domingo, 7 de septiembre de 2008

Argentina: El país de la infraestructura insuficiente

El frío invernal que este fin de semana azota el área más densamente poblada del país difícilmente cause problemas en el sistema de provisión de energía. El Gobierno seguramente anotará como un mérito lo que no es más que suerte: las nevadas y lluvias en la Patagonia, que venía de dos años de sequía, permitieron recuperar el nivel de los embalses, temerariamente sobreutilizados hasta límites peligrosos en 2007, lo que llevó a una bajante histórica a El Chocón y el lago Marí Menuco. Si el frío de ayer persiste y el consumo de gas por parte de los hogares continúa alto, no habrá problemas en abastecer con generación hidroeléctrica lo que pueda faltar de las centrales a gas.
El Gobierno podrá seguir esquivando la solución estructural para el déficit energético que lleva al sistema al borde del colapso cada invierno, incluso en uno en el que casi no hizo frío.

En cambio, es menos probable que no se repitan los colosales embotellamientos de tránsito de anteayer en la ciudad de Buenos Aires. Hace doce años que no hay inversiones en la red de accesos. Desde la misma fecha los distintos ocupantes de la Casa Rosada y de la Jefatura de Gobierno porteña han sabido que la red ferroviaria urbana y suburbana no da más y necesita una reformulación total. Los proyectos de extensión del subterráneo son insuficientes.

La red nacional de rutas no sólo está en mal estado, sino que además es, desde hace bastante, insuficiente. Con el nuevo esquema de licitaciones por peaje realizado en los últimos años los corredores viales no mejoraron, están peor que en los 90 y son más peligrosos, lo que en buena medida explica que con un parque automotor también mayor haya más accidentes.

La Argentina ha crecido en los últimos años, pero si se contempla la última década el avance del producto bruto interno ha sido inferior al promedio de la región. Con lo cual no sería de extrañar que, como dice el ex presidente del Banco Central Mario Blejer, sea razonable esperar que la economía avance a una tasa superior al cuatro por ciento anual, de no mediar alguna crisis. La infraestructura obsoleta o insuficiente puede ser el impedimento para que se cumpla ese pronóstico.

El camionero Hugo Moyano quiere la reestatización de los trenes, tras aplaudir la de Aerolíneas Argentinas, una compañía por la que sólo el fisco argentino parece dispuesto a pagar y cuyo futuro es difícil por la falta de fondos, el déficit, la flota obsoleta y una cantidad de personal excesivo y con privilegios laborales que, según empresarios del sector, son muy superiores a los de cualquier otra compañía.

Los mismos sindicatos que aplauden que se haya hecho una quita monumental de la deuda -es decir, en los ahorros de los futuros jubilados por el sistema de las AFJP- defienden ahora a capa y espada que el Estado pague las deudas de la aerolínea estatal aceptándolas como si se tratara de un compromiso con alguna entidad divina.

El proyecto sindical, que abona el socialismo K, es que una vez más los futuros jubilados y todos los demás que pagan impuestos se hagan cargo de cuentas, que, según Ariel Basteiro, son producto de un manejo corrupto. Basteiro formuló montones de denuncias. Lo que no se explica es, si es que cierto lo que dice, si impidió que la compañía continuara en su derrotero ruinoso cuando él mismo fue director. Y por qué ahora las deudas comerciales no pueden ser licuadas en una quiebra, como cualquier otra deuda comercial. Los que ahorran para su jubilación no sólo sufren quitas, sino que deben soportar que cuando les licuan sus ahorros aplaudan los diputados que dicen defender el patrimonio público. Esos mismos políticos agitan toda clase de fantasmas si es que a alguien se le ocurre proponer que se licuen las acreencias de proveedores de catering, por ejemplo.

¿Por qué un Estado que tiene tan poco financiamiento que debe recurrir a Venezuela y pagarle 15% en dólares por apenas mil millones de dólares en préstamos debe seguir sumando compañías cuyo déficit no hace más que aumentar mágicamente cuando la administración pasa de privada a pública?

Además, sería buena una discusión de subsidios y tarifas. Pese a los costos pesificados y los subisdios volar unos mil kilómetros cuesta, salvo promociones más que difíciles de conseguir, algo menos de 300 dólares. Es arduo sostener la idea de que se trata de un servicio promocional. Esta clase de operaciones estatales hizo en el pasado que pagaran por el déficit de la empresa personas que por su nivel de ingresos jamás podrían volar.

La Argentina necesita además un moderno sistema de transporte ferroviario urbano para el área metropolitana. Es muy poco lo que la gestión del matrimonio Kirchner ha hecho al respecto. Los proyectos de trenes bala y de alta prestación Rosario y Mendoza no pueden ser más controvertidos. No sólo por el costo, sino por la menor prioridad frente a otras necesidades.

Otra apuesta del kirchnerismo en el sector puede tener poca vida. El coqueto y escasamente útil tranvía de Puerto Madero es alquilado y el contrato termina a fines de año. Si no se renueva, desaparecerá y habrá sido un mero gasto de la campaña presidencial de 2007, además de un aumento del consumo eléctrico en tiempos de fuertes restricciones. Inversores, se buscan
Parece improbable además que si la Argentina persiste en no pagar los fallos arbitrales adversos en el Ciadi consiga inversión extranjera directa de riesgo en el área energética, que es probablemente donde más las necesita.

La normalización de las relaciones con el Club de París, con un pago total o uno parcial y una refinanciación, podría reabrir las ventanillas de crédito, pero faltará entonces que alguien quiera hacer proyectos de inversión para poder aprovecharlos.

No hay ninguna duda de que la Argentina necesita aumentar su oferta energética con fuentes alternativas al escaso gas. Pero difícilmente alguien quiera hacer una usina hidroeléctrica aunque le prometan tarifas mejores que las actuales si su contrato se resume en un acuerdo con Cammesa, que depende de subsidios estatales y tiene importantes atrasos con los generadores, y además a quienes invirtieron en el pasado no se les pagan las sentencias arbitrales favorables.
Parece inevitable para que el crecimiento siga que Cristina cumpla sus promesas de campaña de mayor institucionalidad e inserción en el mundo.

Fuente: Por Jorge Oviedo para el Diario La Nación