sábado, 15 de agosto de 2009

Recordando el Ataque a Scapa Flow

Por Marco Antonio Martin Garcia
La Segunda Guerra Mundial está plagada de hazañas bélicas, pero el ataque submarino a la súper protegida base de la “Home Fleet”, o flota británica, el 17 de Octubre de 1939, es sin duda impresionante aún hoy en día. El teniente de navío Günter Prien, al mando del U-47, demostró, hundiendo al “Oak Royal” en Scapa Flow, que lo imposible a veces es posible si existen hombres valientes y decididos a triunfar sobre todo tipo de miedos y dificultades. Este ataque fue un duro golpe para el orgullo británico, lo cual ha ocasionado que esta impactante aventura de la Segunda Guerra Mundial haya sido menospreciada por historiadores británicos en sus libros. Pero la verdad es que siempre destacará esta hazaña de esa gran fuerza de elite que era la flota submarina alemana.

La base británica de Scapa Flow esta situada en una gran bahía de la isla Pomona, en el “archipiélago de las Orcadas”, al norte de Escocia. Esta gélida bahía está protegida por numerosos escollos e islotes, los cuales se encuentran cercanos unos a otros, impidiendo el paso. Los pocos canales que dan acceso a la bahía están protegidos con restos de naufragios, minas y redes antisubmarinos. Desde esta base, la flota británica controla el acceso al Mar del Norte y las rutas navales hacia el Atlántico, pudiendo desde allí bloquear las rutas de abastecimiento marítimo alemanas. Además de su gran protección contra amenazas navales, el mal tiempo y la densas nieblas que dominan en el archipiélago de las Orcadas, impiden que los aviones enemigos puedan volar a menudo hacia la base. En las ocasiones en que los bombardeos enemigos consiguen buen tiempo para atacar Scapa Flow, una nube de cazas y de fuego antiaéreo les espera, impidiéndoles dañar la base. Así pues la única forma de atacar efectivamente la base era mediante un ataque secreto submarino.
El plan alemán para atacar la base naval británica de Scapa Flow provenía ya de los tiempos de la Primera Guerra Mundial, tiempos en que la flota con base en Scapa Flow estrangulaba económicamente a Alemania, cortando todo su tráfico comercial naval, e impidiendo que llegaran abastecimientos. En Octubre de 1914, el submarino U-18 del capitán von Henning accedió a la base de Scapa Flow, oculto tras la estela de un mercante inglés, pero para su desgracia la flota británica ya había zarpado y la base estaba desierta. En 1918, el U-116 de von Emsman llegó a la base, pero antes de poder atacar chocó con una mina, hundiéndose con toda su tripulación.

Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial el plan de ataque a Scapa Flow volvió a convertirse en una prioridad. Fue diseñado por el jefe del “Abwehr”, la oficina de Inteligencia, el almirante Wilhem Canaris y por el almirante Carl Doenitz, jefe de la flota de submarinos. Carl Doenitz era un experto marino que había estado destinado en varios submarinos durante la Primera Guerra Mundial y por tanto los conocía a fondo. Wilhem Canaris, además de ser un gran marino, dirigía una efectiva organización de inteligencia, la cual usaría para sacar el máximo de información sobre la base de Scapa Flow.

El plan militar diseñado por Doenitz era similar a los precedentes, consistía en introducir en secreto un submarino en el fondeadero de Scapa Flow. Una vez dentro, atacaría algún valioso navío de la flota británica y huiría sin dejar rastro. La empresa era extremadamente difícil, ya que la flota británica estaba en alerta máxima desde que comenzó la guerra y esperaba ser atacada. Los canales de acceso a la base estaban vigilados día y noche y protegidos por redes antisubmarinas y minas. Además, cuando el tiempo lo permitía, aviones británicos hacían vuelos de reconocimiento sobre la zona, en busca de posibles amenazas.

La Abwehr de Canaris se encargó de hacer que lo imposible fuera posible, al mandar un espía a Scapa Flow para obtener el máximo de información posible y encontrar un paso poco defendido por donde el submarino pudiera infiltrarse y atacar sin ser descubierto. El encargado de esta operación será Alfred Whering, un oficial de la marina, experto en operaciones de Inteligencia.
Alfred Whering había tenido un enorme éxito actuando como espía en Francia, en la década de los años 20, tras cambiarse de nombre y nacionalizarse suizo, en 1929 pasó a residir en el Reino Unido. Después de varios años residiendo en Londres, consigue nacionalizarse británico en 1932, a la edad de 70 años. En 1933, y a petición del almirante Canaris, se trasladará a vivir a las islas Orcadas, con la misión secreta de obtener el máximo de información posible de la base naval de Scapa Flow.

Alfred Whering tendrá suerte, ya que los pescadores de la zona suelen burlar la vigilancia militar y entran en la zona prohibida a pescar ilegalmente. Gracias a la información de los pescadores y a sus “paseos” cerca de la base, Whering ira compilando datos sobre el posicionamiento de las baterías navales de la base, los horarios de vigilancia, los puntos donde se encuentran las redes y minas antisubmarinas, las llegadas y salidas de barcos, las defensas antiaéreas y las barreras de restos de naufragios. Pero su mayor logro, será conocer de boca de sus amigos pescadores un punto por donde podría entrar un submarino sin ser descubierto, el paso de “Kirk Sound”. Este paso se encuentra en la zona oriental de la base y es un estrecho y peligroso brazo de mar, el paso cuenta con tres barreras, pero la turbulenta corriente las ha separado, permitiendo el paso de pequeños barcos.

