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viernes, 15 de abril de 2016

La intervención militar de Rusia en Siria: Oportunidades y riesgos

Por Javier Jordán Enamorado Profesor Titular Ciencia Política UGR-Investigador visitante en el IEEE

Resumen:
Este documento describe en detalle los principales elementos de la intervención militar rusa en Siria.
Analiza los objetivos políticos que pretende alcanzar Moscú: proteger los intereses rusos en el país,
incrementar la influencia rusa en Oriente Medio, cuestionar el liderazgo regional y global de Estados
Unidos, y contener la expansión del Daesh. El documento presta también atención a los riesgos que
supone para Moscú el despliegue militar, y finaliza analizando dos posibles escenarios derivados de la intervención rusa en Siria.

La intervención militar rusa en Siria, iniciada el 30 de septiembre de 2015, ha añadido un elemento de complejidad al poliédrico conflicto sirio y –desde una perspectiva más amplia– a la guerra regional por delegación (proxy war) en Oriente Medio.

Este análisis tiene por objeto ofrecer una valoración temprana sobre las oportunidades y riesgos que plantea a Moscú la decisión de implicarse directamente en las hostilidades. Para ello se examinan en primer lugar las acciones militares llevadas a cabo por las fuerzas rusas. A continuación se analizan los motivos que han impulsado la actuación rusa, se ponderan los riesgos, y –finalmente– se valora el impacto que la intervención rusa puede tener sobre el desarrollo del conflicto.

CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DE LA CAMPAÑA MILITAR RUSA EN SIRIA


Rusia ha desplegado aproximadamente dos mil efectivos en Siria. Cifra que incluye los pilotos de las aeronaves, el personal de mantenimiento, el contingente de artillería de campaña, y una fuerza de protección de las instalaciones con algunos carros de combate T-90 y vehículos de combate de infantería BTR-80, más varios vehículos con el sistema antiaéreo Pantsir-S1.

En total la fuerza expedicionaria rusa cuenta con 34 aviones de combate en la base aérea Bassel Al Assad en Latakia. Los aviones son de cuatro modelos:
-6 SU-30 Flanker (en denominación OTAN, este modelo y los siguientes). Es un avión de combate mutilrol y avanzado que algunos comparan al F-15E norteamericano. Entró en servicio a mediados de la década de 1990.
-4 SU-34 Fullback. Es un avión todavía más avanzado, especializado en el ataque al suelo. Entró en servicio en la fuerza aérea rusa en 2006 y su despliegue en Siria constituye una oportunidad para probarlo en combate. Tanto el SU-30 como el SU-34 tienen capacidad de ataque nocturno.
-12 SU-24 Fencer. Se trata de un avión más veterano, propio de la Guerra Fría. Su desarrollo se inspiró en el F-111, pero con una carga bélica menor, y como consecuencia incorporó parecidas limitaciones para el combate aire-aire. Su función principal es ataque al suelo.
-12 SU-25. Es también un avión de ataque al suelo que cuenta con varias décadas de servicio.

A ellos se añade una veintena aproximada de helicópteros. Entre ellos los de ataque Mi-24P, que además de patrullar el perímetro de la base rusa están prestando apoyo aéreo cercano, con la considerable potencia de fuego que caracteriza a estos aparatos.

Por otra parte, el despliegue militar ruso cuenta con el apoyo desde el mar de una escuadra de aproximadamente diez buques en sistema de rotación. La mayoría son buques de desembarco, de apoyo logístico y de inteligencia, escoltados por cuatro de combate. Uno de ellos es el crucero Moskva, de la clase Slava, que refuerza el dispositivo antiaéreo en Siria. Dispone de un sistema S-300F, una versión menos avanzada que el S-300FM de los cruceros clase Kirov y que la poderosa versión terrestre S-300VM. Pero con su alcance de 90 km crea un respetable paraguas antiaéreo dentro incluso del territorio sirio, cubriendo las instalaciones de Latakia y Tartus.

El despliegue expedicionario ha dejado al descubierto ciertas carencias en la capacidad de proyección de fuerza de la marina rusa. Aunque el contingente no es excesivamente numeroso, Para sostener el tren logístico Moscú ha tenido que comprar de manera apresurada varios buques de transporte civil a Turquía –al tiempo que ha desviado buques de otras agencias oficiales rusas empleados en el Ártico.

Este aspecto es reseñable pues supondría un problema en caso de que más adelante Rusia quiera enviar una fuerza terrestre para combatir directamente a los rebeldes o al Daesh.

En cuanto a instalaciones en tierra, las fuerzas rusas operan ahora mismo desde dos bases. La pequeña instalación naval rusa de Tartus, que recibe los suministros por mar, y la base aérea de Latakia, unos noventa kilómetros al norte y cerca también de la costa. Una fuente militar rusa ha planteado la posibilidad de construir una base mayor que unifique los componentes aéreo, terrestre y naval. De confirmarse, indicaría probablemente un incremento del contingente expedicionario y sería también señal de la perdurabilidad de la intervención militar rusa en Siria.

Por último, el ejército ruso también ha desplegado sistemas de guerra electrónica avanzados como el terrestre y transportado en camión Krasukha-4, y aéreos como el avión de inteligencia electrónica IL-20 (que guarda cierta semejanza con el P-3 Orion occidental).

Estos sistemas ayudan a localizar blancos a los aviones de combate. Con sus contramedidas pueden interferir las comunicaciones de los rebeldes y, llegado el caso, interferir los radares y las comunicaciones de los drones y aviones de combate norteamericanos y turcos. Las fuerzas rusas también emplean drones (RPAS en su denominación técnica) para localizar objetivos. Uno de ellos penetró el espacio aéreo turco el pasado 16 de octubre y fue derribado.

La campaña aérea rusa tuvo un comienzo moderado en términos cuantitativos, con una media aproximada de veinte salidas diarias. Por debajo del ritmo de operaciones de la campaña aérea contra el Daesh liderada por Estados Unidos, con una media superior a las cien salidas diarias (contando todo tipo de aviones, también los de inteligencia y reabastecimiento en vuelo). Pero el volumen de operaciones se ha incrementado sustancialmente conforme se ha intensificado la ofensiva terrestre de las fuerzas siria pro Al Assad-Hizbollah-Irán. Por ejemplo, el 13 de octubre los aviones rusos atacaron 86 objetivos terrestres y en la tercera semana de bombardeos el ritmo ha sido cercano a las 60 salidas
diarias.

Este número creciente de operaciones exige un esfuerzo extra de mantenimiento y aumenta el riesgo de que algún aparato se pierda por averías en vuelo. Menos constreñido desde un punto de vista cualitativo está siendo el tipo de municiones empleadas en los ataques aéreos. En general se ha hecho un uso reducido de armas guiadas –por GPS GLONASS como las KAB-500S y misiles aire-tierra Kh25ML y Kh-29ML– lanzadas en su mayoría por los SU-30 y SU-34.

Se calcula que apenas representan un 15-20%. El resto incluye tanto bombas comunes de caída libre, tipo FAB 500, las de alta fragmentación OFAB 250-270, las anti-búnker y edificaciones BETAB-M o municiones de racimo anticarro como las RBK-500 SPBE-D. Están siendo lanzadas desde media altura para evitar el fuego de los cañones antiaéreos y de algunos MANPADS rebeldes.

Por tanto, parece que los rusos están economizando su arsenal, haciendo un uso muy limitado de las escasas y caras municiones guiadas, que no tiene intención de gastar contra Toyotas armados de cañones antiaéreos (habituales en el bando opositor).

Para Rusia sería un problema quedarse sin ese tipo de municiones –como casi les sucedió a los aliados europeos en la intervención en Libia en 2011–, y por ello está empleando modelos de bombas más antiguos y económicos. El empleo de municiones ‘lisas’ (no guiadas) aumenta el riesgo de causar víctimas civiles. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, las tres primeras semanas de bombardeos rusos han provocado la muerte de 370 personas, de las cuales 127 eran civiles, y 36 de ellos menores de edad.

Los bombardeos se han concentrado en grupos rebeldes. Al norte de Idlib y en las cercanías de Aleppo. También en bolsas de resistencia al norte de Homs y en las montañas al norte de la provincia de Latakia. En un primer momento tuvieron como objetivo los puestos de mando, depósitos de municiones, y carros de combate y vehículos blindados capturados al ejército sirio. Dañaban así el sistema de las fuerzas rebeldes preparando el terreno a la ofensiva progubernamental. El asalto terrestre se inició la segunda semana de octubre, protagonizado por las fuerzas armadas y milicias chíes pro Assad, junto a elementos de Hizbollah y varios centenares de combatientes de la Guardia Revolucionaria iraní.

El Ejército Árabe Sirio (nombre oficial de su ejército convencional) ha pasado de contar con cerca de 200.00 efectivos en 2011 a entre 80.000 y 100.000 en la actualidad. Hizbollah tiene desplegados aproximadamente 5.000 milicianos en Siria y ha movilizado a otros 3.000 en el sur del Líbano para su posible envío al país vecino.

Por su parte, Irán ha enviado un número desconocido de miembros de los Cuerpos de la Guardia de la Revolución Islámica (algunas fuentes hablan de varios cientos y otras de unos pocos miles). Aunque oficialmente esos efectivos sólo actúan como consejeros, lo cierto es que están participando activamente en los combates y que desde el pasado 8 de octubre han perdido a tres oficiales de alto rango, incluido el general Hossein Hamedani.

Los iraníes han reorganizado los comités populares y las milicias a favor de Al Assad –entre ellas la shabiha– en una fuerza de entre 100.000 y 150.000 efectivos, denominadas Fuerza de Defensa Nacional, modelada a imagen de la milicia iraní Basij. Al frente de ella hay oficiales de la Guardia de la Revolución Islámica iraní, y en cierto modo ha eclipsado al propio ejército convencional del régimen.13 Una muestra más del aumento de la influencia iraní en Siria desde el inicio de la guerra: cuestión que lógicamente inquieta entre otros a los israelíes, a los turcos y a los saudíes.

En las acciones de apoyo también están participando unidades de artillería rusas desplegadas en el contingente, que incluyen obuses y sistemas de lanzamiento de cohetes múltiples (MLRS). Las fuentes consultadas no ofrecen cifras exactas del número de piezas pero indican que se trata de un número importante.

La contribución artillera rusa permite prestar apoyo de fuego a una distancia segura. Entre otras razones porque el alcance de los apoyos de fuego de rebeldes es muy inferior. Por tanto, a diferencia de los carros T-90 y de los vehículos blindados cuya misión es la protección de la fuerza, la artillería rusa sí está combatiendo como unidad terrestre.

