sábado, 22 de enero de 2011

Sudán del Sur votó masivamente a favor de su independencia

Por Eva Krafczyk - DPA

Un triunfo con el 99% de los votos suele ser visto con escepticismo, porque remite a elecciones fraguadas por dictaduras. Pero ese no es el caso de la parte cristiana del país africano
¿Es posible un apoyo tan abrumador? Aparentemente sí en el referéndum en el sur de Sudán, elogiado por los observadores como un proceso pacífico y transparente. El escrutinio de casi el 84% de los cuatro millones de votos emitidos apunta a una mayoría aplastante a favor de la secesión, según los datos publicados por la comisión electoral. La participación superó el 85 por ciento, según cifras no confirmadas aún oficialmente. Incluso un 95% de los votantes con derecho a votos habría acudido a las urnas en algunos estados federales.

El resultado no parece sorprender, incluso después de que las últimas encuestas dieran "solo" un 97% de los apoyos a los partidarios de la independencia. En Juba, la capital de Sudán del Sur, todo apuntaba desde hace tiempo a la división. Las voces más moderadas en Jartum, la capital del norte, reconocían también que el gobierno central no había hecho nunca mucho por convencer al sur de las ventajas de la unidad nacional.

La guerra civil, con dos millones de muertos y más de cuatro millones de desplazados en los 21 años del conflicto, dejó destruidos los territorios del sur. La región actualmente semiautónoma tiene hasta ahora menos de 100 kilómetros de carreteras asfaltadas. Una generación completa de sudaneses del sur apenas si tuvo oportunidades para ir al colegio o aprender un oficio. Miles de personas tuvieron que combatir en la guerra durante años, entre ellos también muchos niños soldado.

Afortunados eran solo los que conseguían llegar a un campo de refugiados en Kenia o Uganda, a menudo tras varios meses de marchas a pie. Los niños podían ir ahí a la escuela y aprender inglés, el idioma que debe ahora sustituir al árabe en el nuevo Estado. Muchos observadores temen, sin embargo, que Sudán del Sur pueda convertirse en un "Estado fallido" si instituciones como la policía, la administración pública o la Justicia no son consolidadas a una mayor velocidad que hasta ahora.

Ello, pese a que el vicepresidente de la región, Riek Machar, aseguraba hace algunos días que el gobierno de Juba ya tiene un plan de trabajo. Entre las necesidades ingentes están el desarme de los ex combatientes y la oferta de oportunidades para hombres que solo saben manejar un arma, así como el funcionamiento de un sistema escolar y de salud. Nadie duda tampoco de que la supervivencia del futuro Estado dependerá de sus relaciones con Jartum. Las únicas vías de suministro, sobre todo en las regiones fronterizas, conducen hacia el norte.
El presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, pedía ya hace seis días evitar manifestaciones prematuras de júbilo que puedan dañar los vínculos con el norte. La idea es impedir nuevas fisuras en las difíciles relaciones mutuas hasta el 9 de julio, la previsible fecha para la proclamación de la independencia, aun pese a que en el sur ya se consideran medidas como la de cambiar de nombre al Estado. Varios grupos radicales del norte ven también la secesión como una humillación. Pero incluso sectores más moderados empiezan a manifestar sus reticencias frente al presidente Omar al Bashir.

Los grupos opositores, hasta ahora bastante divididos, se han acercado más tras la detención en la noche del martes del líder de la oposición, Hassan al Turabi, y hablan ya abiertamente del derrocamiento del régimen tras el precedente de lo ocurrido hace poco en Túnez. "Nuestro único enemigo es el gobierno y lo vamos a tumbar con todos los instrumentos necesarios", anunció Ibrahim al Sanusi, uno de los líderes del partido de Al Turabi, el PCP.

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