viernes, 23 de agosto de 2013

Paralelos poco convenientes para la Argentina


Nuestra Presidenta ha efectuado algunas comparaciones con Australia y Canadá, afirmando que en algunas variables económicas la Argentina está mejor que esos países. Se refería a la relación de reservas sobre el PBI, dado que en esos países esa relación es menor que en el nuestro. También destacó la proporción de deuda externa sobre el PBI en el mismo sentido.

Las comparaciones con estos dos países no son nada convenientes para la Argentina. Los tres países tienen una estructura económica parecida, incluso hasta en la producción agrícola, una clave de los últimos tiempos. Por más de un siglo (desde 1810 hasta aproximadamente 1940) hemos tenido el mismo nivel de vida que ellos y ahora Canadá se ubica en los 52.621 dólares corrientes por persona, Australia en 69.266 dólares por persona y nosotros en 11.147 dólares por persona, tomando las cifras oficiales de PBI y también el tipo de cambio oficial para 2012.

Es decir que de estar casi iguales, después de 70 años de errores de nuestros dirigentes, ahora Australia tiene un nivel de vida 6,2 veces mayor que el nuestro y Canadá 4,7 veces mayor que el de la Argentina. Midiendo el PBI por el sistema de paridades, que elimina distorsiones cambiarias, esa diferencia es de 2,5 veces aproximadamente, que es también un reconocimiento de nuestra mala gestión de país a lo largo de varias décadas.

Nadie se preocupa por los coeficientes de reservas/PIB de Canadá y Australia, pues son países estables, previsibles, que no tienen crisis significativas en sus economías. Son países "aburridos", no hay noticias de grandes fluctuaciones, como pueden comprobar los que viajan a dichos países o leen los diarios de sus principales ciudades.

En la Argentina preocupa el nivel de reservas, pues en los últimos meses hemos perdido alrededor de US$ 1000 millones por mes y faltan 28 meses para el 10 de diciembre de 2015. Además, las reservas vienen bajando de US$ 52.600 millones a US$ 37.000 millones. Es decir, preocupa la tendencia que han tenido, a pesar del "cepo cambiario", la prohibición o autorización previa una por una de todas las importaciones, la dificultad o no autorización para la remisión de dividendos al exterior y otras restricciones al libre movimiento de divisas.

Tomando en consideración el conjunto de estas medidas, se puede advertir que a los que tomaron esas decisiones gubernamentales también les debe haber preocupado la tendencia de las reservas.

Las medidas dramáticas que hemos aplicado en el pasado también son algo que nos afecta en el presente. Ni Australia ni Canadá han hecho un cambio del dinero desde 1969, sacándole sucesivamente 13 ceros a nuestra moneda; tampoco han hecho el default de la deuda cada 10 años aproximadamente, como el de 1982, o el de 1989, o el de 2002, este último aplaudido de pie por todos los diputados y senadores reunidos en el Congreso Nacional. Aún seguimos en default con el Club de París desde 2002, no hemos arreglado nada con los que no aceptaron las propuestas de quita de deuda de 75%, ni estamos cumpliendo con los juicios perdidos en el Ciadi, el organismo del Banco Mundial para la solución de controversias.

La inflación anual es muy diferente entre Australia (1,8%), Canadá (1,5%) y la nuestra (25%), lo que acelera mucho la velocidad de los desvíos cambiarios en términos reales, como es el caso nuestro al no corregir la devaluación siguiendo el ritmo de inflación, cosa que viene ocurriendo desde 2007. Tampoco hay dudas con las estadísticas de los Indec de esos dos países y, en cambio, hay cuestionamientos muy fuertes a nuestras cifras oficiales, con lo que perdemos credibilidad innecesariamente.

También es muy diferente el nivel de exportaciones de los tres países, según cifras para 2012: Canadá (US$ 462.000 millones), Australia (US$ 258.800 millones) y la Argentina (US$ 81.200 millones), lo que da otra perspectiva al sector externo, aun cuando las importaciones también son mayores que las de la Argentina en los dos casos.

En definitiva, no fue un buen consejo informar a la máxima autoridad del país, para que lo exponga públicamente, una comparación de la Argentina con Australia y Canadá de algunos aspectos aislados de las respectivas economías. Estas comparaciones confunden y no son realistas. Estamos en épocas en que se requiere chequear mucho este tipo de afirmaciones, para ir aumentando la credibilidad que debe recuperarse para mantener el rumbo o efectuar las modificaciones del mismo que se consideren convenientes..

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