Hasta ahora la ofensiva terrestre apoyada por los rusos se ha focalizado en cinco frentes:
-El saliente controlado por los rebeldes en torno a Kafr Zita en la provincia de Hama.
-La llanura de Al Ghab al oeste. Aunque se trata de un avance arriesgado, si las fuerzas pro Assad logran capturar Jisr-al Shugour restablecerían las líneas de comunicación perdidas a manos de los rebeldes y permitirían proteger Latakia y Hama de nuevas ofensivas.
-Un enclave rebelde entre las ciudades de Homs y Hama. La erradicación de esta bolsa de resistencia haría desaparecer la amenaza contra ambas ciudades y permitiría liberar un volumen importante de fuerzas para empeñarlas en otros frentes.
-Las montañas en el noreste de la provincia de Latakia
-La provincia y la ciudad de Aleppo, que es la más poblada del país. Esta ofensiva se ha convertido en el frente principal. Tiene por objeto cercar a las fuerzas rebeldes dentro de la ciudad y liberar a las fuerzas sitiadas desde hace meses en varias bolsas de resistencia. Entre ellas la base aérea de Kuweries, que alberga a centenares de soldados del régimen y que se encuentra aislada desde 2012, habiendo estado a punto de caer en manos del Daesh en tres ocasiones. La captura de Aleppo y la liberación de las zonas sitiadas elevaría la moral y fortalecería la posición del régimen en unas eventuales negociaciones de paz.
En los mapas de Stratfor se observa por un lado la concentración de los bombardeos aéreos rusos en apoyo de la ofensiva terrestre y, por otro (en el de los bombardeos norteamericanos contra el Daesh), la localización de la bolsa de resistencia rebelde entre Homs y Hama, así como el saliente de Kfar Zita al noroeste de la ciudad de Hama. Ambos mapas reflejan de manera gráfica que Rusia y Estados Unidos están librando dos guerras paralelas en Siria.

El tercer mapa ilustra con más detalle la ofensiva pro Al Assad en torno a la ciudad de Aleppo, y el intento de rescatar a las fuerzas progubernamentales cercadas en la base aérea de Kuweries. El mapa también muestra cómo el Daesh ha aprovechado la ofensiva para obtener ganancias a costa de los rebeldes, ocupando seis pequeñas poblaciones al norte de Aleppo y amenazando una importante vía de comunicaciones con Turquía.
Por otro lado, una fuente oficialista rusa –el estilo de sus escritos deja pocas dudas sobre su posicionamiento político– habla de una hipotética carrera hacia Raqqa, la actual capital de Califato en Siria. En ella concurrirían las fuerzas rebeldes apoyadas por Estados Unidos y las pro Al Assad respaldadas por Rusia. El propósito de Washington sería la creación de una entidad política sunní transfronteriza entre Siria e Irak, contigua territorialmente a Arabia Saudí, y atravesada y enriquecida por el planeado gasoducto Qatar-Turquía.

La nueva entidad política se alinearía en el bando norteamericano y compensaría la derrota que pudiera suponer la continuidad del régimen de Al Assad. Por su parte, las fuerzas pro Al Assad apoyadas por Rusia, también tendrían la intención de adentrarse en el territorio del Daesh y ocupar Raqqa, una vez aseguradas Hama y Aleppo, abortando así el plan norteamericano. La fiabilidad de esta fuente pro Kremlin ha de tomarse con cautela (por no decir con abierta desconfianza). De momento, no existe tal carrera hacia Raqqa por parte de las fuerzas progubernamentales sirias. No obstante, conviene tener presente su análisis como una weak signal de cara a futuras ofensivas terrestres del bando pro Al Assad. Aunque siendo realistas no parece que esas fuerzas se encuentren sobradas de recursos como para llevar a cabo una operación a gran escala contra el Daesh.

Lo que sí es cierto es la preparación de una ofensiva terrestre contra Raqqa por los kurdos del YPG (Unidades de Protección del Pueblo kurdo), con una fuerza aproximada de 20.000 efectivos y de algunas unidades de árabes sirios rebeldes que contabilizarían unos 5.000 efectivos adicionales. Todos ellos apoyados por la aviación norteamericana.

El respaldo de Washington a los kurdos sigue generando recelos en Ankara. No obstante, los turcos también apoyan esta nueva ofensiva contra el Daesh, que permitirá expulsar al Estado Islámico de las áreas que ahora mismo controla junto a la frontera con Turquía. El pasado mes de junio las fuerzas kurdas del YPG arrebataron al Daesh Tel Abyad, uno de los principales puestos fronterizos entre Siria y Turquía, y desde allí comprometen la seguridad de Raqqa. Para el Daesh sería una derrota importante perder uno de sus principales núcleos urbanos, donde además ha llevado a la práctica su modelo de gobernanza.

Volviendo a la actividad aérea rusa, los grupos rebeldes objetivo de los bombardeos rusos son de distinta naturaleza –algo propio de la enorme fragmentación de la insurgencia siria. Van desde los rebeldes apoyados por el programa de entrenamiento de la CIA a las milicias de Jabhat Al Nusra, el grupo yihadista vinculado a Al Qaeda. Además de infundir moral a las fuerzas terrestres y de darles apoyo de fuegos, los bombardeos rusos han acabado con algunos líderes del Ejército Libre de Siria, como el jefe de estado mayor de la 1ª División Costera. En paralelo, los norteamericanos han continuado realizando ataques contra líderes de Jabhat Al Nusra, integrados en el grupo proveniente de Al Qaeda en Pakistán (Al Khorasan). El pasado 18 de octubre el Pentágono anunció la muerte del saudí Sanafi al-Nasr. El ataque se realizó con un drone armado y constituye un recordatorio de que a pesar del protagonismo del Daesh, Estados Unidos sigue preocupado por la evolución de Al Qaeda y sus planes terroristas de alcance global.

Las fuerzas rusas han llevado a cabo algunos ataques aéreos contra el Daesh, pero en una proporción menor. Esto es así por dos razones. Los rebeldes son la amenaza principal porque están apoyados por Estados Unidos y por otras potencias de Oriente Medio. Serían una alternativa aceptada internacionalmente al gobierno de Al Assad. No así el Daesh, cuya existencia hace preferible en parte la continuidad del régimen sirio. Por otro lado, de atacar al Daesh ya se ocupan Estados Unidos y sus aliados ¿Para qué dirigir contra el Estados Islámico los escasos aviones rusos si la USAF ya asume esa tarea? Por tanto, los bombardeos rusos contra el Daesh responden a necesidades tácticas derivadas de la ofensiva terrestre (por ejemplo en Aleppo), y a imperativos de marketing político con el fin de justificar internacionalmente su intervención.

Esto último es lo que se puede deducir del tan publicitado ataque con misiles de crucero desde buques situados en el mar Caspio. El 7 de octubre las naves rusas lanzaron 26 misiles 3M-14 Kalibr (Sizzler en terminología OTAN) contra diversos objetivos del Daesh en Siria. Fue la primera vez que la marina de guerra rusa disparaba misiles de crucero contra objetivos terrestres en una situación de conflicto real.

Contando con una fuerza aérea expedicionaria tan próxima, y dadas las graves carencias antiaéreas de los rebeldes y del Daesh, no había necesidad militar de un ataque de ese tipo. La rentabilidad fue claramente política y el Kremlin supo gestionar el ataque desde el punto de vista mediático –utilizando entre otras vías YouTube para difundir las imágenes de los lanzamientos.

El mensaje fue múltiple. Por un lado, sacar brillo a las capacidades militares rusas, pues el lanzamiento de misiles de crucero desde el mar es algo asociado a las grandes potencias, por no decir de manera exclusiva a la US Navy. Por otro, demostrar que se cuenta con el respaldo político de Irán e Irak, cuyo espacio aéreo fue sobrevolado por los misiles (aunque el permiso de Irak parece dudoso, pues el ministro de Defensa negó que Rusia hubiese informado previamente). Por último, la peculiaridad del lanzamiento de misiles de crucero desde el mar Caspio –la primera vez también que se disparaban desde un mar interior en una operación real– consiguió reavivar la atención de los medios internacionales una semana después de iniciarse los bombardeos rusos.

La campaña militar rusa puede experimentar dos novedades a corto plazo. Una es la extensión de los ataques aéreos contra el Daesh en Irak. De nuevo, la finalidad sería política antes que militar: otro modo de resaltar el protagonismo de Rusia como potencia a tener en cuenta en Oriente Medio.

Los aviones SU-30, SU-34 y SU-24 tienen alcance suficiente, pero con menos municiones o recurriendo al repostaje en vuelo para aumentar la carga bélica. Aunque esto último complicaría la campaña y aumentaría el riesgo de sufrir algún accidente. Rusos e iraquíes ya han acordado que los aviones de Moscú bombardeen los convoyes del Daesh que se internen en Irak desde Siria.

Y el parlamento iraquí también ha aprobado que los aviones rusos puedan bombardear dentro de su territorio. Esto supone un nuevo desafío a Estados Unidos, que no ve con buenos ojos la entrada de las fuerzas rusas en el teatro de operaciones iraquí. La segunda novedad en la intervención rusa puede ser la entrada directa en combate de un reducido núcleo de fuerzas terrestres, más allá de la artillería que como decimos está participando en la ofensiva progubernamental. El Kremlin ha anunciado la futura llegada de voluntarios rusos que se unirán a la lucha terrestre.

En concreto, el 5 de octubre, el presidente de la comisión de defensa del parlamento ruso, almirante Vladimir Komoyedev anunció que una fuerza de voluntarios que había combatido en Ucrania estaba dispuesta a hacer lo propio en Siria. Conociendo los antecedentes rusos en Crimea y en el este de
Ucrania no es descartable que Rusia recurra a un modelo de guerra híbrida en Siria, combinando su propia milicia con la artillería y fuerza aérea regular. Por otra parte, Rusia ya ha desplegado unidades de operaciones especiales que están asesorando a las fuerzas pro Al Assad.

MOTIVOS Y OPORTUNIDADES QUE EXPLICAN LA INTERVENCIÓN MILITAR RUSA

La guerra civil siria ha dado muestras sobradas de complejidad, tanto por el número y naturaleza de actores implicados, como por la incompatibilidad de sus respectivas agendas. Va camino de convertirse en un conflicto intratable en una región de conflictos intratables. ¿Por qué se implica entonces el Kremlin? ¿No corre el riesgo de acabar política y militarmente atrapado? En efecto, la intervención entraña peligros pero también oportunidades. Comencemos examinando los motivos a favor.

