jueves, 30 de julio de 2015

Jaime, otro símbolo de impunidad

Editorial I del diario La Nación
Pese a que acumula procesamientos y juicios orales, constituye una afrenta la facilidad con que el ex secretario de Transporte logra demorar los procesos
 
Entre los funcionarios y ex funcionarios kirchneristas, uno de los que mejor representan la imagen de la impunidad es el ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, quien acumula sobre sus espaldas imputaciones y procesamientos en casos de corrupción mientras sigue gozando de una libertad tan llamativa a la luz de sus antecedentes que resulta francamente ofensiva.

Se trata de uno de los primeros funcionarios kirchnerista de relieve en tener que abandonar un cargo de importancia debido a la gravedad de las acusaciones y las investigaciones de las que era objeto. En otras palabras, Jaime era un escándalo andante cuando renunció, en 2009, y lo sigue siendo hoy, aunque ahora también por la impunidad y por la caradurez que ostenta.

En efecto, a medida que acumula acusaciones y procesamientos, Jaime y sus defensores recurren a todas las chicanas legales para postergar los juicios y procurar que prescriban algunas causas. Volvieron a intentarlo en una por haber recibido presuntas dádivas bajo la forma de pasajes aéreos en aviones privados pagados por empresarios a los que debía controlar como secretario de Transporte. No se trataba de un mero planteo técnico: Jaime busca evitar el juicio oral al que ya han instado los tribunales inferiores, para escapar de una muy probable condena. Afortunadamente, el juez federal Julián Ercolini determinó que el 27 del mes próximo comenzará el juicio oral del que Jaime procuró escapar.

Tampoco pudo sustraerse del juicio oral por la masacre de la estación Once, en la que murieron 51 personas y 789 resultaron heridas, 31 de ellas de suma gravedad.

Son tantas las causas que arrastra que ya en 2013 el juez federal Claudio Bonadio quiso detenerlo, pero Jaime se "fugó" durante una semana y, al revocarse la orden de captura, apareció en público para autocalificarse de militante del kirchnerismo y asegurar: "Adhiero fuertemente a este proyecto nacional". Sospechosamente, durante la semana de su desaparición la Policía Federal no pudo dar con su paradero.

En aquel momento sumaba alrededor de veinte causas, aunque él sostenía que sólo eran siete. Bonadio lo había procesado por presuntos sobreprecios en las obras del Ferrocarril Belgrano Cargas y tenía por delante un juicio oral en Córdoba por sustracción de pruebas, en el que fue condenado a seis meses de prisión en suspenso. También era investigado por enriquecimiento ilícito porque al asumir como secretario de Transporte, en 2003 -un cargo dentro del Ministerio de Planificación Federal al que llegó por su estrecha relación con Néstor Kirchner-, carecía de fortuna, pero al dejar la función pública en medio de escándalos poseería varias propiedades lujosas, al tiempo que se le atribuían un yate y un avión Lear Jet.

Pero además de su exponencial incremento patrimonial y de las causas de corrupción, Jaime es responsable directo de la destrucción de parte de nuestros sistemas de transporte, en especial del ferroviario, que durante su gestión se convirtió en un arma letal, como lo demostró a un altísimo costo en vidas la masacre de Once.

La línea aérea SW, fuertemente subsidiada por la secretaría a su cargo, desapareció luego de verse involucrada en una red de tráfico de cocaína a España. SW realizaba vuelos poco justificables hacia Buenos Aires que partían de ciudades ubicadas en el centro de la región cocalera de Perú.

El año pasado, el juez federal Sebastián Casanello procesó a Jaime por enriquecimiento ilícito al entender que ni él ni quienes se señala como sus testaferros -su ex esposa y un hermano suyo- pudieron justificar los bienes que adquirió entre 2003 y 2009 mientras fue funcionario. El patrimonio bajo sospecha era de alrededor de 12 millones de pesos.

Además, los bienes en cuestión son una sociedad que adquirió un hotel en Brasil; una casa en un country de San Isidro donde Jaime se alojaba durante los fines de semana largos; un avión Lear Jet para ocho pasajeros valuado en cuatro millones de dólares en el que viajaba a Córdoba, Uruguay y Brasil, con matrícula estadounidense, adquirido en Miami; un yate de 1,4 millones de dólares, y ocho casas y departamentos en Santa Cruz y Córdoba.

En Estados Unidos se analizan actualmente los escandalosos correos electrónicos entre Jaime y su asesor Manuel Vázquez. Se sospecha que ambos podrían estar involucrados en coimas y sobreprecios en la compra de veinte aviones brasileños Embraer para Austral en 700 millones de dólares con un crédito del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social brasileño (Bndes).

La excesiva demora de nuestra justicia en la tramitación de las causas contra Jaime demuestra que ha gozado de la protección gubernamental. Un personaje como él ya debería haber sido sometido a juicio oral en las principales causas en las que está procesado. En cambio, figuras mucho más importantes que él se encuentran detenidas en Brasil por el caso petrolão.

La libertad de que goza es una de las más claras señales del aparato de impunidad que funciona en nuestro país en las últimas décadas y que se ha aceitado sobremanera desde la asunción del kirchnerismo.

Es de esperar que los magistrados no demoren en resolver los planteos dilatorios de Jaime y aceleren su arribo a los juicios orales que con tanto empeño quiere evitar.

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