miércoles, 8 de julio de 2009

Un negocio de colección recorre el mundo

Por Martín Coccaro
Fanático de los autos antiguos, un empresario entrerriano apuesta a producir artesanalmente réplicas exactas de aquellos modelos de los años ‘30. La firma se está consolidando en este pequeño pero rentable nicho, ya exportó más de 200 unidades y alcanzó una facturación de u$s 3,5 millones durante 2008. Acaban de fabricar y bautizar una réplica del primer avión que se fabricó en el país, en 1928.
Hay un fanático entrerriano, que hoy dirige una empresa familiar ubicada en Paraná, que fue más allá, al apostar a un nicho de negocio que no se caracteriza por su popularidad, pero sí por su particularidad, impregnada de nostalgia. Desde que terminó la escuela secundaria, Jorge Anadón, empezó a diseñar, desarrollar y fabricar piezas de autos antiguos, preferentemente de los años ‘30 para selectivos adinerados clientes, que disfrutan de la colección retro.

La pasión de Jorge empezó en su imponente casona como un trabajo de artesanía, sobre fines de los ‘90, que se reconvirtió en taller familiar cuando observaba, en los distintos Salones de Automóviles que frecuentaba, cómo los fanáticos mayormente europeos de los Grand Prix históricos buscaban las series de Bugatti Type 35 y 43, como la reproducción del modelo Mercedes Benz Chain Driven 1909. “Fue un riesgo absoluto apostar a este negocio, ya que es muy pequeño el mercado de posibles demandantes. En ese momento, sólo pensamos en construir una serie de 30 autos, que era muy limitada en función de los esfuerzos para su producción. Pero de pronto llegamos a los 50, y nuestros clientes quedaron muy conformes”, rememora el presidente de la particular pyme.

La visión de Anadón no falló. Hasta el momento, la empresa Pur Sang vendió más de 200 modelos, cuyo valor por unidad no desciende de los u$s 50.000, facturó u$s 3,5 millones en 2008, y exportó durante los últimos diez años más del 90% de su producción a países como Francia, Gran Bretaña, España, Holanda, Dinamarca, Alemania, Suiza, Suecia, Italia, Australia, Estados Unidos y Japón. Las estadísticas demuestran que el mercado local no consume este tipo de productos. “Tampoco tenemos expectativas que lo haga a mediano plazo. Lo vinculo a una cuestión meramente cultural. El estadounidense o europeo es el que se desespera por contar con una reliquia de esa época”, afirma Anadón.

Participar del Salón Retro de París, hace 15 años, se transformó en el puntapié para empezar a contactar potenciales consumidores, ya que era el ambiente propicio para conocer el gusto del cliente, así como para establecer contactos con destacados coleccionistas, que no dejan de visitar este tipo de eventos, sin importar el lugar del planeta, y ayudan con sus archivos para la búsqueda de la pieza exacta según el modelo y posterior armado del plano.

“Siempre trabajamos en base al pedido del cliente. Y son ellos quienes nos prefinancian la inversión para el diseño y búsqueda de ciertas piezas deterioradas y dejarlas a punto, o bien, para la fabricación de las partes. Nos entregan un dinero a cuenta y cuando terminamos el auto, saldan el resto”, destaca el titular de la compañía, que también incursionó en el desarrollo de motocicletas de la misma época, aunque llegaron a confeccionar sólo 15 modelos, ya que decidió concentrar el trabajo en los autos y en el primer avión que tuvo la Argentina, que acaban de bautizar.

Al ser un mercado tan pequeño, pero rentable, son los mismos clientes ya fidelizados que referencian a otros, así se va generando la cadena de contactos. Los demandantes suelen tener entre 55 y 65 años, quienes gozan de una actitud más pasiva; no los buscan para destacarse en una carrera, sino para ampliar el salón de colección.“Calculamos el valor de cada vehículo de acuerdo a lo que pide el cliente. Y las ganancias las hemos reinvertido por muchos años para conseguir nueva tecnología y tener mayor capacidad de demanda”, destaca Anadón, quien subraya además una metodología de trabajo bastante particular: la empresa contrata todos los años a varios pasantes, egresados de la escuela técnica secundaria local, quienes aportan su entusiasmo en la confección de las piezas, y hasta se dan el gusto de realizar alguna prueba de manejo con la reliquia.