Proteger los intereses rusos en Siria
En primer lugar, la razón más evidente de la intervención rusa es sostener al régimen sirio y asegurar la instalación naval rusa en Tartus ante un panorama que resultaba cada vez más inquietante:
-Las fuerzas de Bashar Al Assad han sufrido un serio desgaste después de cuatro años de combates continuados. Defienden a una fracción minoritaria del conjunto de la población siria y andan faltas de cantidad y calidad de recursos humanos. La guerra también ha pasado una elevada factura a Hizbollah, con más de un millar de caídos y cientos de heridos (y hablamos de una milicia de apenas diez mil militantes). La debilidad militar se ha traducido en pérdidas constantes de territorio. El régimen controla el eje norte-sur Aleppo-Homs-Damasco, pero dos amplias cuñas de fuerzas rebeldes, tanto en un extremo como en otro, se ciernen amenazantes sobre él.
-A ello se añade el peligro real que representa el Daesh, que desde Palmira hostiga a las fuerzas progubernamentales en la base aérea T4, en la ciudad de Homs y en Qusayr. Desde esa posición podría haber roto la espina dorsal de las fuerzas pro Al Assad a finales del presente año. También amenaza los bastiones controlados aún por el régimen en Deir ez Zour.
-Esta situación de precariedad corría el riesgo de ir a peor con la creación de una no-flyzone en el norte de Siria, protegida por la fuerza aérea turca y norteamericana, que sirviera de retaguardia estratégica rebelde y de plataforma de asalto contra el régimen de Al Assad.
-Tales tendencias en el sector norte estaban poniendo en peligro la franja marítima de Siria, lugar donde se ubica la instalación naval rusa de Tartus, único punto de esas características en todo el Mediterráneo.

Así que, en lo referido a estas circunstancias, la intervención militar rusa busca lo siguiente:
-Evitar que la instalación naval de Tartus caiga en manos de los rebeldes, con la pérdida material, de capacidad de proyección naval y de prestigio que ello entrañaría.
-Demostrar la fiabilidad de Rusia con sus aliados en apuros. Y esto de dos modos:
a) Evitando la caída del régimen de Al Assad y fortaleciendo su posición de cara a futuras
negociaciones.
b) La consecución de los objetivos de la ofensiva terrestre, y su consolidación de cara al futuro bajo el paraguas aéreo ruso, supone una importante baza negociadora. También lo es destruir la capacidad de combate de los rebeldes ‘moderados’, de manera que el futuro de Siria quede sujeto a dos alternativas: los yihadistas del Daesh, Jabhat Al Nusra, Ahrar Al Sham o el régimen de Al Assad.

Moscú pretende conseguir estos dos objetivos basándose en dos premisas: el ejercicio de la
realpolitik y una inversión moderada de recursos propios, económicos y militares:
-De momento, los objetivos de la campaña son limitados, acordes con una estrategia de corte realista. A diferencia de las intenciones proclamadas por los países occidentales, propias del liberalismo cosmopolita, Moscú no pretende reconstruir el Estado sirio, ni implantar la democracia, ni establecer un gobierno representativo y respetuoso con la diversidad étnica y religiosa del país.
Rusia sabe que los objetivos maximalistas de Occidente en las misiones de state-building (tipo de Afganistán, Irak o Balcanes) exigen recursos ingentes y largos periodos de tiempo (décadas). Son además proyectos de resultado incierto, y generalmente insatisfactorio. A tenor de las fuerzas empeñadas, no parece que en los planes de Moscú se incluya la recuperación por parte del régimen de Al Assad de todos los territorios que ahora mismo se encuentran bajo el control de los rebeldes o del Daesh. Para Moscú puede ser aceptable que Al Assad mantenga lo que aún le queda de ejército y territorio, aunque el resto permanezca en situación de Estado fallido (que ya es a día de hoy). En cierto, modo este planteamiento estratégico se ha dado en Ucrania. Su objetivo era que Ucrania no entrase en la esfera de influencia de la Unión Europa y de la OTAN. Que a ello le haya seguido el estancamiento del conflicto y la quiebra del Estado ucraniano en el este del país constituye un aspecto
secundario.
-Al tratarse, por ahora, de una operación militar limitada, su coste económico se mueve dentro de unos márgenes sostenibles. El respaldo ruso aporta un multiplicador de fuerza con fuegos artilleros y ataques aéreos contundentes pero medidos en número. Según fuentes oficiales rusas, el coste de la campaña se está cargando al presupuesto anual del Ministerio de Defensa, exigiendo en todo caso la reducción de maniobras por parte de otras unidades en territorio nacional.

Se trata por tanto de objetivos claros y, por el momento, a un precio asequible. Moscú justifica el apoyo a Al Assad en términos estrictamente pragmáticos y de mantenimiento del statu quo. El ministro de Asuntos Exteriores ruso lo planteaba así en una rueda de prensa en la sede de Naciones Unidas: “Sadam Hussein ahorcado ¿Es Irak un lugar mejor? Gadafi asesinado ante testigos ¿Es Libia un lugar mejor? Ahora estamos demonizando a Assad. ¿No somos capaces de aprender?”.

No es que la tradición del pensamiento estratégico norteamericano sea alérgica a este tipo de consideraciones. En su seno existe una corriente realista que conecta con este hilo argumental y que entre otros está representada por Henry Kissinger o Eliot Cohen. De hecho, la continuidad de las relaciones entre Washington y la monarquía saudí se explican en buena medida desde una perspectiva también pragmática. Sin embargo, la multitud de actores y la diversidad de puntos de vista que alimentan y condicionan el complejo proceso de toma de decisiones de la acción exterior norteamericana explican que la estrategia resultante acabe persiguiendo objetivos poco cohesionados, alejados de la realidad o simplemente contradictorios.

Incrementar la influencia rusa en Oriente Medio
Un segundo objetivo relacionado con el que acabamos de comentar consiste en reforzar el protagonismo de Rusia en una región de evidente interés estratégico. La intervención es propicia a ello por varias razones:
-Porque como acabamos de señalar envía el mensaje de que Moscú acude en ayuda de sus aliados en apuros. Una solidaridad que, por ejemplo, el régimen militar egipcio echó en falta por parte de Estados Unidos al inicio de las revueltas árabes. Por eso no es extraño que Al Sisi haya aplaudido la intervención militar rusa, al margen de que El Cairo se sitúe más bien la coalición liderada por Arabia Saudí que trata de contrapesar la extensión de la influencia de Irán en Oriente Medio. De hecho, es un paso más en el fortalecimiento de las relaciones entre el régimen actual egipcio y Moscú. Al Sisi ya ha visitado oficialmente Rusia en cuatro ocasiones y Putin fue el primer líder extranjero que acudió a verle tras llegar aquel al poder.
-Al mismo tiempo, Rusia se presenta con esta intervención como un garante del statu quo previo a las revueltas árabes. Una postura que también resulta atractiva a los regímenes amenazados por tales procesos de cambio.
-Por otra parte, la intervención altera los cálculos de otro país importen en la zona como es Israel, y no de una manera precisamente grata para los intereses judíos. Una de las grandes preocupaciones del gobierno israelí es que con motivo la guerra de Siria, Hizbollah se dote de armamento sofisticado que más tarde pueda utilizar contra Israel. También que el grupo chiita libanés establezca una base de operaciones en el sur de Siria que le permita hostigar las poblaciones cercanas a los altos del Golán. Hizbollah ya demostró ser una rival respetable en la guerra de Líbano de 2006. Una mejora de sus capacidades por la adquisición de misiles contra-carro, antibuque o tierra-tierra de mayor alcance pone en grave peligro la seguridad de Israel. La fuerza aérea israelí ya ha realizado al menos diez bombardeos quirúrgicos en territorio sirio contra convoyes de armas destinadas a Hizbollah. Pero la presencia de sistemas de defensa antiaéreos y de aviones de combate rusos operando en el país reduce seriamente el margen de maniobra israelí a la hora de repetir este tipo de actuaciones, varias de las cuales tuvieron lugar precisamente en el noroeste de Latakia, justo donde están operando los rusos. De hecho, a mediados de octubre Israel y las fuerzas rusas han puesto en marcha una hotline (una línea de comunicación directa) para facilitar el entendimiento ante eventuales incidencias. Por otra parte, Israel teme que un incremento de la presencia naval rusa en las proximidades de Siria también pueda afectar a las actividades de su marina de guerra en la zona.
 Y, por último, a Israel le inquieta que la nueva etapa en la relación de Moscú con algunos antiguos socios árabes –como por ejemplo Egipto, país que va a adquirir sistemas militares rusos– pueda iniciar una carrera de armamentos en la región, que recuerde a la de las décadas de 1960 y 1970.

