miércoles, 14 de diciembre de 2011

Chávez, Brasil y Estados Unidos y la pugna por la influencia en Iberoamérica

Por Rogelio Núñez
Tres áreas de influencia geopolítica existen en estos momentos en Iberoamérica. El eje liderado por Brasil, el encabezado por Estados Unidos y el del socialismo del siglo XXI encarnado por Hugo Chávez y sus más cercanos aliados.
A mediados de la pasada década, el bloque del ALBA, con el protagonismo indiscutible del presidente venezolano se alzó como la principal alternativa a la tradicional influencia de Estados Unidos. De hecho, el fracaso del ALCA en 2005 en la cumbre de Mar del Plata supuso la constatación de que la influencia estadounidense había encontrado un valladar en figuras como Hugo Chávez o Néstor Kirchner. De forma paralela, Estados Unidos, debilitado por las guerras en Afganistán e Irak y un prestigio decreciente de George W. Bush, vieron emerger otro liderazgo alternativo, el del cada vez más potente y fuerte Brasil de Lula da Silva.

Un lustro después, en 2011, persisten estos tres ejes pero la situación de cada uno de ellos ha variado considerablemente por diversos motivos de coyuntura económica, política y hasta personal.

La decadencia del eje chavista
La estrella ascendente del chavismo, que entre 2005 y 2007 consiguió unir a su alianza a Cuba (aliada desde 1999), Bolivia, Honduras, Ecuador y Nicaragua, ha retrocedido en su influencia y no ha logrado desde 2008 adherir a nuevos miembros a la coalición. De hecho, uno se ha descolgado, Honduras desde 2009, y la que se antojaba como fuerza imparable del chavismo se encuentra varada por la mala coyuntura económica venezolana (alta inflación que supera el 25%, tres años seguidos de recesión entre 2008 y 2010), el difícil momento político del régimen (unas elecciones presidenciales muy reñidas el año que viene, donde por primera vez la victoria de Chávez no está asegurada) y la mala salud del presidente que le ha obligado a restringir su agenda y ha disminuido su protagonismo nacional y, sobre todo, internacional.

El estancamiento chavista ha marchado paralelo a un incremento del peso de Brasil en la región. Argentina, otrora rival geopolítico brasileño en Sudamérica, padece una clara "brasildependencia" desde el punto de vista económico que le ha llevado a tener una política exterior seguidista con respecto a su vecino. Brasil es el socio más importante para Argentina ya que las exportaciones argentinas a Brasil sumaron en los primeros ocho meses del año la cifra récord de 9.248 millones de dólares, 6,4 por ciento más que en el mismo período de 2008. La mayor economía del Mercosur recibe el 42 de las exportaciones industriales argentinas.

La brasildependencia de Sudamérica
Esa "brasildependencia" es mucho más acusada para los dos países más pequeños de Mercosur, Uruguay y Paraguay. Entre 2005 y 2010, la participación de Brasil como destino de las exportaciones uruguayas subió ocho puntos porcentuales, de 13,6% a 21,5%.

La presencia brasileña es cada vez más importante en Bolivia y su influencia política, a la par que económica, clave en Perú. Ollanta Humala es un declarado aliado de Brasil (fue asesorado en su campaña por hombres del PT brasileño, ha mostrado su cercanía al modelo lulista y claramente apuesta por la alianza con Brasil antes que por potenciar el proyecto del Arco del Pacífico). La apuesta geoestratégica brasileña es doble: primero, pasa por dominar y controlar la Amazonía en colaboración con el resto de países de esa cuenca y en segundo lugar aspira con esas alianza llegar al Pacífico vía directa para comerciar con el gran polo de desarrollo del siglo XXI, el extremo oriente, China, por supuesto, pero también India. Los intereses brasileños en Ecuador también son muy fuertes aunque el nacionalismo de Rafael Correa ha provocado por el momento más tensiones que acercamientos.

Ese protagonismo brasileño puede que atraviese una mala coyuntura a corto plazo pues el liderazgo internacional de Dilma Rousseff está en construcción y sus problemas políticos internos vinculados a los casos de corrupción mantienen absorbida su agenda. Además, los problema económico de Brasil (alta inflación, desaceleración económica y devaluación del real) son ahora la prioridad absoluta.

El poderío renovado de Estados Unidos

El tercer polo de influencia es Estados Unidos. Acosado por la crisis económica y la política (pugna entre el legislativo y Obama) siempre es candidato a entrar en decadencia pero este país sigue siendo una formidable potencia mundial y regional. Así, Estados Unidos mantiene su peso incomparable en México, Centroamérica y parte del Caribe así como una relación bilateral privilegiada con Colombia (vía Plan Colombia desde 1999 y ahora reforzada tras la aprobación del TLC) y Chile (no en vano Obama eligió a este país en su gira por la región en 2010).

¿Hacia dónde puede evolucionar este juego de influencias en el corto plazo?
Todo indica que Estados Unidos seguirá siendo la influencia más notable en la región (aunque deberá compartir progresivamente esta posición con la ascendente China). Brasil, como encarnación de las nuevas potencias emergentes, continuará poseyendo un peso decisivo, más aún teniendo en cuenta que el bloque chavista tiende, a medio plazo, a desvanecerse.

La situación del chavismo tenderá a deteriorarse: el régimen de los Castro, más pronto que tarde, acabará siendo sustituido debido a los cambios internos que sufra la isla y a la desaparición física de sus líderes. El futuro político de Evo Morales se antoja muy complicado también a medio plazo debido al surgimiento de una cada vez más fuerte oposición interna. En esta coyuntura, a Chávez, si la salud y las elecciones presidenciales de 2012 le respetan, solo le quedarían aliados menores como Nicaragua o Ecuador y, fuera de la región, tras perder a Muamar el Gadafi, solo tendría el apoyo de Irán, un "estado canalla" cada vez más aislado y desprestigiado por poner en riesgo la estabilidad mundial.

Así pues, a finales de la segunda década del siglo XXI, la triada formada por Estados Unidos, China y Brasil marcará los pasos de una región a la espera de que otras potencias, como México, estén dispuestas a cumplir el papel al que están llamadas o que potencias secundarias, pero importantes, como Chile, Perú o Colombia hagan valer su cada vez mayor peso.

* Rogelio Nuñez es Doctor en Historia de Iberoamérica.
Miembro del Observatorio de Seguridad y Defensa de América Latina (OSAL).

Fuente: http://www.revistatenea.es/RevistaAtenea/REVISTA/articulos/GestionNoticias_6057_ESP.asp (Modificado)

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