domingo, 14 de agosto de 2011

Era villa y ya es barrio, con los primeros vecinos dueños

Por Romina Smith - Diario Clarín

La urbanización más avanzada de la Ciudad. Es el Barrio Inta, de Lugano, donde viven 3.800 personas. Se abrieron calles, pusieron cloacas, agua y luz, un centro de salud y un jardín. Diez familias ya escrituraron sus terrenos y hay 100 más en trámite.
El olor a comida casera que sale de la cocina se siente hasta en la calle. Las ollas revientan como cada mediodía y cientos de personas lo aprovechan. Hay veces que suman más de 600 . Se sientan juntos, comparten la mesa, las charlas. Algunos chicos lloran, otros ríen. El comedor comunitario es el lugar de todos. Y es la síntesis de lo que ocurre a diario en el Barrio Inta, en Lugano. No es un lugar más: ahí, a metros de la General Paz y Dellepiane Norte, casi en el borde sur porteño, se está implementando, con buenos resultados, un programa de mejoramiento y ordenamiento de lo que era la villa 19 con la participación activa y solidaria de la mayoría de sus vecinos. El objetivo es integrar a los habitantes del barrio al resto de la Ciudad. Y en ese camino van: ya se pavimentaron calles y pasajes, se abrió un centro de salud y otro de primera infancia, se arreglaron los frentes de las casas y las veredas, y ya se entregaron los primeros títulos de propiedad.

El barrio ocupa poco más de 7 hectáreas en un predio con forma de triángulo entre la General Paz, la fábrica textil Inta (de la que toma el nombre) y las vías del ferrocarril Belgrano. Y tiene una larga historia que empezó a fines de los años 60, cuando un grupo de familias se asentó en el terreno (que pertenece a la Ciudad) para aprovechar una canilla que la fábrica había instalado del lado de afuera de uno de sus paredones.
Durante años fue un asentamiento más, en situación de pobreza. Los lotes se vendían; la rutina era sin gas, sin luz, sin agua potable. El comedor comunitario que hoy contiene a más de 600 personas era apenas una salita, construida por los mismos vecinos, y la única placita estaba cerrada con alambre y candado. No había jardín para los chicos ni consultorios médicos.

Pero desde 2009 empezó una etapa nueva: el Gobierno porteño, a través de la Corporación Buenos Aires Sur (el organismo que se ocupa del desarrollo de esa zona de la Ciudad), comenzó a implementar el programa Prosur Hábitat, de mejoramiento integral de asentamientos. La receta era simple: en vez de tirar abajo las casas y construir un edificio quizás en otro barrio, la Corporación Sur trabajó en un proyecto para urbanizar el lugar, donde hoy viven 3.800 personas y hay alrededor de 915 hogares, y proveer infraestructura básica para la comunidad.

“Este es un barrio donde la gente tiene su casa, que construyó con esfuerzo, y la quiere. Hay un arraigo muy fuerte en lo comunitario y mudarlos no funcionaba. Así que implementamos nuestro método de trabajo: nosotros no construimos casas porque si se puede trabajar en el lugar, se prioriza eso. Sólo construimos en situación de habitabilidad crítica o cuando es necesario abrir una calle para que pueda entrar una ambulancia, o un patrullero. Acá sólo mudamos a once familias para abrir siete calles ”, explicó Agustina Olivero, síndico de la Corporación Sur y referente del proyecto en el Inta.
Foto: Centro de Salud

Y así se avanzó: en los primeros ocho meses se hizo un relevamiento de situación y necesidades, y luego empezó la obra. Se abrieron y asfaltaron calles donde sólo habían pasillos, se iluminaron todos los espacios públicos, se construyó una red de agua, cloaca y luz, y se reordenó el espacio común . Además se inauguró el Centro de Salud y Acción Comunitaria (Cesac 29) con consultorios pediátricos, ginecológicos y odontológicos, se abrió una oficina del Programa para afianzar la participación activa de los vecinos y se reconstruyó el comedor para agregarle la primera guardería maternal, que depende del Ministerio de Desarrollo Social, y que abrió sus puertas en noviembre de 2009 para 120 chicos desde los 45 días hasta los 4 años.

El proyecto también aportó identidad. En medio del programa, los vecinos fueron convocados para elegir los nombres de las calles en una votación. Los vecinos todavía recuerdan el debate: uno de ellos quería que una se llamara como su tío, uno de los pioneros en el primer asentamiento. Otro votó por un personaje de Hijitus. Al final, decidieron entre nombres de árboles y así resultó. Hoy, el comedor y la guardería están sobre Los Robles y Del Palo Santo, cerca de la pequeña iglesia. Y el centro de salud da sobre la calle Los Robles. La participación es clave, todas las obras se deciden por votación .

A principios de este mes, la Ciudad avanzó en otro paso importante: la venta de terrenos. Hay diez familias que ya tienen su título de propiedad y que están pagando un crédito financiado por el Banco Ciudad. Por eso, en la Manzana 3 –la primera con este beneficio– ya se ven calles con numeración. En promedio los terrenos cuestan entre $ 20 mil y $ 25 mil. Y hoy hay un centenar de familias que están tramitando su escritura. “El barrio tiene otra cara, otra vida. De a poco, paso a paso, seguiremos cambiando la vida de los vecinos y vamos a replicar este modelo en otras villas de la Ciudad”, prometió el jefe de Gabinete de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta.

Una vez que los vecinos sean dueños, ya podrán regularizar sus impuestos y pagar ABL y otros servicios, como luz, agua corriente y gas. El plan es ese: que en un futuro todos puedan ser dueños y responsables por el lugar en el que viven.

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