Cuestionar el liderazgo regional, y como consecuencia global, de Estados Unidos.
La intervención rusa transmite también una imagen de firmeza y seguridad que contrasta con la desorientación que parece dominar la política norteamericana en la zona. El momento ha sido además oportuno: cancelación del programa de entrenamiento de rebeldes del Pentágono después de un estrepitoso fracaso, polémica por la valoración negativa de la Defense Intelligence Agency sobre la campaña aérea norteamericana contra el Daesh, y crisis de los refugiados en Europa. Todo ello genera dudas sobre la capacidad de Washington y abre una ventana de oportunidad a Moscú:
-Da la impresión –fundamentada– de que Estados Unidos carece de una estrategia coherente para remediar el desorden actual de Oriente Medio (al que contribuyó en buena medida con la guerra de Irak de 2003), en contraste con una estrategia más clara, posibilista y determinada por parte de Moscú.
-La intervención rusa desbarata también lo que pudiera quedar de dicha estrategia. Como ya se ha señalado, este verano tomó forma la idea de crear una no-fly-zone en territorio sirio controlado por los rebeldes y fronterizo con Turquía. Iba a servir de retaguardia estratégica desde la que lanzar la ofensiva final contra el régimen de Al Assad e iba a estar protegida por la fuerza aérea turca y norteamericana. Turquía no descartaba incluso el despliegue de unidades terrestres. Pero la presencia de los aviones de combate rusos en Siria ha zanjado la cuestión. ¿Quién se va a enfrentar a los cazabombarderos rusos si éstos deciden bombardear esa hipotética zona segura?
- La debilidad de la estrategia norteamericana guarda también relación con el deseo de Washington de reducir el peso de Oriente Medio en su agenda exterior. La Administración Obama pretende dirigir el foco de atención a Asia Pacífico. La conciencia de que Oriente Medio es –como apuntábamos líneas atrás– una región de conflictos intratables, donde cuanta más fuerza se aplica más resistencia se encuentra, unida a la menor dependencia energética de Estados Unidos, y por el contrario, la importancia creciente de Asia Pacífico y la necesidad de contrapesar a una China cada vez más
asertiva, explican la reorientación estratégica de la Casa Blanca. En este contexto, el acuerdo sobre el programa nuclear de Irán se puede interpretar como otro modo de reducir la implicación en la zona, pasando la carga del contrapeso de Irán a la coalición liderada por Arabia Saudí. Restablecido así el equilibrio de poder en la región (donde ni Turquía, ni Irán ni Arabia Saudí serán potencias hegemónicas, ni permitirán que ninguna de las otras lo sea), Estados Unidos podrá dedicar mayor ancho de banda diplomático y militar a Asia Pacífico como región más relevante del siglo XXI.
-Dicha reorientación de la política exterior norteamericana –mitad resultado de un cálculo estratégico, mitad motivada por la frustración– deja un nuevo espacio para la acción exterior de Moscú. Rusia se presenta como una alternativa a Washington pero sin asumir los compromisos ni la agenda maximalista de Estados Unidos. Con una inversión de recursos limitada Rusia eleva su perfil internacional y cuestiona el carácter de superpotencia de Estados Unidos.
-Al mismo tiempo, Rusia justifica su intervención militar como una acción legítima y legal, pues ciertamente las fuerzas rusas han llegado a Siria respondiendo a una petición formal del gobierno de Damasco. Por lo que además de asumir el rol de global player –alguien que cuenta en las crisis internacionales–, Moscú aparece como un actor atento a la legalidad. En contraste con intervenciones no tan respetuosas con el Derecho Internacional de Estados Unidos en la región (la guerra de Irak de 2003, los bombardeos contra grupos yihadistas en Siria, o los ataques con drones en Yemen). Por tanto, es una manera –imperfecta evidentemente– de lavar su imagen tras la ocupación de Crimea y
su intervención en el conflicto de Ucrania.
-Todo esto mejora además la valoración de Vladimir Putin ante su propia opinión pública. La restauración del poder perdido tras el derrumbamiento de la Unión Soviética constituye un elemento fundamental en la narrativa que legitima al presidente ruso. La entrada en escena de sus fuerzas armadas en Oriente Medio, unida a la desorientación y al repliegue de la política norteamericana, se pueden presentar fácilmente como una victoria política de un Moscú en ascenso frente a un agotado Washington. Si a ello añadimos el antiamericanismo que transmiten los medios de comunicación rusos –que en el caso de RT se hace eco incluso de teorías conspiratorias–, el resultado en términos
de imagen es sencillo de intuir.
-Por último, la intervención rusa también permite poner a prueba la cohesión de la Alianza Atlántica a la hora de defender a Turquía. Las fuerzas rusas desplegadas en Siria no han dudado en tensar la situación. Sus aviones han violado el espacio aéreo turco, han iluminado con sus radares a los cazas de Ankara y han interceptado –sin derribarlos– drones norteamericanos mientras sobrevolaban Siria. Mientras tanto Alemania ha retirado las baterías de misiles antiaéreos Patriot, según anunció en agosto pasado antes del despliegue ruso, pero sin cambiar la decisión tras él. Las incursiones en
Turquía han obligado a que la OTAN organizara un encuentro ministerial desde el que se pidió a Rusia que “cesara y desistiera” de continuar con ese tipo de conductas sobre espacio aéreo aliado. Pero más allá de las palabras la firmeza de la Alianza está todavía por demostrar. Al igual que Estados Unidos, los gobiernos de Europa Occidental tampoco desean verse atrapados en la pesadilla geopolítica de Oriente Medio.
La solidaridad aliada hacia Turquía entraña un coste político adicional que Moscú puede elevar con provocaciones calculadas. Y a ello se añade la ambigüedad del compromiso turco con la OTAN durante los últimos años. El gobierno de Tayyip Erdogan ha mantenido una actitud ambivalente en la lucha contra el Estado Islámico –de hecho, a día de hoy sigue priorizando el bombardeo de los kurdos que combaten al Daesh, antes que al propio Daesh– y ha aceptado lucrativos proyectos energéticos con Rusia, al margen de las sanciones impuestas por el resto de aliados con motivo del conflicto de Ucrania.

Contener al Daesh y combatir a los grupos yihadistas fuera del territorio ruso

Otra oportunidad que ofrece la intervención militar rusa en Siria es combatir la amenaza yihadista –que también afecta gravemente a Moscú– de manera preventiva y lejos del territorio nacional. Es una ventaja menor, pues como ya hemos señalado, los bombardeos rusos se están concentrando mayoritariamente en los grupos rebeldes y no tanto en el Daesh. Pero a pesar de ello es otro aspecto que conviene tener en cuenta por dos razones:
-La acción antiterrorista rusa en el Cáucaso no ha erradicado por completo el yihadismo pero sí lo ha fragmentado. Entre otros medios con la eliminación de sus líderes: Doku Umarov en marzo de 2014 y sus sucesores Aliaskhab Kebekov y Mohamed Suleimanov a lo largo de 2015. Por el momento ha abortado la consolidación efectiva del autoproclamado Emirato del Cáucaso, que a largo plazo podría haberse convertido en una cabeza de puente del Daesh dentro de la propia Rusia (algunas facciones del emirato han jurado fidelidad al Califato). Evitar que el régimen de Al Assad colapse y que el Daesh y otros grupos yihadistas se hagan fuertes en Siria es otro modo de prevenir la inserción del Estado Islámico en territorio ruso.
-Al mismo tiempo, un número importante de yihadistas ha marchado de Rusia al Daesh en Siria/Irak. Según Sergei Smirnov, subdirector del Servicio Federal de Seguridad (FSB), aproximadamente dos mil cuatrocientos nacionales rusos se han unido al Daesh en Siria e Irak. Y ciertamente el Daesh ha alentado su reclutamiento en internet, entre otros medios con la revista Istok, escrita en ruso. Aunque por el momento los aviones de Moscú no estén centrando su atención en el Estado Islámico –como decimos, ya lo están haciendo los de la coalición liderada por Estados Unidos–, prevenir que Al Assad caiga impide que el Daesh se haga más fuerte.

RIESGOS PARA RUSIA A MEDIO Y LARGO PLAZO

Por el momento, la intervención militar es limitada y sus riesgos inmediatos controlados, asociados fundamentalmente al derribo o pérdida por accidente de alguna aeronave y a la captura o muerte de su tripulación. No obstante, existen algunos escenarios negativos de mayor calado a medio y largo plazo:
-El principal sería que el volumen y la naturaleza de la ayuda militar prestada hasta el momento no sea suficiente para evitar el colapso del régimen de Al Assad y, que una vez empeñado el prestigio de Moscú, se requiera una cantidad sustancialmente mayor de fuerzas, en especial terrestres. Si las cosas se tuercen, las piezas de artillería rusa y los treinta y cuatro aviones de combate actualmente desplegados, no van a marcar la diferencia. Habría que escalar. Por ahora las fuerzas leales al régimen han recobrado el ímpetu y la iniciativa. Están arrebatando territorios perdidos a los rebeldes y tienen
posibilidades de tomar el control total de Aleppo. Sin embargo, la historia militar está llena de situaciones que dan repentinamente la vuelta y que parecen imposibles hasta que suceden. Máxime en un conflicto tan prolongado como el sirio donde ninguno de los contendientes goza de una supremacía militar abrumadora.
-Un segundo escenario más probable consiste en que las fuerzas progubernamentales consoliden temporalmente las ganancias pero se vean abocadas de nuevo a una guerra de desgaste. Michael Kofman compara la embestida gubernamental a una especia de ofensiva de las Ardenas: ganar o convertirse en una fuerza agotada. Si después de la ofensiva conjunta, Moscú no es capaz de lograr un acuerdo político que ponga fin al conflicto, el compromiso militar ruso corre el riesgo de verse prolongado de manera indefinida. Según el presidente del comité de asuntos exteriores de la Duma, Alexi Pushkov, en Moscú se habla de una intervención militar de cuatro o cinco meses. Lo cual implica que transcurrido ese tiempo prevalezca la salida diplomática. Pero la insurgencia siria se encuentra lo suficientemente fragmentada y empeñada en la guerra como para hacer difícil un alto el fuego a corto plazo. Y tampoco es seguro que sus sponsors saudíes, turcos y norteamericanos vayan a darse por vencidos de manera inmediata. De hecho, la intervención rusa ha tenido como reacción un incremento de la ayuda militar a los rebeldes (por ejemplo, Arabia Saudí ha enviado cientos de misiles contra-carro para frenar a los carros y blindados del régimen). Y es previsible que dichas potencias reajusten sus estrategias para arrebatar la iniciativa a los rusos. Las fuerzas pro Al Assad cuentan con una ventana de oportunidad que puede cerrarse en cuestión de meses.
-A cualquiera de estos dos escenarios hay que añadir el hecho de que la economía rusa se encuentra en un periodo de recesión. De momento, no supone un problema grave pues el despliegue militar es reducido. Pero la limitación de recursos restaría margen de maniobra a Moscú en caso de que el desarrollo de los acontecimientos exija un compromiso material mayor. Es un talón de Aquiles que los adversarios estratégicos de Rusia en la región (Estados Unidos, Arabia Saudí, Turquía y, en menor medida, aliados europeos como Francia o Reino Unido) pueden emplear para reducir mediante el
bloodletting la asertividad rusa en Oriente Medio y, de paso, en otros escenarios como Europa del Este o Asia Central. Al iniciarse la campaña de bombardeos, Putin advirtió que no iba a permitir la caída del régimen de Al Assad y que aquel que pretendiera seguir apoyando a los rebeldes debería prepararse para una lucha prolongada. Lo mismo pueden decir Estados Unidos y los saudíes en sentido inverso.
-Conviene no perder de vista que a pesar de sus innegables fracasos en el mundo árabe, Washington sigue manteniendo relaciones estrechas con la mayoría de los países de la región (Arabia Saudí, Turquía, Israel, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Kuwait y Bahrein). De momento, la Casa Blanca se ha mantenido a la defensiva pero en caso de reelaborar una estrategia sólida dispone de poder suficiente para complicar la política rusa a largo plazo. También Arabia Saudí y otros países de la zona cuentan con recursos y relaciones en la zona como para alterar los cálculos militares de Moscú.
-Por último, al bombardear a los rebeldes, Rusia se sitúa abiertamente en el bando opuesto al islam sunní. Y este no es un detalle menor. En el implacable conflicto sirio las fuerzas progubernamentales han utilizado armas químicas contra su propia población y la han bombardeado con barriles llenos de explosivos y metralla, causando miles de víctimas civiles. Las imágenes de esas matanzas han sido un tema habitual de las cadenas televisivas del mundo árabe. Aunque las élites políticas y militares egipcias hayan aplaudido la intervención rusa, la gente de a pie considera que Al Assad y sus aliados chíes son una hueste de matones sanguinarios.
Hasta ahora Rusia había mantenido un perfil relativamente bajo en el apoyo diplomático y logístico-militar al régimen sirio. Los bombardeos rusos han puesto fin a esa discreción, y ello incrementa el riesgo de acciones terroristas contra intereses rusos dentro y fuera de su territorio. El yihadismo con epicentro en el Cáucaso ya ha demostrado en numerosas ocasiones que Rusia no es inmune a los ataques terroristas. Recordemos por ejemplo los atentados suicidas en Volgogrado en octubre y diciembre de 2013, uno de los muchos ocurridos en Rusia en los últimos años. En términos de pérdida de vidas humanas, el riesgo principal para Rusia no es que caiga algunos de sus pilotos en Siria, sino un atentado con decenas de muertos en Moscú o en cualquier otra ciudad del país.

