viernes, 6 de junio de 2008

La Argentina objetó la declaración de la cumbre alimentaria

Con una decepcionante declaración que llamó a "erradicar el hambre y garantizar los alimentos para todos", y cuyo contenido fue objetado por la Argentina y criticado por varios países latinoamericanos, concluyó ayer la cumbre de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) que comenzó aquí el martes último.

Reflejando la gran división existente entre los 185 países miembros, en total desacuerdo en cuanto a las recetas para combatir el hambre y la actual suba de los precios de los alimentos, la declaración fue aprobada después de arduas negociaciones en las que la Argentina -en desacuerdo con el texto- resultó la gran protagonista.

Mientras muchos hablaban de un nuevo fracaso de la FAO, que ya en otras cumbres se comprometió a reducir el número de personas que pasan hambre sin éxito, la declaración llamó a la comunidad internacional a tomar "medidas urgentes para combatir los impactos negativos del alza del precio de alimentos en los países más vulnerables". "Reiteramos que los alimentos no pueden ser usados como instrumentos de presión política y económica", indicó el documento, que definió como "inaceptable" que "862 millones de personas en el mundo sigan estando hoy desnutridas".

El texto señaló que es necesario estudiar más "profundamente" el impacto de los biocombustibles, uno de los temas que estuvo en el centro de la polémica durante la cumbre. Tal como se había adelantado, la delegación argentina luchó hasta el final, en vano, para que se eliminara la palabra "restrictivas" del párrafo "e" del punto 6 de la declaración, que reafirmaba "la necesidad de reducir al mínimo el empleo de medidas restrictivas que pueden incrementar la volatilidad de los precios internacionales".

Si bien un delegado europeo confió a LA NACION que no entendía por qué la Argentina se sentía "tan perseguida" por semejante pequeñez, ese párrafo fue considerado inaceptable porque fue interpretado por la delegación de nuestro país como un llamado de atención a medidas controvertidas (y restrictivas) como el aumento de las retenciones a las exportaciones dispuesto por el Gobierno, que disparó el actual conflicto con el campo.
La delegación argentina también luchó para que en el punto 11 de la declaración hubiera una condena más fuerte al proteccionismo. "Cuando se parte de diagnósticos equivocados no pueden surgir remedios apropiados, lo que sucede con esta declaración", explicó el delegado de nuestro país. Además, lamentó que en el texto final no se abordara la cuestión del daño producido por "las políticas de subsidio a los cultivos para la exportación y las barreras a la importación" que imponen los países desarrollados. En sintonía con nuestro país, Venezuela criticó la declaración por no tener un "genuino espíritu humanitario".

En tanto, Cuba dijo que el texto fue "el resultado de la falta de voluntad política de países del Norte para poner fin al hambre de forma duradera". La representante de Ecuador, por su parte, afirmó que "son muchos los países que no están de acuerdo". Poco después se expresaron en forma similar sus pares de Nicaragua y Bolivia.

La objeción argentina y las protestas de los otros países latinoamericanos no impidieron la aprobación del documento -que necesitaba el consenso de todos-, en lo que se consideró una tradicional salida diplomática para evitar el desastre. De todas formas, ya antes de las demoras y las críticas la cumbre había sido definida como un "fracaso" por más de 200 ONG y movimientos sociales representantes de la sociedad civil, que subrayaron que las decisiones tomadas en la cumbre "no llenarán los platos de los que tienen hambre".

"Se están imponiendo los criterios de las grandes empresas agroexportadoras, que son ocho multinacionales que dominan el mercado, y no se tienen en cuenta ni los países ni los agricultores", dijo a LA NACION el argentino Egidio Angel Strapazzoni, del Movimiento Campesino de Santiago del Estero. "Los generadores del aumento de precios son estas multinacionales, que especulan con los alimentos", agregó. En medio de las críticas, el canciller italiano, Franco Frattini, definió el documento como "bastante decepcionante respecto a las premisas iniciales". Para cerrar la reunión con alguna noticia positiva, se informó que durante los tres días de la cumbre hubo donaciones por 7000 millones de dólares de distintos países y organismos.

Fuente: Elisabetta Piqué (Diario LA NACION)