viernes, 26 de septiembre de 2008

¿Necesitamos una Fuerza Armada?

El primer acuerdo al que tenía que llegar la sociedad civil era si el país necesitaba o no de una fuerza armada. Hacia fines del siglo XX ciertos sectores plantearon que no era realista pensar en conflictos armados entre países sudamericanos en el futuro, en primer lugar por que la competencia entre los Estados se daba ahora en el campo económico y comercial y no en el militar, en segundo lugar porque la comunidad internacional no permitiría que se desarrollara un conflicto militar y en tercer lugar porque los países sudamericanos deberían estar pensando más en la integración que en el conflicto.

¿Podíamos tal vez seguir el ejemplo de Costa Rica que efectivamente no posee una Fuerza Armada, o en todo caso depender exclusivamente del derecho internacional, del apoyo de la comunidad internacional o de otra potencia, que podría ser la potencia hegemónica, para hacer prevalecer nuestros intereses, en el entendido de que no pretendemos nada que no está apoyado por la justicia y la ley internacional? Al respecto hubo un acuerdo casi unánime entre la sociedad civil consultada de que el Perú necesitaba de una fuerza armada.

Las razones esgrimidas fueron muchas. En primer lugar quedó claro que las naciones hacen respetar sus intereses en el concierto internacional gracias a su poder. Este poder tiene varias facetas y además del poder económico, político, etc. está también el poder militar.
El poder militar en el mundo moderno no siempre se usa para imponer los derechos de un país en el campo de batalla, sino para apoyar a la diplomacia en el campo de las negociaciones.

Un país que negocia sin un poder militar que lo apoye parte de una gran desventaja. Por lo tanto, era deseable tener una fuerza armada. De otro lado, nadie confiaba en que la potencia hegemónica, llámese a los Estados Unidos, pudieran defender los intereses del país -se recordará su conducta frente al Conflicto por las Malvinas-. Era claro que hay muchos aspectos en los cuáles nuestros intereses son diferentes a los norteamericanos.
En las regiones de ceja de selva se mencionó el caso de la política antidrogas como la diferencia más saltante, en donde el Perú plantea el desarrollo alternativo y Washington, aunque apoya esta solución, plantea con mayor fuera la erradicación forzosa. El tema de la presión norteamericana para que el país abandone el Grupo de los 21 también fue tomado en cuenta.

Asimismo, el retiro de parte de la ayuda militar al país por la decisión soberana de no firmar un acuerdo bilateral con Estados Unidos para eximir a los militares norteamericanos de ser llevados ante la Corte Penal Internacional por acusaciones de violación de los derechos humanos también fue recordado. También se trajo a la memoria que los asuntos latinoamericanos, ya no los peruanos, no tienen una prioridad muy alta en Washington, en donde en orden de importancia están después de los asuntos europeos y asiáticos.

Respecto a la posibilidad de que la comunidad internacional haga respetar los intereses peruanos los ejemplos abundaban de la poca capacidad de Naciones Unidas para hacer respetar la ley internacional. Se consideró claramente que el país no podía dejar la defensa de sus intereses en manos de terceros, lo cual haría altamente dependiente y abierto a la incertidumbre de resultados que no podría manejar y a veces ni siquiera influir.

Fuente: Extraído del Libro Blanco de la Defensa de Perú (con agregados)

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