CONCLUSIÓN: IMPLICACIONES DE LA INTERVENCIÓN RUSA SOBRE EL FUTURO DEL CONFLICTO SIRIO

En el corto plazo la consecuencia más inmediata de la intervención militar rusa será la continuidad del régimen sirio, aliado de Moscú y de Teherán. La guerra de Siria no iba a finalizar con una eventual caída del régimen. A su hipotético colapso le habría seguido la lucha entre las propias facciones rebeldes, y entre éstas y el Daesh. Pero ni siquiera ese escenario de derrumbe total resulta ahora cercano ni probable.

El enquistamiento del conflicto, con más de cuatro años de duración sin que se vislumbre una victoria militar definitiva de ninguna de las partes. Y la tragedia humana que se deriva de él, con más de doscientos mil muertos, y la extensión de sus efectos –en especial, los millones de refugiados que está provocando– apuntan a una solución negociada en el medio plazo.

La intervención militar de Moscú pretende forzar la solución diplomática al presentar como inevitable la continuidad del régimen. Moscú quiere además eliminar las opciones de Estados Unidos y del bando saudí en Siria debilitando militarmente a los rebeldes y revertiendo sus ganancias territoriales. Si tenemos en cuenta que el interés de Washington en Siria es secundario y que los saudíes se están desgastando en Yemen, cobra sentido el escenario de un acuerdo entre las grandes potencias de fuera y dentro de la región. Un acuerdo que declarará un alto el fuego –seguramente imperfecto– entre las partes contendientes, con excepción del Daesh, y el inicio de un proceso de paz que quizás reconozca cierto tipo de autogobierno a las zonas bajo control de los rebeldes, sin una
desmembración oficial de Siria.

Al mismo tiempo, hay dos factores que también pueden favorecer la solución diplomática.
El primero es el respaldo al plan ruso de las principales potencias europeas. Ya antes del inicio de los bombardeos la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro italiano, Matteo Renzi, declararon en momentos diferentes que Rusia tenía que ser parte de la solución del conflicto sirio. La crisis migratoria ocupa uno de los primeros puestos de la agenda política de la Unión Europea y los líderes europeos dudan de la capacidad de Washington para poner fin a la guerra. De ahí que la intervención militar rusa, seguida de un plan de paz, pueda recabar el apoyo de los principales países europeos, y que éstos a su vez influyan sobre la diplomacia norteamericana para que acepte los términos del acuerdo.

El segundo factor que puede facilitar este escenario es que Moscú obligue a Al Assad a abandonar el país –en cuyo caso es de suponer que se instalaría en la propia Rusia. La debilidad militar del régimen sirio le ha hecho perder el estatus de aliado autónomo para pasar al de Estado cliente de Rusia y de Irán. La marcha de Al Assad, a pesar de que continúe el régimen sostenido por Moscú y Teherán, es un modo de que Estados Unidos y sus aliados turcos, saudíes, jordanos, etc. salven la cara ante un eventual acuerdo. Este escenario de fin negociado del conflicto entraña una consecuencia que podría afectar a España y a sus Fuerzas Armadas. Muy probablemente sería necesario el despliegue de una fuerza multinacional de Naciones Unidas que supervisara el alto el fuego, hiciera de
interposición entre las partes, y apoyara y protegiera el peace bulding. Las fuerzas rusas podrían participar en ella, al igual que las de los aliados de Estados Unidos, incluyendo algunos países europeos. De tener lugar, sería sin duda una misión arriesgada por la elevada presencia de actores yihadistas fuertemente armados y con una dilatada experiencia en combate. A los yihadistas se unirían además los rebeldes descontentos con el fin negociado del conflicto.

Sin embargo, otro escenario alternativo, y no descartable, es la prolongación del conflicto durante años. Un conflicto internacionalizado en el que Estados Unidos y sus aliados del Golfo sigan apoyando logísticamente a los rebeldes para recuperar la iniciativa estratégica y desgastar de manera indirecta y sostenida a sus respectivos grandes rivales: Rusia e Irán. La eventual marcha de Al Assad no soluciona el problema de fondo. Lo que queda del régimen sirio se ha convertido en una plataforma desde la que se seguirá expandiendo la influencia iraní en el Levante, protegida de momento por las fuerzas armadas rusas. Y este no es un resultado que vaya a satisfacer a Riad. Para entender el conflicto sirio es necesario ampliar la imagen al conflicto regional por delegación que a día de hoy enfrenta a las principales potencias de Oriente Medio. Eso explica que Arabia Saudí se oponga a que Irán forme parte de los países que negocien la solución diplomática a la guerra de Siria. Así lo ha mantenido de nuevo en la reunión de ministros de asuntos exteriores celebrada en Viena el 23 de octubre, en la que participaron los representantes de Estados Unidos, Rusia, Turquía y Arabia Saudí.

Es difícil saber cuál de los dos escenarios se acabará materializando. Las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos son otra variable que influirá en la estrategia norteamericana y muy probablemente lo hagan bloqueando cualquier salida que pueda ser interpretada como una victoria de Moscú. Lo cual conduciría hacia un escenario de acuerdo sin vencedores ni vencidos (la marcha de Al Assad podría favorecer esta impresión), o como alternativa, al escenario de prolongación del conflicto y continuidad del apoyo norteamericano a los rebeldes.

Por el momento, quien se sigue beneficiando de la situación es el Daesh. Aunque en las proximidades de Aleppo las fuerzas pro Al Assad se están enfrentando al Estado Islámico, en términos generales el recrudecimiento de los combates entre las fuerzas progubernamentales y los rebeldes resta fuelle a la lucha contra el Daesh, y éste, mes tras mes, afianza su proyecto político en los territorios sometidos a su control.

Fuente: http://www.ugr.es/~jjordan/intervencion-rusia-siria.pdf

Guerra en red

(Redacción) - Una netwar, terminología adoptada del inglés, también llamada guerra-red o guerra en red, es un modo de conflicto social, más débil que las guerras militares tradicionales, en la cual los protagonistas (actores o nodos) usan formas de organización en red y doctrinas, estrategias y tecnologías relacionadas con la era de la información (Ej. teléfonos móviles, faxes, email, sitios web, videoconferencias, redes sociales). Estos protagonistas son generalmente un conjunto disperso de nodos, que se comunican y se coordinan en sus acciones, sin un órgano de mando central concreto, y que comparten un conjunto de ideas y/o intereses.

Los nodos pueden ser grandes organizaciones, pequeños grupos, individuos, partes de grupos, partes de organizaciones o incluso estados. Pueden ser grandes o pequeños, firme o débil conectados, abiertos o cerrados, con actividades similares o muy diferentes (haciendo cada nodo una labor especializada). El límite de la red, o de cualquiera de los nodos incluidos en ella puede estar bien definido o ser borroso y poroso en relación con el entorno externo. Puede haber muchas variaciones. Esta flexibilidad las hace ideales para estrategias de lucha en swarming.

Este tipo de conflictos no sólo se desarrollan en el ciberespacio. Algunas batallas pueden ocurrir allí, pero generalmente el conducto y los resultados dependerán en mayor parte de lo que suceda en el mundo real. Por ejemplo, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional es algo más que una fuente de ideas.

El diseño de la red puede depender de la existencia de una infraestructura para la comunicación de información funcional. Esto no significa que todos los nodos tengan que estar constantemente comunicándose; ya que esto no tiene sentido para actores que actúan en secreto. Significa que cuando la comunicación es necesaria, los miembros de la red tienen que tener recursos para diseminar la información rápida y tan extensamente como se desee, tanto dentro como fuera de la red.

Es una práctica emergente y tanto actores de la sociedad civil (movimientos sociales) como de la sociedad incivil (narcotraficantes, terroristas, traficantes de armas,...) están incrementando su participación en este tipo de lucha.

La forma de actuar de las netwar es multifacética y difícilmente encasillable en los parámetros tradicionales. No se sabe muy bien cuándo están atacando o se están defendiendo, suelen ser transfronterizas, multijurisdiccionales, actúan de forma pública y privada, pueden actuar de forma civil y militar, de forma legal e ilegal. Esto hace difícil o incluso imposible para los estados hacerles frente asignándole el trabajo a una sola agencia para que se haga cargo del problema (Ej militares, policía o servicios de inteligencia).

Origen del concepto
Aunque el concepto de netwar ya había surgido en grupos de discusión de Usenet, el término netwar como tal fue acuñado por John Arquilla y David Ronfeldt, investigadores de la RAND Corporation en su artículo "Cyberwar is Coming!" (1993). De forma paralela al concepto de ciberwar (conflicto bélico que toma el ciberespacio y las tecnologías de la información como escenario principal), el concepto de netwar quiere denominar a esa serie de conflictos de la era de la información que se refiere a conflictos menos bélicos, de baja intensidad, más sociales. Se le llamó netwar para destacar que este tipo de conflictos eran desarrollados por organizaciones que adoptaban organizaciones y estrategias en red (net en inglés) que aprovechan los recursos tecnológicos disponibles en la era de la información.

En 1998, después de realizar un estudio por encargo del Pentágono, el politólogo David Ronfeldt y un equipo de colaboradores, concluyeron que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) –un grupo armado que había salido a la luz pública en enero de 1994 tras una declaración de guerra al Gobierno mexicano y a sus Fuerzas armadas– había estrenado una nueva forma de lucha, la Netwar Social o guerra socio-informática, que consistía en formar coaliciones transfronterizas altamente entrelazadas y coordinadas para hacer una guerra de redes social que limitaría al gobierno mexicano y apoyaría la causa zapatista.

El concepto ha tenido eco en movimiento antiautoritarios y federalistas, tomándolo para sí al explicar propuestas o análisis organizativos autónomos y sus dinámicas de comunicación y actividades conjuntas, es el caso de los anarquistas.

Causas de su aparición
La revolución de la información está modificando la naturaleza de todo tipo de conflictos. Los principales motivos para que esto suceda son:
-Se favorece y refuerza la organizaciones en red. Este tipo de organizaciones ofrecen algunas ventajas frente a las tradicionales organizaciones jerárquicas, típica de organizaciones estatales o gubernamentales.
-Las organizaciones en red son realmente una 'multiorganización' formada por distintas organizaciones o grupos con distinto grado de autonomía.
-No hay un jefe máximo sino pequeños líderes que encabezan su grupo.
-Los distintos grupos pueden ser muy pequeños y estar muy dispersos, ya que las últimas tecnologías de la información les permite actuar conjuntamente.

