viernes, 10 de mayo de 2013

Defensa de un nacionalismo prudente

Por Juan Gabriel Tokatlián DIRECTOR DEL DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA Y ESTUDIOS INTERNACIONALES DE UTDT - Diario Clarín

Con lucidez Vicente Palermo afirmó en una reciente nota publicada en Clarín (4/05/13) que “la causa Malvinas es nuestra propuesta nacionalista por excelencia”. Comparto el argumento de Palermo, pero quiero introducir un matiz a su aserción. En ese sentido, resulta importante precisar de cuál nacionalismo hablamos. En la Argentina, como en tantas otras latitudes, no existe un solo molde nacionalista, agresivo, autocentrado y anti-cosmopolita.

En particular, y en cuanto a Malvinas, observo tres tipos de nacionalismos que atraviesan por igual al Estado y a la sociedad argentinas.

Existe un nacionalismo extraviado que invoca, tácita o explícitamente, la fuerza y se asienta, casi siempre, en la ignorancia. Por ejemplo, en mayo de 2011, un grupo de militantes de distinto origen destrozó partes de la sede administrativa del puerto de Ensenada y de la cercana destilería de YPF porque dos buques -denunciados erradamente como ingleses por parte de dirigentes políticos- cargaban combustible con el presunto propósito de llevarlo a Malvinas.

Existe un nacionalismo inmoderado que se sostiene en los presupuestos ambiciosos y los objetivos individuales de un país, sin comprender los propósitos y las miradas de otras naciones.
Por ejemplo, en abril de 2012, la Presidente Cristina Fernández de Kirchner se retiró antes de que culminara la Cumbre de las Américas en Cartagena al sentirse molesta por la imposibilidad de que la Cancillería consiguiera una resolución fuertemente crítica de Gran Bretaña en cuanto a Malvinas. Era excesivo y equívoco esperar que el continente se pronunciara sobre el asunto con un tono y un alcance distintos a los que han tenido las resoluciones sobre la materia de la OEA; resoluciones que han sido positivas para el interés de la Argentina.

Existe un nacionalismo atenuado, que defiende lo propio de manera responsable, plural y activa reconociendo, al mismo tiempo, los valores y las perspectivas de los otros. Por ejemplo, en marzo de 2012 se divulgó el Informe Rattenbach completo y allí se señaló respecto a Chile -uno de los países más mencionados en el Informe original de 1983-:“la apreciación estratégica prevaleciente en esos años, especialmente las hipótesis de conflicto y guerra con países hermanos, es parte de una concepción militarista absolutamente superada … las percepciones reflejadas en tales juicios de valor resultan ostensiblemente coyunturales y en modo alguno podrían ser verosímilmente atribuibles a cualquiera de los gobiernos argentinos desde la recuperación de la democracia en la República”.

Y concluye afirmando que dar a conocer todos los datos y comentarios recopilados “es una prueba acabada de que tal información responde a una visión fenecida de la política exterior y de defensa de la Argentina, y al mismo tiempo constituye una muestra de transparencia y confianza hacia los países involucrados”.

En breve, es una verdad inobjetable que el sentir nacionalista atraviesa la cuestión Malvinas, pero también lo es el hecho de que distintos nacionalismos se expresan en ello. Lo fundamental, desde un punto político y cívico, es alentar y alimentar, desde diferentes ámbitos, un nacionalismo prudente, razonable y cosmopolita.

1 comentario:

  1. Tal vez pensar en "guerras e hipótesis de conflicto"con nuestros países vecinos suene disparatado " -"concepción militarista absolutamente superada", dice el autor-, pero innegablemente en el casos de incidentes fronterizos deberíamos tener una diplomacia ajustada a las circunstancias para que nunca más un oscuro coronel boliviano -Willy Gareca- traspase la calle que linda entre Bolivia y Argentina e ingrese al aserradero de compatriotas argentinos del que, previo maltrato verbal y físico, se llevaron rollos de alambre y herramientas sin que la denuncia oportunamente realizada por los damnificados encontrara algún eco en nuestras autoridades. Recordemos que un partido de fútbol fue, entre otras razones, el detonante de una guerra entre Honduras y El Salvador.

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