plan Quinquenal

Un nuevo libro revela los vínculos entre el peronismo y científicos alemanes durante la posguerra.
En el Cementerio Alemán, en la Chacarita, hay una tumba olvidada. Allí reposan los restos de Friedrich Bergius, un científico nazi que ganó el Premio Nobel de Química, en 1931, compartido con otro compatriota, Carl Bosch, que también trabajó para el "engrandecimiento" del Tercer Reich. Un reciente libro, "Los científicos nazis en la Argentina", escrito por el historiador argentino Carlos De Nápoli, y publicado por Edhasa, revela las incursiones de estos ingenieros, matemáticos, químicos y médicos, durante el Gobierno del primer peronismo.

Pero De Nápoli, a diferencia de muchos autores que se han referido a la presencia de nazis en ese tiempo, trata de explicar este hecho en el contexto internacional de la posguerra, cuando "Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética", disputaban entre sí para conseguir que gran parte de estos talentos se instalaran en sus territorios. "La llegada de científicos y técnicos alemanes, nazis en su mayoría, fue fomentada con el objeto de lograr afianzar a la industria argentina por sobre cualquier país sudamericano. Esta política fue común a todos aquellos países que pugnaban por obtener un desarrollo industrial acelerado. En otros casos, quienes habían ganado la guerra competían por contratarlos para mantener a sus industrias y fuerzas armadas al máximo nivel posible en tecnología de punta", dice De Nápoli.

Entre 1912 y 1913, cuando aún no había cumplido 30 años, Bergius consiguió importantes resultados tendientes a obtener combustibles líquidos a partir de la hidrogenación del carbón y de los aceites pesados. Alemania carecía de petróleo, y estas experimentos de Bergius contaron con todo el apoyo oficial, mucho más cuando Hitler llegó al poder. "El pase de estas experiencias de laboratorio a nivel industrial fue financiado por la empresa alemana BASF, tanto antes como después de formalizarse el monopolio I. G. Farbenindustrie AG, que además de BASF integraban la Bayer, Hoestch, AFGA, y otras dos grandes empresas, conformando así el holding químico más grande del mundo", precisa el autor en diálogo con Clarín.

De Nápoli dice que este gran monopolio -que se había constituido durante la República de Weimar- fue el verdadero ideólogo de los campos de concentración. "Sus empresas controlaban todo, desde el petróleo y el caucho sintético, los medicamentos, las vitaminas, los combustibles que hacían funcionar a los cohetes... Por supuesto, terminada la guerra, ninguno de sus directivos fue preso". Para dimensionar la importancia del descubrimiento de Bergius, basta decir que la Alemania nazi vivió durante los dos últimos años de la guerra del combustible producido en las plantas de petróleo sintético.

"Auschwitz era una planta de petróleo y caucho sintéticos. Los bombardeos de los aliados sobre Auschvitz no eran para salvar a los judíos: el fin era destruir esas plantas, prioridad número uno en el bombardeo estratégico". Cuando Perón lo trae a la Argentina, le dice a Bergius que todo el carbón de Río Turbio es "suyo". ¿Por qué Perón trae a estos nazis? "Porque eran necesarios para el desarrollo industrial argentino.

Bergius, además, es uno de los ideólogos del Primer Plan Quinquenal argentino, que establece las políticas de Estado que va a tener la Argentina por primera vez en su historia. Por primera vez se planifica la economía, hecho que nunca más se produjo. Hay referencias directas a la hidrogenación del carbón para la obtención de aeronaftas, aprovechamiento de las cenizas y obtención de productos químicos".

Cuando se le pregunta a De Nápoli por qué un Nobel como Bergius llega a la Argentina y no es "rescatado" por Estados Unidos, el autor responde: "Porque su invento era contrario a los intereses de las grandes empresas petroleras nortamericanas. Y porque los petroleros yanquis ya habían pactado con el monopolio Farben, que era dueño de la patente. Así que este tipo andaba escapando por el mundo. Bergius murió en Buenos Aires el 30 de marzo de 1949, a los 65 años.

Fuente: Por Alberto González Toro - Diario Clarín

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