La organización de este tipo de redes es mucho más fácil que en las tradicionales redes jerárquicas. Este tipo de organizaciones, por su propia naturaleza, son:
-Más difíciles de desmantelar. Por ejemplo un grupo puede ser desmantelado sin que el resto de la organización se vea muy afectada. Para desmantelarlos es necesaria tener una red de comunicación que coopere en el destamantelamiento. Observar que los grupos pueden estar muy distantes pudiendo haber problemas jurisdiccionales.
-Tener mayor rapidez de reacción. Por ejemplo un grupo pequeño puede tomar decisiones rápidas en situaciones cruciales
-Mayor efectividad. La información fluye mejor al ser compartida por los distintos grupos. Este flujo es aprovechado por los grupos para ser más eficaces.
-Mayor flexibilidad y adaptación a las circunstancias.

Las netwar son similares a la estrategia militar (poder duro) de los enjambres pero aplicado aquí para conflictos menos bélicos. Los enjambres se están convirtiendo en el enfoque predominante para abordar cualquier tipo de conflicto, incluyendo las netwars.

Se facilita la comunicación y la distribución de la información. La evolución y resolución de muchos conflictos cada vez más dependen de la comunicación y la información, es el llamado 'poder blando'. La revolución de la información proporciona herramientas de comunicación y distribución de la información que nunca antes había sido fácilmente accesibles. Estas herramientas pueden ser aprovechadas para realizar campañas de información y propaganda que influyan sobre la percepción que tiene la sociedad de un conflicto concreto. Por ejemplo se puede atraer, desorientar, coaccionar y esto afecta a como la sociedad y los actores del conflicto perciben el conflicto en sí y a los actores que intervienen. El objetivo es una alteración psicológica de los individuos.

Las tecnologías de la información han puesto al servicio del poder importantes herramientas de control más efectivas y eficaces. Por otro lado las tecnologías de la información han proporcionado un medio de información alternativo a los medios masivos tradicionales (controlados de forma absoluta por el poder), accesible y de bajo costo, que permiten todo tipo de flujos de información y comunicación que permiten la propagación de ideas, el diálogo y el desarrollo de un sistema complejo de agrupaciones humanas con intereses más o menos compartidos.

La importancia de las nuevas tecnologías ha convertido a los sistemas en objetivos de ataques en los conflictos. La sociedad actual de los países desarrollados se basa en el uso de las nuevas tecnologías para su funcionamiento. Un atentado contra el buen funcionamiento de esa tecnología puede tener importantes consecuencias. Ej. Funcionamiento de centrales nucleares, funcionamiento de las bolsas, funcionamiento del tráfico aéreo, funcionamiento de empresas tanto en su labor productiva como comercializadora. El ataque a estos objetivos puede ser con medios tradicionales (Ej. una bomba en un centro de datos) o usando las nuevas tecnologías como un arma de ataque (dando lugar al llamado ciberterrorismo).

Ejemplos de conflictos en los que se desarrollan
La netwar ofrece nuevas oportunidades a los actores en cualquier tipo de conflicto. Por eso cada vez más en todo tipo de conflictos los actores están adoptando la forma de actuar de las netwar. Algunos conflictos surgieron ya de esta forma. Otros, al calor de la revolución de la información, se van transformando, en mayor o menor grado. En muchos casos se mantienen organizaciones híbridas que mantienen en mayor o menor grado una organización jerárquica. Por ejemplo se considera que Hamas está más cerca de ser una netwar que la Organización para la Liberación de Palestina. O también se considera que el Movimiento Patriótico Cristiano Americano está más cerca de la netwar que el Ku Klux Klan.

En este tipo de conflictos puede haber todo tipo de actores como por ejemplo organizaciones estatales o gubernamentales, terroristas transnacionales, organizaciones mafiosas, empresas comerciales, movimientos nacionalistas, traficantes de drogas, traficantes de armas, movimientos fundamentalistas, movimientos en contra o a favor la propiedad intelectual, contrabandistas, traficantes de inmigrantes ilegales, guerrillas, movimientos sociales que persiguen una sociedad civil global, defensores de los derechos civiles, anarquistas y nihilistas saboteadores del ciberespacio, organizaciones de activistas o paramilitares. El concepto de netwar es una forma de actuar y organizarse en los conflictos no bélicos. Desde el punto de vista de la sociedad civil esta forma de actuar puede ser positiva (Ej. movimientos sociales que buscan mejoras sociales) o negativa (Ej. criminales). Su forma de actuar puede ser violenta o pacífica.


Podríamos clasificar los conflictos en los que se aplican las netwars en dos tipos:
-Netwar social.- Son aquellos en los que se busca un cambio en la sociedad.
-Netwar no-social.- Son aquellos en los que no se busca un cambio en la sociedad sino un beneficio exclusivo para los que colaboran en la red. Ejemplos de este tipo de redes son las redes transnacionales para tráfico de drogas, ciertas organizaciones criminales o algunas redes de empresas.

Es habitual que en las netwar no sean 'puras' ya que en las motivaciones de los distintos nodos puede haber tanto motivaciones sociales como de beneficio propio. Por ejemplo en las campañas de concienciación para el fomento y desarrollo de energías limpias colaboran organizaciones sociales como Greenpeace como organizaciones cuya actividad productiva se beneficiaría de este tipo de políticas.  Otro ejemplo, para colaborar en la netwar en defensa de la propiedad intelectual, que actúa como una campaña de concienciación para la defensa de este tipo políticas.

Hay distintos tipo de motivaciones:
-Motivaciones pecuniarias particulares de los que se benefician económicamente de este tipo de políticas.
-Motivaciones que buscan la protección de la investigación y la innovación protegiendo las inversiones en este tipo de recursos.
-Motivaciones de protección del conocimiento producido en ciertas regiones como si fuera un recurso propio en la que basar su riqueza y preponderancia (y por tanto su bienestar social).

Movimientos sociales (Netwar social): Los conflictos sociales son un escenario habitual de las netwar. Cuando la causa del conflicto de la netwar es un tema social (movimientos sociales) se dice que se trata de un netwar social. En el desarrollo de este tipo de conflictos es fundamental:
-La opinión de la sociedad. Para ellos es vital la información que la sociedad tiene sobre el conflicto. -Es necesario que la sociedad sea consciente del problema y de los puntos de vista y razonamientos que el movimiento social tiene. De esta forma el movimiento puede conseguir más adeptos que se pueden integrar en el movimiento.
-La cooperación de grupos e individuos muy heterogéneos. Es necesario organizar el movimiento social para que los distintos grupos que están de acuerdo con ese objetivo puedan intercambiar información, cooperar y coordinarse
-La netwar, por sus características inherentes, se adapta muy bien a este tipo de conflictos.

Desde principios de la década de los 90 los conflictos sociales se han ido convirtiendo en netwars. Desde 1992 la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersona se puede clasificar como un caso de netwar social. En ella distintas organizaciones no-gubernamentales (ONGs), junto con funcionarios de distintos gobiernos, cooperan para conseguir la abolicío de las minas antipersona. Hoy día es habitual que las organizaciones no-gubernamentales (ONGs) usen estrategias de netwar para conseguir sus objetivos sociales. De esta forma mejoran su 'poder blando'.

La efectividad de una netwar depende del tipo de sociedad en la que se desarrolla. Suelen tener más éxito en sociedades con cierto grado de libertades (Ej México con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional) que en sociedades con sistemas autoritarios que mantienen un sistema más o menos cerrados para la sociedad civil (Ej. lucha contra el Consejo de Estado para la Paz y el Desarrollo en Birmania )

Los conflictos de tipo netwar social no sólo son campañas sociales de concienciación. En este tipo de conflictos se encuadran todo tipo de movimientos sociales que persiguen cualquier tipo de cambios en la sociedad (políticos, religiosos,...), ya sea pacíficamente o no. Ejemplos de objetivos de los conflictos en los que actualmente se está desarrollando netwars:
-Conflictos sociales de Guerras de Baja Intensidad (cuando se trata de una guerra convencional adaptada a la era de la información hablamos de ciberguerra)
-Movimientos que persiguen la abolición o la implantación de ciertas tipo de políticas. Pueden referirse tanto a políticas gubernamentales como de empresas
-Movimientos contra cierta institución, gobierno o sistema político.

Conflictos sociales de Guerras de Baja Intensidad
La guerra de baja intensidad (GBI) es una confrontación político militar entre Estados o grupos, por debajo de la guerra convencional y por encima de la competencia pacífica. Podemos encuadrar en este tipo de conflictos los conflictos guerrilleros, insurgentes o las hostilidades entre países que no llegan a guerra convencional. En este tipo de conflictos es cada vez más frecuente la netwar. En la netwar se pone a disposición de actores con pocas posibilidades una forma eficiente de organizarse y por otro lado una forma de influir en la visión que tiene el exterior (incluido el enemigo) del conflicto. En conflictos asimétricos la netwar social proporciona al bando más débil una respuesta a la guerra de la información que desarrolla el bando más fuerte. El primer ejemplo de este tipo de netwar fue la llevada a cabo por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Otros ejemplos son las organizaciones yihadistas.
Nablús en 2002.
Ejército Zapatista de Liberación Nacional
Después de la fracasada insurrección armada en el estado de Chiapas llevada a cabo el 1 de enero de 1994 por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) (levantamiento zapatista), el movimiento va abandonando la lucha armada y comienza su transformación en un movimiento social sin fronteras que busca transformar la conciencia social y política (repudio de la globalización económica). Para ello convierte el conflicto en una netwar. El movimiento se convierte en un movimiento de conciencias. De esta forma consigue atraer a intelectuales, celebridades, políticos y a organismos sociales con un objetivo común: atacar un sistema económico-político que amenaza y destruye la libertad y la igualdad de los derechos elementales del Ser Humano. A partir del éxito conseguido a través de Internet, el EZLN supo abrirse espacios en medios masivos tradicionales sobre todo impresos. Por tanto El EZLN dejó las acciones violentas, que hubieran acarreado rechazo social, y puso los ojos del mundo en Chiapas. Además con esta estrategia se consigue evitar el abuso de las fuerzas opositoras (estatales o internacionales), debido al constante monitoreo de las acciones por parte de muchísimos grupos y organismos que velan por los derechos humanos.