La firma se destaca por los Grand Prix. Como ejemplo de las barreras que derriba el fanatismo, un coleccionista europeo solicitó una carrocería con motor de avión, que llevó un trabajo de hasta 20.000 horas hombre. Su precio venta lo dice todo: se comercializó a u$s 250.000.
Un reclamo para importar piezas de restauraciónAndrés Butta, director comercial de Pur Sang, indica que la compañía funde y mecaniza todas las piezas en la planta de Paraná, desde las cubiertas y cajas de cambio, hasta los motores, pero no oculta su malestar por ser ignorados por la Secretaría de Producción de la Nación. “Los coleccionistas a los que les falta alguna pieza, nos las envían para que las hagamos. La chapa la compramos en la zona y le damos forma. Pero tenemos un problema no menor; el Gobierno no nos incluye dentro de ninguna actividad, no recibimos ningún incentivo, y exportamos a todo el mundo”, enfatiza.

El enojo de Butta se explica por la prohibición estatal a importar piezas de autos para restaurar. Aunque, como la pyme lo hace de manera temporaria, es viable. “Esto no es un bien suntuario, es artístico, ya que está basado en un modelo de mucho diseño y mano de obra. Lo increíble es que por la ignorancia del Gobierno no podamos patentar el auto en el país”, destaca, indignado, el director comercial.
De hecho, el empresario comenta que envió una carta de invitación a la secretaria de la Producción, Débora Giorgi, para que conozca la fábrica y se interiorice de este millonario negocio con incalculable potencial aún, pero la única respuesta de la funcionaria fue de agradecimiento.De todos modos, y por la exclusiva dependencia del mercado externo para generar nuevos negocios, quienes comandan Pur Sang no esperan una caída en la demanda a pesar de la crisis financiera mundial. Confían en que los clientes se mantendrán. Por lo menos así lo demuestran los pedidos en estos meses. Los empresarios esperan que les vaya, como mínimo, igual que durante 2008.
La industria del coleccionismo de autos en Europa mueve 16 millones de euros por año, entre museos, restauraciones y salones. Pero Butta no la vincula a una actividad de lujo desde la producción, ya que la mano de obra que motoriza a la actividad la lideran artesanos que, en muchas ocasiones, se encontraban desocupados.Llegó la hora de volarNo conformes con el éxito que les reportó las réplicas de autos y, en menor medida, motos, hace unos meses la firma empezó a pensar en la posibilidad de fabricar un avión.
Entusiasmados en incursionar en la aeronáutica para ampliar el espectro de mercado, sobre fines de febrero, Pur Sang culminó con la reproducción única y de colección del AVRO 504K, el primer avión que recorrió los cielos argentinos, allá por 1928. En ese momento, la Fábrica Militar de Aviones construyó más de 100 unidades, de las cuales no queda ninguna. Este proyecto implicó una inversión que superó el millón de pesos y el valor de venta aproximado sería de $ 420.000. “Este entusiasmo, que nos tiene muy ocupados, pretende revivir el estilo de la industria aeronáutica nacional, gracias al minucioso y cuidadoso trabajo de nuestro equipo de artesanos, acompañado por la aplicación de la tecnología actual”, destacó Anadón. Tal como en la línea de automotores y motocicletas de época que la empresa produce para coleccionistas de todo el mundo, en el AVRO 504K se utilizaron los materiales y los planos de diseño originales.La nave ya realizó su vuelo de bautismo.
El siguiente paso ahora es construir una serie y venderla. “Podemos llegar a exportar hasta 10 unidades por año, ya que hay muy poca fabricación en el mundo de este tipo de reliquias”, se esperanzan en Pur Sang.
En números:
-Inversión inicial: u$s 500.000
-Facturación 2008: u$s 3,5 millones
-Autos vendidos: más de 200 unidades
-Valor de las réplicas: desde u$s 50.000
-Empleados: 100

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