jueves, 8 de septiembre de 2016

Rusia pronto podrá atacar objetivos en el espacio

Por ALEXANDER VERSHININ, PARA RBTH
Próximamente el espacio cercano podría convertirse en el escenario de conflictos militares. En Rusia están desarrollando un nuevo tipo de misil capaz de abatir objetivos fuera de la atmósfera.
Misíl A-135
Las tropas rusas de defensa antiaérea planean recibir un sistema antimisiles de intercepción de largo alcance, según informó el general teniente Víktor Gumenny, segundo comandante en jefe de las Fuerzas Aeroespaciales, a finales de agosto. “Esto permitirá cumplir las misiones de las tropas de defensa antiaérea y antimisiles impuestas por el Comandante Supremo y el ministro de Defensa en los plazos establecidos”, comentaba a la radio Servicio Ruso de Noticias.

Las primeras declaraciones sobre el nuevo sistema antimisiles de largo alcance aparecieron a finales del año pasado, una vez finalizadas con éxito las pruebas de vuelto.

El nuevo misil ruso forma parte de un programa altamente confidencial. El nombre exacto del modelo no se ha revelado. Lo único que se sabe es que se trata de un objeto que no tiene análogos en el mundo. Sus componentes electrónicos también son únicos entre los desarrollos rusos y su motor, según la idea de los ingenieros, será el más rápido de los motores existentes en todos los ejércitos del mundo. Según la comandancia, se trata de un misil de largo alcance de acción. Esto puede implicar que el misil sea capaz de derribar objetivos que se encuentren en el espacio cercano.
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La historia de los sistemas antimisiles rusos capaces de enfrentarse a misiles balísticos y satélites se remonta a hace 40 años. Ya entonces nació en la mente de los ingenieros una valiente idea: la amenaza procedente del potencial nuclear de un probable enemigo puede reducirse a cero con la ayuda de un escudo de misiles.

Para eliminar la posibilidad de poner en peligro la paridad nuclear entre las superpotencias, la URSS y EE UU firmaron en 1972 un acuerdo que limitaba la posibilidad de construir sistemas nacionales de defensa antimisiles. Únicamente se podía instalar estos sistemas en una zona restringida geográficamente. La Unión Soviética cubrió Moscú con un paraguas nuclear.

El más importante de los misiles que cubren la capital es el modelo 53T6, Gazelle según la clasificación de la OTAN. Su funcionamiento es idéntico al de los estadounidenses: un misil de combustible sólido de varios metros de tamaño equipado con una ojiva nuclear. Sin embargo, el rendimiento de su análogo soviético lo convertía en un desarrollo único.
Resultado de imagen para modelo 53T6, Gazelle
Con un peso de 10 toneladas y un potente motor, se elevaba a una altura de 30 kilómetros en 5 segundos. La carga nuclear de 10 kilotoneladas explotaba en la estratosfera y eliminaba las cabezas de los misiles balísticos del enemigo. Y lo más importante, los creadores del misil previeron el tremendo potencial de su modernización. Gracias a ello, el 53T6 es hoy en día un peligroso enemigo de los satélites de la órbita baja terrestre, incluidos los que cuentan con sistemas de navegación global.

Sin embargo, el misil como medio de destrucción de satélites tiene varios defectos. En algunos casos pueden resultar más eficaces los medios que no se encargan de la destrucción directa de un aparato, sino que únicamente lo desactivan.

Entre ellos figuran algunos instrumentos terrestres de interferencias. Unas construcciones metálicas instaladas en chasis de automóvil y equipadas con aparatos electrónicos que resultan mortalmente peligrosas para los satélites. El Complejo de Lucha Radioelectrónica ruso contra sistemas de satélite está equipado con unas antenas especiales que reciben y transmiten la señal. Estos sistemas atacan al talón de Aquiles de los satélites de la órbita baja. Solo con que el sistema logre interceptar unas pocas señales, toda la agrupación de satélites queda incomunicada.

Las últimas pruebas han mostrado que el desarrollo del Instituto Radiotecnológico de Moscú ha resultado más eficaz de lo que esperaban sus creadores. En caso de que este se despliegue en el Ártico ruso, el sistema podría cerrar el espacio sobre la mayor parte del hemisferio norte. La lucha por el espacio entra en una fase activa y requiere una intervención cada vez mayor de las innovaciones tecnológicas.

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