sábado, 22 de mayo de 2010

Bicentenario, homenaje al Presidente Arturo Frondizi, el último estadista

Por Rodolfo Terragno (Publicado el 24.02.08 en el diario Clarín ) - Modificado por Desarrollo y Defensa

EL VERDADERO NACIONALISMO
Los “monopolios imperialistas” le arrancaban, a la Argentina, más de US$ 300 millones por año. Era por el petróleo que, teniendo suficiente crudo bajo tierra, el país debía importar. La eminente estrategia de Frondizi puso fin a esa dependencia.
Al asumir como Presidente, Arturo Frondizi tomó un compromiso: “lograr el autoabastecimiento energético, basado en la explotación de los yacimientos de petróleo y carbón y la utilización de la potencia hidroeléctrica”.
Sabía que, para desarrollar el país, hacía falta (entonces como ahora) energía abundante y hasta excesiva.
Sabía, también, que era forzoso (entonces como ahora) conseguirla sin dilaciones. El desarrollo requiere ritmo: no da lo mismo alcanzar una meta en cinco años que en quince.

Frondizi quería tener, rápidamente, cuanta energía hiciere falta. Pero, ¿cómo?
Para lograr la autosuficiencia petrolera, no bastaba, siquiera, con duplicar la producción. Por cada barril que se extraía en el país, había que importar un barril y cuarto.
Y eso que la economía estaba estancada. En caso de reactivación, el déficit petrolero sería mayor. Y Frondizi iba a impulsar la minería del carbón y del hierro, la siderurgia, la petroquímica, “una poderosa industria pesada” y la tecnificación del agro.

Para muchos, la autosuficiencia petrolera era utópica. No había cómo financiarla.
En el mismo discurso inaugural, Frondizi había reconocido que la situación económica era “dramática”.
El Tesoro, “exhausto”. Los ingresos del Estado, insuficientes para “sufragar la expensas de la Administración Pública”. La inflación, “acelerada”. La deuda de corto plazo, US$645 millones; las reserva del Banco Central, apenas 250.

A 84 días de haber asumido, el Presidente reveló cómo libraría la “batalla del petróleo”:
-No privatizaría YPF.
-No entregaría las reservas.
-No haría lo que, 34 años más tarde, iban a hacer Carlos Menem y Néstor Kirchner.
Para Frondizi, todo era muy claro:
En aquella época, cuando aún no existía la OPEP (creada en 1960), los “monopolios imperialistas” –como él mismo los había llamado en su libro Petróleo y Política-- dominaban el mercado petrolero mundial. Era un grupo formado, principalmente, por las Siete Hermanas: Esso, Standard Oil, Standard Oil de Californa (luego Chevron), Gulf Oil, Texaco, Shell y APOC (luego British Petroleum),

La Argentina no podía seguir comprando, a esos monopolios, petróleo extraído en otras partes del mundo. Sólo en 1957, había tenido que pagarles US$318 millones. Tampoco se podía vender YPF a los propios monopolios. Dueños del petróleo argentino, ellos lo incorporarían a sus redes mundiales de reservas; y lo explotarían según su conveniencia. Podrían mantener pozos inactivos aquí, y forzar a que la Argentina siguiera importando. Sus intereses no tenían por qué coincidir con las necesidades de la Nación.

Al lanzar su “batalla”, el 24 de julio de 1958, Frondizi anticipó: “Recurriremos a la cooperación del capital privado, sin dar lugar a concesiones ni a renuncia del dominio del Estado sobre nuestra riqueza petrolífera”.
Para eso, tomó cuatro medidas:
1) Nacionalizó el petróleo. La ley 14.773, sancionada a instancias del Ejecutivo, estableció que los yacimientos de petróleo y gas existentes en el territorio y plataforma submarina eran “bienes exclusivos, imprescriptibles e inalienables del Estado nacional”. Se respetaban los derechos adquiridos bajo la ley ley ante rior, para evitar gravosas indemnizaciones; pero nunca más un privado recibiría una concesión petrolera.
2) Otorgó el monopolio a YPF, Gas del Estado e YCF. La misma ley estableció que la “exploración, explotación, industrialización, transporte y comercialización” estaría a cargo exclusivo de YPF, Gas del Estado y Yacimientos Carboníferos.
3) Potenció YPF. Obtuvo un crédito internacional de US$250 millones para modernizar la empresa, que fue racionalizada, reorganizada y reequipada.
4) Alquiló servicios. Ofreció al sector privado la posibilidad de vender servicios a YPF. No llamó a licitación: los “monopolios” (que querían proveer petróleo, no servicios) la habrían saboteado. Frondizi mandó a buscar potenciales contratistas, y cerró acuerdos con pequeñas petroleras extranjeras, firmas argentinas (como Astra y Siam Di Tella), un banco de inversión (Loeb, años más tarde vendido a American Express), y estados, como la Unión Soviética. A todos les propuso perforar pozos por cuenta de YPF, donde ésta indicara; o suministrar, a la propia YPF, créditos y equipos. Todo pagadero a plazos y, en parte, con pesos. Los contratistas debían financiar las operaciones, pero la rentabilidad prometida era alta. Eso permitió conseguir un número suficiente de interesados. La Pan American Oil Co. –subsidiaria de la Standard Oil de Indiana— comprendió que, si no se aceptaba las reglas del juego, quedaba fuera. La Argentina no importar&iacut e;a más petróleo, y el único negocio posible era perforar aquí por cuenta del Estado. Es lo que hizo.
El plan dio un resultado sorpendente. No sólo por efecto directo de los 13 contratos que se firmaron; también porque YPF –potenciada y libre de cargas que transfirió a los contratistas— se concentró, con creciente eficiencia, en las áreas más ricas.

