viernes, 31 de octubre de 2014

Las obras viales y la cadena de la fabulación

Editorial I del diario La Nación
Promesas incumplidas, arbitrariedad en la distribución presupuestaria por provincia, sobrecostos y corrupción caracterizan la política kirchnerista
 
Casi 11 años pasaron desde los primeros anuncios y todavía hay un 60% de obras viales en la Argentina demoradas o sin hacerse. Esta estadística no es azarosa: surge de un estudio elaborado por la Auditoría General de la Nación (AGN) y muestra, una vez más, un alto incumplimiento de promesas hechas por el gobierno kirchnerista.

Sin embargo, no es esto novedoso. Los múltiples anuncios de obras de todo tipo que nunca se concretan han sido una constante en la era de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. A tal punto que, desde 2003, los argentinos nos hemos malacostumbrado a escuchar en reiteradas ocasiones el mismo anuncio oficial y a esperar en vano que se cumpla con la promesa y la obra sea una realidad.

La obra pública vial ha tenido rasgos alarmantes. La arbitraria distribución del presupuesto nacional para ese fin entre las provincias por razones políticas, con una marcada concentración en Santa Cruz, es uno de ellos. Otra característica pasa por la adjudicación de contratos a pocos grupos empresarios, fundamentalmente vinculados al poder político. Finalmente, los habituales sobrecostos y la falta de transparencia, que son consecuencia de los elevados niveles de corrupción.

Desde estas páginas se han puesto de manifiesto numerosos hechos irregulares, entre las que no puede olvidarse el hecho de que el secretario de Obras Públicas, José López -número dos del Ministerio de Planificación, conducido por Julio De Vido-, haya adquirido siendo funcionario, junto a su esposa, el 80% de la empresa La Araceliti, habilitada para llevar a cabo construcciones viales y de arquitectura, obras mecánicas y eléctricas, y servicios de inspección, auditoría y supervisión de obras públicas. Esta situación provocó diversas denuncias de incompatibilidad con la función pública y de violación de elementales normas éticas, pese a lo cual la Oficina Anticorrupción, en una a todas luces incomprensible y cuestionable resolución adoptada en febrero del año pasado, resolvió que el secretario de Obras Públicas no se encontraba incurso en un caso de conflicto de intereses, en tanto su empresa no figura registrada como proveedora del Estado nacional, aunque la Oficina Nacional de Contrataciones aclaró que no pudo determinar si ha contratado con las reparticiones públicas a través de terceras firmas. Una investigación más profunda debió haberlo determinado.

Los ejemplos de lo no hecho abundan: la autovía entre Pilar y Pergamino, que debía ser inaugurada este año, sólo registró avances en los últimos meses. El anuncio se había hecho en 2006 al mejor estilo kirchnerista: sería una autopista que uniría los citados partidos bonaerenses y vincularía Capilla del Señor, San Antonio de Areco, Arrecifes y Capitán Sarmiento. Un tramo de 180 kilómetros, con una inversión de 800 millones de pesos y la posibilidad de generar 2000 puestos de trabajo. La fecha de inauguración, repetimos, estaba fijada para este año. Sin embargo, y como consignó recientemente LA NACION, al día de hoy la mayor parte de la autovía tuvo avance cero, salvo un pequeño tramo de 9 kilómetros. Así lo indica el informe sobre la ejecución presupuestaria del año pasado (cuenta de inversión 2013) que elaboró la Contaduría General de la Nación. Es decir que lo que iba a ser una iniciativa privada modelo terminó en un fracaso: la concesión de la autovía, que había sido otorgada al grupo Corporación América-Helport, del empresario Eduardo Eurnekian, fue dada de baja en 2010 ante la parálisis en las obras por la falta de financiamiento, pese a lo cual la concesionaria fue insólitamente indemnizada.

Del 60% de obras a cargo de la Dirección Nacional de Vialidad presupuestadas entre 2003 y 2012 y que no cumplieron con las metas previstas o que directamente no fueron ejecutadas hay un pico de incumplimientos, de acuerdo con el informe de la AGN, que se produjo en 2008 y fue del 76,2%.

Hay conclusiones llamativas: por ejemplo, el informe señala que "en particular se destacan los años 2005, 2006 y 2007, en los que se utilizó el dinero otorgado, pero no se cumplió nada de lo previsto". Por eso, en la meta "Mejoramiento y reconstrucción de puentes", consigna la AGN que la ejecución financiera durante el período 2004-2012 fue total (100%), mientras que el porcentaje de ejecución física fue inferior al 50% en la mayoría de los casos, "existiendo períodos en que no hubo ejecución física". Para algunos auditores, como el radical Horacio Pernasetti, la razón de que la mayoría de las obras viales no haya cumplido con las metas previstas obedece a la discrecionalidad política del Gobierno. Así, de acuerdo con las conveniencias políticas de turno es que muchos proyectos se ejecutan o quedan con escasa ejecución.

Lo preocupante es que el Gobierno ahora repite esta conducta para el presupuesto 2015, porque para las obras que se prometen allí el monto destinado es tan insignificante que probablemente tampoco alcance para realizarlas. Es más, según diputados opositores, algunas de las obras propuestas son las mismas presentadas el año pasado y que no se hicieron.

El trecho que media entre las promesas oficialistas y la realidad es inmenso. Lo grave es que estamos hablando de obras viales, algunas de las cuales, de haberse hecho -por ejemplo, en rutas nacionales como la 11, la 33, la 34 y la 8- habrían ahorrado a los argentinos cientos de accidentes con sus consecuentes heridos y muertos.

Alguna vez, desde estas mismas columnas editoriales, señalamos estas actitudes y conductas repetitivas como "la cadena de la fabulación", y decíamos que la exacerbada compulsión por anunciar hechos que nunca se materializan ha sido una constante de estos gobiernos kirchneristas. Ocurre que, cuando finalmente la realidad se impone con sus verdaderas cifras -en auditorías como la que llevó adelante la AGN-, la fabulación y la mentira se vuelven más dramáticas. El final de ciclo, cada vez más cercano, las va acorralando. Sin embargo, la sociedad argentina seguirá sufriendo las consecuencias de tantos engaños, sin importar cuán discrecionales hayan sido las preferencias oficialistas.

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