lunes, 28 de enero de 2013

Los colectivos porteños pasan a ser controlados por empresas del interior


Por Alfredo Sainz  | LA NACION
Se acelera el proceso de concentración de un negocio cuya principal fuente de ingresos dejó de ser la venta de pasajes: ahora, el atractivo es el subsidio

Los colectivos porteños ya no son tan porteños. En los últimos años, y con un llamativo bajo perfil, varias de las más tradicionales líneas de colectivos de la ciudad pasaron a manos de grupos del interior. Desde la 19, que fue adquirida por una empresa correntina, hasta el ramal 90, que tiene nuevo dueño misionero, pasando por un clásico como la 60, que sumó entre sus nuevos accionistas a Rosario Bus.

El último jugador del interior en poner un pie en la Capital Federal fue el grupo correntino ERSA. La firma fundada por el correntino Juan Carlos Romero ya operaba una docena de líneas en las principales ciudades del noroeste del país -Corrientes, Resistencia, Santiago del Estero y Santa Fe- y su último paso fue la adquisición de Micro Omnibus Saavedra, la sociedad que opera la línea 19, que une Plaza Once con la localidad de Carapachay, en el norte del conurbano.

Con la compra de la 19, ERSA no está haciendo otra cosa que seguir los pasos de otra compañía mesopotámica como Casimiro Zbikoski. La firma controlada por la familia Zbikoski fue la pionera en lanzarse en esta cruzada federal cuando, en la década del 90, se alzó con el control de La Nueva Metropol, la empresa que opera la línea 65 (Constitución-Barrancas de Belgrano). A partir de esa primera adquisición, los misioneros fueron sumando otras líneas del área metropolitana, como la 194, la 195, la 151, la 228 y la 365. Su más reciente compra fue el ramal 90, que hace unos años ya había sido absorbida por la firma Expreso San Isidro, que opera la 168 (La Boca-San Isidro) y desde hace unas semanas volvió a independizarse desde el punto de vista accionario, manteniendo el recorrido Constitución-Griveo.

La lista de jugadores del interior con presencia porteña se completa con el grupo Rosario Bus, controlado por la familia Bermúdez. Hace cinco años la empresa inició su arribo porteño con la compra de Azul SATA (la firma dueña de la línea 41), que conservó la razón social, pero cambió el color de sus colectivos, que pasaron a recorrer la ruta Once-Munro con unidades pintadas de amarillo. De amarillo también están pintados los colectivos de la línea 60, en la que Rosario Bus también puso su pie como socio del grupo accionario que controla la empresa Monsa, junto con el grupo porteño DOTA y la sociedad Micro Omnibus Tigre (línea 720).

La hora del subsidio

Para entender este proceso no hace falta más que remitirse al refrán que asegura que Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires.

Desde hace varios años, en las empresas transportistas reconocen que su principal fuente de ingresos dejó de ser la venta de pasajes y su lugar fue ocupado por los subsidios estatales. En este sentido, no es un dato menor que el área metropolitana absorba más del 70% de los fondos que reparte todos los meses el Ministerio del Interior y Transporte que maneja Florencio Randazzo.

Si bien desde julio del año pasado el Gobierno les puso un tope a los subsidios que reciben las empresas de transporte los fondos que aporta el Estado continúan siendo decisivos a la hora de definir la suerte económica de cualquier empresa de transporte urbano. De acuerdo con el nuevo régimen que entró en vigor hace seis meses, las líneas de colectivos del área metropolitana reciben por mes $ 965 millones, mientras que otros $ 397 millones van a parar a las manos de las empresas del interior.

El traspaso de las líneas de colectivos forma parte de un proceso de concentración mucho más amplio que vive el negocio del transporte urbano de colectivos en el área metropolitana, cuyo principal ganador de este proceso no es ninguna empresa del interior del país sino el grupo porteño DOTA.

DOTA nació a partir de la operación de la 28 (Retiro-Puente La Noria), con la razón social Doscientos Ocho Transporte Automotor y, en la actualidad controla a más de treinta líneas que recorren la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. La mayoría de sus colectivos se pueden identificar por contar con el dibujo de una abeja gigante en el costado de sus unidades, como ocurre en los casos de las líneas 28, 5, 117 o 101.

DOTA, que está controlado por un grupo liderado por el empresario José Faija, también tiene un pie en el negocio de las terminales de colectivos, ya que controla la firma Megacar, que es el representante oficial en la Argentina de la compañía brasileña Industria Agrale, y para completar el proceso de integración vertical también controla a la carrocera Todobus. En el ranking de subsidios, la firma DOTA -controla en forma directa a las líneas 28, 44 y 101- figura recién en el puesto número 9, con un total de $ 796 millones recibidos en los últimos siete años.

Sin embargo, cuando se analiza la lista detenidamente se descubre que los ingresos del grupo en concepto de subsidios superaron los $ 3500 millones, tomando en cuenta los aportes que recibieron sus diferentes subsidiaras y participadas como Transportes Larrazábal (líneas 20, 117, 161, 188), Lope de Vega (56, 76, 91, 135), Nudo (6, 50, 107), Transportes Río Grande (5, 8, 23) o Tomás Guido (9. 25, 84).

De los colectivos al catamarán

  • Avanzada correntina
    Los planes de expansión del grupo ERSA no se terminan en el negocio de los colectivos: acaba de adquirir a la Cacciola Viajes y Turismo. La Cacciola cuenta con una flota de tres catamaranes -el mayor con capacidad para transportar más de 300 pasajeros- y una motonave que une todos los días los puertos de Tigre y Carmelo, en Uruguay.

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