Movimientos yihadistas
Los movimientos yihadistas han sido de los primeros tipos de organizaciones que empezaron a adoptar esta forma de organización. Este tipo de movimientos han participado en distintos conflictos en regiones con importantes creyentes musulmanes. Lo que no quiere decir que actuaran en solitario, sino que cooperaban con otros tipos de organizaciones para conseguir sus objetivos. Por ejemplo han actuado como una netwar en la Guerra de Afganistán (1978-1992) contra el ejército soviético, en la actual guerra de Afganistán, en la Guerra Civil Argelina, en la Guerra de Kosovo contra los serbios, en las Guerras de Chechenia en la Guerra de Libia de 2011 o la Guerra Civil Siria, en el conflicto de la Rebelión tuareg de 2012 y han actuado como grupos terroristas en múltiples países como Yemen, Marruecos, Jordania, Túnez, etc.

Este tipo de organizaciones es habitual que se relacionen. Por ejemplo la red Al Qaeda es una red de distintas organizaciones de este tipo, asociadas para colaborar y coordinarse.
Movimientos que persiguen la abolición o la implantación de ciertas políticas.
En este tipo de netwars podríamos encuadrar aquellas que persiguen que cierta/s empresa o institución/es tome/n cierto tipo de decisiones en su política. Ejemplos de este tipo de netwar sería:
-La netwar de la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersona.
-Campañas en contra del uso de trabajo infantil para la producción de ciertas empresas. Incluye llamadas al boicot para las que no adopten estas medidas.
-Netwar a favor de los derechos humanos en ciertos países.
-Netwar a favor de las energías limpias.
-Netwar a favor de la prohibicíon o la permisión del aborto.
-Netwar contra el maltrato animal.
-Netwar a favor del reciclaje y el mejor aprovechamiento de los recursos naturales.
-Netwar a favor de la criminalización de la inmigración. Este tipo de netwar son llevadas a cabo por organizaciones y personalidades que se suelen encuadrar en la extrema derecha (Ej Amanecer Dorado, Frente Nacional).

Entre este tipo de movimientos cabe destacar a Anonymous. Anonymous es una netwar que persigue la libertad (Ej. de expresión y de información), la privacidad y la independencia de Internet. Sus componentes actúan de forma aislada o se ponen de acuerdo para realizar ciertas acciones que consideran que reivindica o busca esa libertad. No existe ninguna organización central sino que grupo de simpatizantes (a título individual o en grupos) colaboran y/o coordinan para conseguir sus objetivos.

Movimientos contra cierta institución, gobierno o sistema político.
Este tipo de movimientos son similares a los movimientos que persiguen cierto tipo de políticas. La diferencia consiste en que en este caso el choque es frontal frente a la existencia de la organización que toma las decisiones debido a sus objetivos inherentes. Ejemplos de este tipo de movimientos son:
-Netwar contra el Fondo Monetario Internacional
-Netwar contra la Organización Mundial del Comercio. En este marco se desarrolló la famosa lucha contra la Cumbre de la OMC en Seattle.
-Netwar contra la empresa Monsanto de comercialización de semillas transgénicas y plagicidas asociados.
-Netwar contra Israel por su política con el pueblo palestino.
-Netwars a favor de la democracia en ciertos países.

La asociación para destruir esa organización puede ser pacífica (Ej. asociación de organizaciones sin ánimo de lucro) o violenta (Ej. Bloque negro).

Netwar no-sociales
Entre las netwar no-sociales, aquellas que buscan un beneficio exclusivo para los que colaboran en la red, hay muy diversos tipos. Ejemplos:
-Crimen organizado
-Bandas criminales
-Netwar de empresas

Crimen organizado
El crimen organizado está mutando desde las antiguas organizaciones jerárquicas, como las tradicionales familias mafiosas italianas, a redes transnacionales (netwars) como las organizaciones criminales rusas. Estas redes criminales se basan en alianzas débiles y temporales entre grupos. Incluso las organizaciones jerárquicas tradicionales se están convirtiendo en organizaciones híbridas que permiten a sus ramas locales cierto grado de autonomía o incluso establecer su propia red.

Esta forma de organización es mucho más fluida que las organizaciones jerárquicas. Además se adapta más al tipo de relaciones patrono-cliente que se establece en este tipo 'negocios'. Esta redes suelen ser bastante fragmentadas y caóticas y suelen conllevar redes de influencia que enlaza a los criminales con posiciones de poder del mundo político y económico. También es habitual que tengan relación con movimientos terroristas que aprovechan para operaciones específicas o para controlar ciertas áreas geográficas. Todas estas relaciones permiten a los criminales maximizar las oportunidades.

Estas redes pueden crearse desde arriba por un grupo de organizadores que quieren usarlas con un propósito específico o pueden aparece de forma espontánea como un mecanismo para añadir eficiencia al funcionamiento del 'negocio'. Por ejemplo los cárteles colombianos en los 80s y 90s creaban sus redes para transportar la cocaína a Estados Unidos. Por otro lado el tráfico de heroína desde el sudeste asiático era llevada a cabo por distintos intermediarios en una red de transacciones donde los productores daban la heroína a distribuidores independientes y ellos se iban encargando de pasársela de unos a otros hasta llegar al cliente final.

Este tipo de redes pueden ser muy variadas: limitadas asociaciones a nivel local o transnacionales, dedicarse a una sola variedad de 'bienes' o dedicarse a un amplio espectto tanto lícito como ilícito, ser abiertas a cualquier tipo de organizaciones o poner como requisito una característica partícula (Ej. tener un origen étnico determinado), duraderas o efímeras, etc.


Ventajas
La organización en netwar permite establecer unas organizaciones más:
-Robustas y relisientes. Al estar débilmente acopladas da recursos y caminos alternativos para afrontar cualquier tipo de trastorno (Ej. detenciones, guerras entre organizaciones) y limita su impacto.
-El mayor flujo de información y comunicación permite maximizar los beneficios y prevenir los perjuicios.
-Permite crear y explotar mejor la corrupción.
-Facilita la cooperación para obtener mejores beneficios entre distintas organizaciones.
-Permiten reducir la exposición de los personajes clave. Normalmente las organizaciones de cierto tamaño tienen un core (los importantes) y unos nodos periféricos. Los nodos periféricos tienen lazos débiles con el core y permiten a la red operar a grandes distancias (geográfica y socialmente) facilitando operaciones y actividades más extensas y diversas, junto con la capacidad de llevar a cabo cierto grado de recopilación de información.
-Esta compartimentación de la red son buenas para proteger no sólo a los miembros del core sino también la información que podría comprometer operaciones o a otros nodos de la red.
-Aprovechar huecos legales en ciertas regiones
-Detectar mejor oportunidades y puntos débiles.
-Diversificación tanto en actividades como en lugares geográficos. Como resultados es más difíciles de detectar su presencia y mucho más difícil detectar donde reside su core.

Bandas criminales.
Las bandas urbanas criminales o pandillas también están adoptando la estrategia de netwar. Las bandas se pueden clasificar según el grado de evolución en:
-Bandas territoriales (Ej Crips, Bloods, Folk, People)
-Bandas orientadas al tráfico de drogas. Se caracterizan por el uso de la violencia para controlar mercado y negocio.
-Bandas de nueva generación que mezclan elementos políticos y mercenarios. Ej de bandas que están evolucionando a este estadio: Almighty Black P Stone Nation, Calle Treinta, Mara Salvatrucha, 18th Street. En Sudáfrica tanto las bandas (Ej. Hard Livings) como las contrabandas (Ej. Pagad) son políticamente activas y llevan a cabo campañas casi-terroristas o directamente terroristas.

El grado de evolución de una banda se mide en el grado de:
-Politización. Por ejemplo pueden realizar una dominación de la vida de los vecinos y creación de virtuales zonas sin ley, aplicación de impuestos a los vecinos o a otros actores criminales para que puedan desarrollar su labor, o corrupción de la policía para que no interfiera en sus actividades. Incluso algunas bandas pueden influir en las agendas políticas o desestabilizar gobiernos.
-Localización. Área geográfica en la que realiza sus actividades. Puede ser desde una calle hasta internacionales
-Sofisticación. De las tácticas, estrategias, armas, tecnología y complejidad organizativa de la banda

Netwar de empresas.
El desarrollo de este tipo de estructuras ha surgido como respuesta a las limitaciones, rigideces e ineficiencias que las estructuras jerárquicas tienen en el mundo de los negocios de hoy día. Este tipo de asociaciones explotan mejor la globalización a través de socios y alianzas estratégicas, en forma similar a como lo hacen los keiretsu japoneses. Aprovechan mejor las oportunidades que proporciona la detección de los agujeros estructurales.

Entonces se establece una corporación virtual que realmente es una red temporal de compañías independientes -proveedores, clientes e incluso compañías rivales- vinculadas por la tecnología de la información, con el objeto de compartir habilidades, costos y acceso a los mercados de unos y otros. No cuentan con oficinas centrales, ni organigrama, ni jerarquía . Un ejemplo de este tipo de empresas en Nike. Esta corporación depende de un conjunto de proveedores, suministradores de transporte, fábricas y almacenes para el correcto funcionamiento del negocio. Se basa en un uso combinado de empresas propias y externas

Lucha contra las netwar
En la lucha contra las netwar, también llamada contranetwar (del inglés counternetwar), se han propuesto una serie proposiciones a partir de las cuales orientar las políticas y actuaciones:

-La organizaciones jerárquicas tienen dificultados para luchar contra organizaciones en red como las netwars. Ejemplos de debilidad de este tipo de organizaciones son la lucha de gobiernos contra cárteles dedicados al tráfico de droga, o la lucha contra movimientos religiosos fundamentalistas en países musulmanes, o contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Estos dos conflictos muestran la robustez tanto en ataque como en defensa de este tipo de organizaciones.

-Para luchar contra organizaciones en red es necesario organizaciones en red.  Esto no significa copiar la organización del adversario sino aprender los principios que el adversario ya ha aprendido. Por ejemplo extender el uso de la innovación tecnológica, y principalmente, tener predisposición a innovar organizativa y doctrinalmente, quizá creando nuevos mecanismos para la cooperación multijurisdiccional y entre distintos organismos. A veces no es necesario, deseable o incluso posible reemplazar todas las jerarquías con organizaciones en red, por ejemplo en gobiernos estatales.

-En estos casos lo que hay que hacer es mezclar hábilmente ambas formas de actual, teniendo un suficiente core de autoridad para fomentar y forzar las órdenes. De esta forma se crea una organización híbrida. Los riesgos y costes de hacer este rediseño de forma inadecuada son altos.

-Quien domine la forma organización en red primero y mejor ganará una mayor ventaja sobre el adversario. En las anteriores décadas de la era de la información quien avanzó hacia la netwar disfrutó de un creciente pode relativo frente a los estados jerárquicos que los enfrentaban. Ejemplo de esto son el cartel de Cali, Hamas, Ejército Zapatista de Liberación Nacional o la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersona.