Entre 1957 y 1962, la producción petrolera argentina pasó de 5,4 millones de metros cúblicos a 15,6. La de gas trepó aun más: de 1,41 a 6,17. En ese período YPF perforó, por sí sola, casi tantos pozos como había perforado desde su creación.

El “general” que comandó la “batalla del petróleo”, Rogelio Frigerio, sostenía: “Para saber si una política es nacionalista o no, hay que analizar sus resultados”. Con ese criterio, no hay duda: Frondizi practicó el verdadero nacionalismo. Cuando lo derrocaron, en 1962, el país ya casi se autoabastecía de petróleo: ese año, importó sólo 1 barril por cada 13 que extrajo de su territorio. Arturo Illia --quien asumió en 1963 y presidió, en otros aspectos, un gobierno ejemplar— cometió el error de anular los contratos petroleros.
No sólo hubo que indemnizar a las contratistas. En poco tiempo, se perdió el autoabastecimiento. Luego vino la dictadura de Juan Carlos Onganía, que abolió el monopolio de YPF, restituyó el régimen de concesiones y siguió importando petróleo.

Además de la industrialización, también hubo lugar un gran lugar la educación: se multiplicaron las escuelas de educación técnica, abriendo una década en la que Argentina registraría las tasas de crecimiento más altas del mundo, y se eliminaría prácticamente la pobreza. Como muestra de la importancia de la ciencia y tecnología, durante su gestión se dio aliento al INTI, al INTA, al Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET) con representación estatal, patronal y sindical, y al CONICET, presidido por el Premio Nobel Bernardo Houssay. La política educativa de Frondizi se caracterizó por la sanción de dos grandes leyes: la que aprobó el Estatuto del Docente y la que habilitó a las universidades privadas a emitir títulos profesionales.

El modelo frondicista (participación privada, pero bajo dirección estatal) volvió a tener vigencia con la llegada de Raúl Alfonsín al poder. En 1985, él lanzó el Plan Houston, que permitió la exploración intensiva de 185 áreas. Dos años después, me confió el Ministerio de Obras y Servicios Públicos, del cual dependían la Secretaría de Energía e YPF. Hacía falta, todavía, multiplicar la producción. La Argentina no dejaba de importar petróleo.

En 1988 formé –con el decidido aval del Presidente-- cientos de uniones transitoria de empresas. YPF tenía la mayoría, y decidía dónde operar; pero los socios privados aportaban el capital de riesgo y la tecnología. El plan, ejecutado por Horacio Losoviz y Daniel Montamat, tuvo resultados óptimos: en 10 meses, las inversiones aprobadas sumaron US$350 millones. Pese a la crisis económica nacional, YPF no tuvo déficit y el país alcanzó un récord histórico de producción. Volvió, así, el autoabastecimiento.
Se había probado, una vez más, la tesis de Frondizi: no podíamos prescindir del capital privado, ni confiar en la libre empresa.

Sin embargo, en la década del 90, Menem decidió privatizar YPF. Kirchner –entonces titular de la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (OFEPHI)-- presionó a senadores y diputados de las provincias petroleras para que aprobasen semejante privatización (Clarín, 23.9.1992).
Entre 1993 y 1999, YPF fue traspasada a Repsol: una petrolera sin petróleo que, en su país, se dedicaba a refinar crudo importado. El precio total fue de US$ 15.168 millones de dólares. Con ese dinero, hoy Repsol no podría comprar ni 152 millones de barriles. En cambio tiene, entre petróleo y gas, 3.646 millones: 24 veces más. Todo gracias a los negocios que YPF le permitió hacer en diversas partes del mundo.
La Argentina, mientras, importa gas; y a corto plazo podría ser, otra vez, importadora neta de petróleo. Es la multa que paga por no haber mantenido, constante, el rumbo que marcó Frondizi.

En su discurso presidencial del 1 de mayo de 1958, el Dr Frondizi resaltó:

"La Nación Argentina inicia hoy un nuevo período constitucional que las circunstancias han convertido en comienzo de una nueva era. En lo profundo, este acto inicial está presidido por un ideal moral: la clara e inequívoca voluntad del reencuentro argentino y de reanudar el desarrollo nacional."
"A partir de hoy gobernaré para todos los argentinos y reclamaré el concurso de cuantos comparten los anhelos del pueblo, cualquiera que sea su militancia política y sin otra condición que su honestidad y su capacidad. Abandono toda tarea partidista y declaro solemnemente que desde la Casa de Gobierno no se hará política de partido. Debemos terminar con el sectarismo y la intolerancia."

Gracias, por todo lo que le entrego a nuestra patria, resumida en una simple palabra: Desarrollo
Un humilde homenaje a un arquetipo a imitar del Blog Desarrollo y Defensa.
Jorge Elías

2 comentarios:

  1. Hola Jorge, Lucio, y Cecilio, su blog, en mi opinión, es de lo mejor de Internet.

    Hacen falta personas qué propongan ideas y no el deporte nacional que es la crítica crónica.

    El subdesarrollo, no solo es tener unos ingresos per cápita inferiores,
    es una mentalidad, un contexto social e intelectual.Un nivel educativo

    En cuanto a la política petrolera, mis principales referentes, son Juan Pablo Pérez Alfonzo y Enrico Mattei.
    Este último llevo a un país sin una gota de crudo a ser una potencia en el área, y eso fué le valió la vida.

    También creo que Arturo Illia se merece su reconocimiento en estos 200 años de vida, de esta joven nación llamada Argentina.

    Un fuerte abrazo compatriotas, sin unión no hay progreso.

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  2. Coincido contigo, el Dr Illia ademas fue honesto, decente y un ptriota. Unas de las razones de su derrocamiento fue la Ley para la producción nacional de medicamentos...
    Saludos

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