jueves, 18 de octubre de 2012

Fragata Libertad: el costo de la impericia


(Editorial del Diario La Nación) - Decisiones políticas erradas y de las que nadie se hace cargo derivaron en la inexplicable retención del buque insignia argentino en un puerto africano

El 2 de junio pasado la Fragata Libertad, Buque Escuela de la Armada Argentina, zarpó de Buenos Aires para realizar su 43° viaje de instrucción por el mundo, con un destino previamente determinado por las autoridades nacionales. Exactamente cuatro meses después, la impericia política y el afán comercial del Gobierno derivaron en la retención de la Fragata en un puerto de África como consecuencia de un pedido de embargo realizado a la justicia de Ghana por un grupo de acreedores extranjeros a los que el Estado argentino debe el pago de bonos en default.

Más allá de las consideraciones sobre los reclamos de los denominados "fondos buitre" y de que, según expertos, esa retención en el puerto de Ghana vulnera la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, el Gobierno está sometiendo al buque insignia y a sus tripulantes a una humillación internacional que nunca debió ocurrir de haberse tomado los recaudos necesarios.

Las acusaciones cruzadas entre la Cancillería y el Ministerio de Defensa sobre cuál de esas dos reparticiones es responsable de lo sucedido no hacen más que profundizar la percepción del pésimo manejo de la situación, tanto antes de la zarpada como desde que estalló el conflicto que tiene a la Fragata retenida en Ghana.

Según se supo, hubo una nota de un funcionario de la Cancillería alertando sobre los riesgos de embargo, aunque se mencionó a Europa y no a África como punto crítico de esa posible medida judicial. No obstante ello, el Ministerio de Relaciones Exteriores, a cargo de Héctor Timerman, no objetó el itinerario que incluía, además de Ghana, los puertos de Angola y Senegal, tres destinos requeridos por el secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Es decir, prevaleció la decisión política de priorizar el acercamiento comercial con esos países como prolongación de los contactos previos de la Argentina con Angola, sin medir otras consecuencias.

Inexplicablemente, este nuevo papelón internacional al que se sometió al país comenzó a preocupar a las autoridades argentinas cuando ya había pasado más de una semana de la retención de la Fragata. El país ni siquiera tiene embajador en Ghana, por lo que se debió acudir a la representante en Senegal, Susana Pataro, para comenzar las negociaciones a las que se sumaron dos funcionarios enviados desde la Argentina, cuando ya habían pasado diez días de ocurrido el hecho.

La Fragata depende orgánicamente del Ministerio de Defensa, a través de la Armada Nacional, y de la Cancillería, en su función de embajada. Para la planificación, la Armada plantea los requerimientos náuticos de la travesía y la Cancillería, los políticos que hacen a las relaciones internacionales.

La detención de la Fragata, que posee como armas sólo los cañones de ceremonia que por protocolo debe emplear al arribo a puerto en visita anunciada para saludar a la bandera de la nación a la que llega, resulta incompatible con el derecho internacional e incoherente entre naciones civilizadas.

Los viajes de instrucción que realiza año tras año tienen como finalidad completar la formación profesional, general y náutica de los guardiamarinas, incrementar su experiencia y contribuir a mejorar el acervo cultural de la dotación, así como representar al país, poniendo de manifiesto las cualidades morales y profesionales del pueblo argentino, además de consolidar los lazos de fraternidad con las armadas amigas.

En esta oportunidad, la tripulación está compuesta por 289 marinos argentinos, 23 graduados de Uruguay y de Chile y 13 invitados especiales, que podrían comenzar a regresar a sus países de origen, pues se vislumbra una larga estada de la Fragata en África, ya que el Gobierno se niega a pagar los 20 millones de dólares que se le reclaman como fianza. Tener a la Fragata en puerto cuesta al Estado argentino unos 50.000 dólares diarios. Es decir, si el buque llega a estar varado en Ghana por poco más de un año, se habrá gastado el equivalente al valor de la fianza. Y, según se prevé, los tiempos para liberar al buque podrían no ser cortos, ya que las autoridades locales anunciaron que agotarán las instancias judiciales de Ghana y de los tribunales internacionales "en defensa de su soberanía, contra los fondos buitre".

Resulta más que reprochable lo ocurrido, pues hace dos años, en la Regata del Bicentenario Velas Sudamérica, por decisión del gobierno argentino, la Fragata Libertad participó de la competencia hasta la etapa que llegaba a La Guaira, en Venezuela, ante el temor de encontrar en otros puertos dificultades similares a las que ahora halló en África. Es decir, se previeron posibles riesgos que en esta oportunidad se menospreciaron.

A partir de lo sucedido, el ministro de Defensa, Arturo Puricelli, relevó al jefe de la Armada, Carlos Alberto Paz, a quien reemplazó por Daniel Martin. Paz no había llegado a cumplir un año de gestión. Hubo otros dos pases a disponibilidad. Por esas razones, parte de la oposición en el Congreso reclamó la presencia de Timerman y de Puricelli para que expliquen las razones del escándalo internacional ocurrido con la Fragata, cosa que se presume que no ocurrirá. Algunos observadores, incluso, deslizan la posibilidad de que la Argentina pueda perder su buque insignia. Dependerá de lo que suceda en la próxima audiencia judicial y en las negociaciones políticas que, tardíamente, nuestro país ha decidido encarar.

Lamentablemente, y como ha sucedido en otras tantas oportunidades, la Presidenta no ha demostrado autoridad para sancionar a quienes han manejado tan mal un hecho que debió haber sido políticamente previsto y evitado, más allá de algunos recambios circunstanciales. Como siempre, la única solución que encuentra el Poder Ejecutivo es la de trasladar culpas a los superiores de las fuerzas armadas o de seguridad.

La presencia masiva de público en el puerto de Buenos Aires habla del significado que tiene el nombre del buque. Es una nave que no requiere de combustible para llevar su mensaje de paz al mundo. La Fragata Libertad representa al pueblo argentino a través de sus tripulantes, que son un mosaico de su extendida geografía y que nunca debieron ser depositarios de semejante destrato y humillación..

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