Ciudades en guerra: tendencias y desafíos actuales del combate urbano




Análisis GESI, 15/2015

El combate urbano es tan antiguo como las propias ciudades. Los centros urbanos siempre han sido lugares estratégicos dada su importancia económica, demográfica, en infraestructuras y simbólica. La imagen de una ciudad capturada, recapturada, saqueada, quemada y construida de nuevo es inherente a la Historia militar.

Sin embargo, muchas doctrinas militares clásicas consideran el combate urbano como el último recurso. Según Sun Tzu, la peor política es atacar a las ciudades, lo cual sigue siendo cierto hasta hoy, dada la cantidad de los daños colaterales habitual en este tipo de operaciones. Y mientras el mundo se urbaniza, lo mismo sucede con los conflictos.

Combate urbano en el siglo XX

Muchas de las revoluciones de los siglos XVIII y XIX tuvieron lugar en las ciudades, lógicamente por que aquellas sirvieron como puntos de concentración de la población, la movilización y el poder. Sin embargo, las batallas realmente emblemáticas del ambiente urbano se llevaron a cabo durante la Segunda Guerra Mundial. Las batallas de Stalingrado, Berlín y Manila desencadenaron el subsiguiente desarrollo de doctrinas militares especialmente enfocadas en el combate urbano.
Marines en Hue, Vietnam, 1968

Durante la Guerra Fría, unas guerrillas urbanas intensificaron su actividad en varios países de América Latina, combatidas por policías y las fuerzas militares. Movimientos independentistas con la agenda anti-colonial tomaron iniciativa en Palestina, Argelia, Chipre o Irlanda, obligando a las fuerzas regulares a desarrollar unas campañas urbanas de contra-insurgencia. Unas batallas icónicas tuvieron lugar en Hue, Vietnam en 1968 y la ciudad de Suez en 1973.

Los acontecimientos militares de los años 90 hicieron creer que las fuerzas militares occidentales eran invencibles. Aquella suposición fue fundamentalmente cuestionada tras el episodio de Mogadiscio en 1993 y el desastre militar en Grozny (en este caso de fuerzas rusas) en 1994. Los estrategas militares y los políticos se dieron cuenta de que la superioridad militar – tecnológica no lleva automáticamente a un éxito cuando las fuerzas regulares se ven obligadas a combatir unos grupos locales armados en ciudades densas y desconocidas.

Tras aquellos episodios, la atención militar se enfocó aún más en las capacidades necesarias para combatir en ciudades. Esta tendencia se mantuvo hasta septiembre de 2001. La guerra de Afganistán desvió temporalmente la atención a los ámbitos montañosos y rurales, pero posteriormente la guerra de Irak y, una década más tarde, las revoluciones urbanas en el mundo árabe y los recientes acontecimientos en Ucrania, Irak, Siria y Yemen están una vez más indicando la creciente relevancia de las ciudades para el análisis y gestión de conflicto.
   
¿Cómo será el conflicto futuro?

Es muy difícil hacer predicciones sobre conflictos futuros en una era caracterizada por la complejidad. Por ello, los analistas militares se han enfocado en ciertos aspectos de la guerra futura, la naturaleza de los adversarios potenciales y las características del ámbito operacional. La investigación existente indica que los enfrentamientos futuros serán híbridos y asimétricos, con los actores tan diversos como fuerzas regulares, milicias tribales, paramilitares, insurgentes, terroristas, señores de guerra y grupos criminales, para mencionar solo algunos.

Las cuestiones sobre el ámbito operacional futuro son un tanto más claras. Según David Kilcullen, cuatro tendencias globales son claves al respecto. Primero, las dinámicas demográficas, destacando el incremento de la población sobre todo en los países en vías de desarrollo. Segundo, el fenómeno de la urbanización gana más importancia cuando la mayor parte de ese crecimiento demográfico ocurre en las ciudades, muchas veces sin la suficiente infraestructura, servicios básicos y recursos para la población. Tercero, la conectividad. La capacidad de las personas para comunicarse de una manera instantánea supone indudables ventajas, pero al mismo tiempo las redes existentes pueden ser (y son) abusadas para cometer actividades ilícitas. Finalmente, Kilcullen argumenta que la cuarta tendencia clave a nivel global es la litoralización. La mayor parte de la población mundial vive en ciudades ubicadas en la costa o a menos de cien kilómetros del mar. Analizando estas tendencias globales desde el punto de vista de los futuros conflictos, Kilcullen sostiene que el combate urbano litoral seguirá adquiriendo una relevancia cada vez mayor.

Pensamiento estratégico y conceptos

Los analistas en previsión estratégica tienen en cuenta estas tendencias a la hora de prever qué tipo de operaciones se llevarán a cabo y cuáles serán las capacidades necesarias.

Los planes de adquisiciones militares se suelen realizar con un alcance aproximado de quince años. Lógicamente, las restricciones presupuestarias pueden alterarlas. Y además, los procedimientos burocrático pueden ralentizarlas provocando que algunas de las adquisiciones no se ajusten a los cambios operados en el entorno estratégico. Por ello una función muy importante (aunque no la que recibe la mayor financiación) es la previsión estratégica a largo plazo. En este caso, los analistas intentan predecir cómo será el ambiente en el que las fuerzas militares conducirán sus operaciones dentro de cincuenta años. Lógicamente, este tipo de análisis es en muchos respectos más difícil dada la complejidad de las dinámicas conflictivas actuales. Simplemente no sabemos qué tipo de milicias va a operar por ejemplo dentro de una década en la zona que hoy en día controla el Daesh. Sin embargo, las predicciones que utilizan los datos y tendencias sobre dinámicas naturales, sociales y tecnológicas pueden ofrecer pistas útiles.

Un ejemplo de este tipo de iniciativas es sin duda el proyecto de la urbanización desarrollado por la OTAN, además de los programas enfocados en el combate urbano (incluyendo aspectos desde la doctrina hasta el entrenamiento) en Estados Unidos, Reino Unido, Israel y otros países sobre todo de Europa Occidental. El análisis estratégico también suele ser subcontratado; por ejemplo, la RAND Corporation tiene su propia sección de análisis de la acción militar en las ciudades. A pesar de todo, el análisis estratégico relativo al combate urbano representa solamente una parte minúscula al compararlo con la cantidad de iniciativas tácticas y tecnológicas que actualmente se llevan a cabo en este ámbito.

Tácticas y tecnología

En dirección contraria a las restricciones presupuestarias que afectan a los ejércitos europeos, otros países del mundo están incrementando su potencial militar. Entre esas inversiones el combate en población está recibiendo una atención particular. El combate urbano tiene unas características y limitaciones específicas debido a la naturaleza de las ciudades. Las innovaciones en la capacidad de mando y control, utilizando los avances más recientes en tecnologías de comunicación, inteligencia, vigilancia y reconocimiento desbordan el alcance del presente análisis. Los objetivos incluyen el diseño de los sistemas de monitorización más eficientes, incluso los drones mejorados utilizando sensores, y nano-tecnologías para perfeccionar la conciencia de la situación (situational awareness) en el denso terreno urbano.

En cuanto al armamento, el desarrollo actual se enfoca en mejorar la precisión, efecto, potencia de fuego y movilidad: aspectos decisivos en el combate urbano. Se ha prestado atención al equipamiento de los soldados para conseguir una armadura (body armor) más ligera pero con mayor capacidad de protección. Además de ello, los aparatos de visión nocturna y los de comunicación tratan de mejorar la eficiencia y reducir el agotamiento físico y mental que es propio del combate urbano. Finalmente, las modificaciones a los vehículos militares tienen como propósito hacerlos más pequeños, eficientes y móviles, capaces de maniobrar en unas calles estrechas, evitar los obstáculos físicos y enfrentarse son el adversario, protegiendo en todo situación a los operadores.

Problemas de complejidad

Según los críticos, existe un problema fundamental en el enfoque principalmente táctico y tecnocrático que ha dominado la actual práctica del combate en las ciudades. El núcleo del problema es que la doctrina del combate urbano sigue viendo la ciudad simplemente como una parte más del terreno operacional, y por ello favorece la táctica de “clear and hold”. Como apuntaba un experto militar canadiense en un congreso del ejército holandés en la Haya, ‘somos muy buenos en limpiar pero seguimos fallando en sostener’.



Joint Chiefs of Staff, Doctrine for Joint Urban Operations JP 3-06, 2002.

Este tipo de doctrina y práctica tiene utilidad cuando se trata de capturar un edificio o un bloque de edificios, pero alcanza sus límites cuando el objetivo consiste en estabilizar y proteger una zona urbana más extensa. Las ciudades, especialmente las grandes, poseen una red compleja de elementos naturales, de infraestructuras, y de entramados sociales con sus constantes interacciones (muchas de ellas intangibles). En otras palabras, la ciudad es un sistema complejo. Los sistemas de este tipo son extremadamente (o imposibles) de controlar en el sentido militar clásico. Como consecuencia, es muy difícil ejercer el control total sobre una ciudad extensa a medio o largo plazo, simplemente porque ninguna fuerza militar dispone hoy de suficientes recursos humanos y técnicos para hacerlo.

Imagen aérea de Fallujah, Iraq. 2009.

El resultado de emplear las tácticas de control urbano consiste muchas veces en “congelar” una parte de la ciudad en cuestión. En su versión extrema, esta forma de combate ha sido etiquetada como “urbicide” (una analogía a “homicide”, aunque en este caso la víctima es la ciudad en conjunto). Los críticos como Stephen Graham han utilizado este término, refiriéndose sobre todo a la política militar-urbana de Israel con respecto a los palestinos. Congelar una ciudad o sus partes mediante la fuerza militar apenas puede conducir a un éxito estratégico a largo plazo.

Teniendo en cuenta la morfología de los conflictos futuros, definida por batallas en un denso terreno urbano, enfrentándose con actores difícilmente distinguibles de la población local, parece conveniente ir pensando en desarrollar nuevas estrategias. Antes de intervenir en un ambiente de este tipo, es necesario entender las redes físicas y sociales que definen la ciudad. El enemigo conoce, utiliza y abusa de esas redes, aunque son las mismas que sostienen la ciudad como tal. Por ello, el objetivo debería ser en maximizar la precisión y la discriminación durante el enfrentamiento, y hacer lo posible para minimizar la disrupción de las interacciones cotidianas (información, energía, tráfico de materias y personas, etc.). Estas últimas forman la base de la resiliencia urbana, inherente en las ciudades e indispensable para garantizar su funcionamiento y la seguridad a largo plazo.

Editado por: Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI). Lugar de edición: Granada (España). ISSN: 2340-8421.
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