Whering trasladará toda la información compilada a mapas y cartas marítimas, detallando todas las defensas marítimas y el paso de “Kirk Sound”. Una vez comenzada la Segunda Guerra Mundial, el 1 de septiembre de 1939, Whering mandará por correo esta valiosa información a Alemania. Tras llegar la información a la Abwehr, Canaris inmediatamente la pondrá disposición del almirante Doenitz y sus planes de ataque. El problema de infiltrar el submarino estaba solucionado, con lo cual el plan se podría llevar a cabo.

El elegido para llevar a cabo la “Operación Baldur”, nombre en clave para la misión de ataque a Scapa Flow, será el teniente de navío Günter Prien, que estaba al mando del submarino U-47. El U-47 zarpó del puerto de Kiel con dirección a Scapa Flow el 8 de octubre de 1939. Tras una navegación tranquila el U-47 llegó a las Islas Orcadas el 13 de octubre y se ocultó, posándose sobre un pequeño fondo marino de 90 metros de profundidad. El 14 de Octubre, y tras conseguir traspasar el paso de “Kirk Sound”, el U-47 alcanzó la rada de Scapa Flow.

Una vez dentro de la rada, Günter Prien esperó hasta medianoche y avanzó a profundidad de periscopio. Buscando algún blanco importante para atacar, Prien divisó por fin al acorazado “Royal Oak”, uno de los buques insignia de la armada británica con su peso de 31.200 toneladas, que estaba anclado junto al transporte “Pegasus”. Günter Prien esperó que las patrullas de guardacostas pasaran y a las 00:58 horas, lanzó contra ambos buques los cuatro torpedos de proa. Para su desgracia un torpedo no salió del tubo debido a un fallo mecánico y tuvieron que realizar tremendos esfuerzos para desactivarlo y sacarlo. De los tres torpedos que salieron, dos pasaron por debajo del “Pegasus” y no hicieron explosión, el otro torpedo explotó contra la proa del “Oak Royal”, pero su carga estaba en mal estado y la explosión fue tan insignificante que la tripulación del buque ni se enteró. El U-47 dio media vuelta y lanzó otro torpedo por el tubo de popa que tampoco hizo explosión. Maldiciendo, Prien ordenó dirigirse al sur para cargar de nuevo los tubos de torpedos y atacar otra vez.

A las 1:22 horas el U-47 volvió al ataque y lanzó los cuatro torpedos de proa contra el acorazado. Esta vez Prien tuvo más suerte y tres torpedos alcanzaron al acorazado Royal Oak. Uno de los torpedos alcanzó la “santabárbara” del buque y causó una tremenda explosión, ocasionando la destrucción total del navío, que tras darse la vuelta se hundió rápidamente, llevándose con él los cadáveres de 833 marineros muertos, entre ellos el de su capitán, el contralmirante Blagrove. Unos 300 marineros tuvieron más fortuna y pudieron ser rescatados. La explosión alertó a toda la base, pero Prien aprovecho la confusión reinante, los soldados pensaban que era un ataque aéreo, para retirarse por el “Kirk Sound” y escapar de la zona.

El 17 de Septiembre de 1939, el U-47 llegó al puerto alemán de Kiel. Günter Prien y su tripulación fueron recibidos con todos los honores por su gran éxito. Prien fue condecorado personalmente por Hitler con la “Cruz de Caballero”, la mayor condecoración alemana. El almirante Doenitz también fue premiado por el éxito y ascendido a contralmirante. Tras confirmarse el éxito del ataque, el eficaz espía Alfred Whering desapareció de la zona sin dejar rastro. Günter Prien con el tiempo se convertiría en uno de los mejores comandantes de submarinos de la flota alemana, llegando a hundir ocho barcos enemigos en su sexta patrulla.

Tras hundir en su décima patrulla otros cuatro barcos, el U-47 será hundido el 7 de marzo de 1941 por el destructor británico “Wolverine”, muriendo su comandante y sus 45 tripulantes. Estratégicamente el éxito del ataque a Scapa Flow, en el que un relativamente “barato” submarino había conseguido hundir un costoso acorazado sin serdescubierto, ocasionó que Hitler potenciara la flota alemana de submarinos y ordenara al almirante Raeder atacar son sus submarinos a los convoyes ercantes que abastecían Gran Bretaña por las rutas del Atlántico. Esta decisión fue sumamente acertada, ya que en poco tiempo Gran Bretaña perdió miles de toneladas de suministros y vio muy limitada su capacidad bélica hasta la entrada de EEUU en la contienda.

Para Gran Bretaña el ataque a Scapa Flow fue un duro golpe, toda una bofetada al orgullo británico, en definitiva un error escandaloso que removió a varias personas de sus cargos y generó toda una caza de “posibles traidores”. Es un modelo de lo que un acertado servicio de inteligencia puede conseguir, pero en mi opinión lo más destacable es como Günter Prien supo cumplir con su deber tras el fallo de los primeros torpedos, ordenando recargar y volver a atacar, arriesgándose con ello a ser descubierto y neutralizado. Prien antepuso su deber a su seguridad y tuvo éxito, pues “la diosa Fortuna sonríe siempre a los valientes”.

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